La fe no es una obra de teatro

  Jesús fue muy claro cuando dijo: “No todo el que me diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre Celestial” (Mt 7, 21). En otras palabras, subir una fotografía en la que aparezcamos haciendo oración, usar un lenguaje rebuscado, ponernos un rosario en el cuello, sentirnos grandes por dos o tres días de misiones, etcétera, no será lo que nos haga cristianos de verdad, hombres y mujeres congruentes con la fe católica. Las apariencias engañan; sobre todo, cuando pesa la intención de apoyarse en la religión para mejorar la imagen personal. Eso era lo que hacían los fariseos y, actualmente, persiste la moda de las formas, de ser muy esquemáticas pero sin acabar de profundizar en la experiencia de Dios. De nada sirve hablar todo el día de Cristo, mientras en la casa o en el trabajo seamos pesados, cargados, llenos de chismes y actitudes envidiosas. La hipocresía siempre irá en sentido contrario, pues Jesús la rechazó desde el primer momento.

  La fe de la Iglesia no es un adorno o pantalla, sino un itinerario, la hoja de ruta para vivir el Evangelio con decisión y equilibrio. Cuánto daño hacen los que -por citar un ejemplo- presumen de ir a Misa los domingos, mientras que el viernes ruedan por las escaleras de la disco por haberse excedido al tomar. Esto es una realidad que aleja a los que se han estado planteando la posibilidad de volver a la Iglesia. Muchas palabras, pero nada de acciones que les den sustento. Por esta razón, hay que subrayar que la fe no se finge, no se actúa, sino que se vive paso a paso, momento a momento y así hasta llegar a la meta de la vida que es la salvación.

 Participar en un movimiento es algo importante, significativo, pues es un modo concreto de aplicar la fe a la vida y muchos han alcanzado la santidad desde ahí; sin embargo, cuando esa pertenencia está condicionada a seguir la moda y hacer toda una actuación de gestos y palabras, algo anda muy mal. Quien de verdad se ha encontrado con Dios, aspira a una fe profunda, sincera. No necesita andarse tomando fotografías con pies de página en los que se auto exalte. Si sale alguna foto es porque de casualidad alguien quiso tomársela a modo de contar con material para difundir la importancia de la oración, pero nunca por forzar la escena, actuándola.

  La fe es mucho más que un comentario en el estado del perfil. Es bueno compartir lo que uno cree en las redes, pero a partir de una perspectiva transparente y, sobre todo, congruente entre lo que se dice y lo que se vive. Las personas que han hecho de Jesús la razón de su vida, lejos de ser cargadas en su trato con los demás, son sencillas, inteligentes, abiertas, firmes, decididas pero sin complicaciones u obstáculos. La salvación se alcanza con sinceridad. Eso es lo que atrae, aquello que convence y evangeliza.