Los colegios pueden relanzar el matrimonio
Los colegios pueden relanzar el matrimonio
por Duc in altum!
Queda claro que abaratar los sacramentos no es la salida ante los desafíos de nuestro tiempo. Por esta razón, necesitamos educar en la fe, pero ¿cómo? Ante todo, reconociendo que los jóvenes aspiran a formar una familia estable, pero que muchas veces no saben hacía dónde ir, porque viven confundidos en medio de tantas voces que se esfuerzan por descalificar el sentido del “para siempre”, como si el matrimonio fuera algo anticuado, infeliz o, cuando menos, imposible. Nos toca relanzar la opción de la Iglesia para aquellos que quieren unir sus vidas y la escuela es uno de los mejores medios para poder cambiar la mentalidad, incidiendo en la cultura. Hay que explicar el catecismo desde cero. Nunca suponer que los estudiantes están al 100% en lo que a la fe se refiere. Se necesita constatarlo y, si al hacerlo, quedan expuestas las deficiencias doctrinales y/o antropológicas, nos toca intervenir, aclarar, explicar y, sobre todo, acompañar. Que no se sientan juzgados, sino escuchados, pero la escucha es para ayudarles a que puedan dar lo mejor de sí mismos, sacándolos de la mediocridad propia de una parte importante de la realidad que nos está tocando vivir a escala global. Aclarar sus dudas con pedagogía y una buena dosis de apologética, pues el mundo necesita razones.
Una buena estrategia es dedicar alguna clase o sesión para preguntas que ellos mismos elaboren y que el profesor responda. Ciertamente, hoy día el constructivismo es un gran aporte de la pedagogía y eso implica que los estudiantes construyan sus propias respuestas; sin embargo, hay explicaciones que, por tratarse de la vida misma, no se encuentran en las enciclopedias, sino en la experiencia que el docente vaya teniendo en su camino humano, espiritual y profesional. Claro que esto no impide que después de atender oportunamente las dudas, se les pida que investiguen en los documentos que ofrece la Iglesia a modo de que puedan profundizar en la información planteada de manera sintética durante la respuesta a cargo del profesor. El punto es que no dejemos de atender sus inquietudes, pues en esto nos estamos jugando el futuro de la Iglesia y, por supuesto, de la sociedad, ya que la familia -y, por ende, el matrimonio- es su cimiento. La educación basada en la teología y en la filosofía es una de las respuestas que las escuelas católicas deben dar a los desafíos actuales, pero siempre desde la cercanía y el desarrollo integral de los estudiantes.
No dejemos de contestar las dudas que hoy se nos presenten. En caso de no tener una respuesta certera, habrá que investigarla y, posteriormente, responderla con la mayor nitidez posible, sabiendo enseñar lo que acepta la Iglesia. Dejar la inquietud provoca confusión y eso tiene mucho que ver con la crisis por la que atraviesa la familia y que ha despertado la atención del Papa Francisco. Si bien las escuelas no pueden sustituir a los papás, es un hecho que su aporte sigue siendo tan actual como en los primeros siglos de la educación de inspiración cristiana. Evidentemente, han cambiado las formas, pero nunca el fondo, las preguntas más elementales del ser humano. Vale la pena educar para relanzar el matrimonio.
Nota: Quien desee tomar el artículo y publicarlo –total o parcialmente- a través de algún otro medio, haga el favor de escribir al correo del autor (parte superior derecha) para que sea autorizado. Sin el permiso, queda prohibido reproducirlo, salvo que se trate de compartirlo a través de las redes socia les. El aviso solamente aplica cuando va a colocarse en una página de Internet (blogs incluidos).
Una buena estrategia es dedicar alguna clase o sesión para preguntas que ellos mismos elaboren y que el profesor responda. Ciertamente, hoy día el constructivismo es un gran aporte de la pedagogía y eso implica que los estudiantes construyan sus propias respuestas; sin embargo, hay explicaciones que, por tratarse de la vida misma, no se encuentran en las enciclopedias, sino en la experiencia que el docente vaya teniendo en su camino humano, espiritual y profesional. Claro que esto no impide que después de atender oportunamente las dudas, se les pida que investiguen en los documentos que ofrece la Iglesia a modo de que puedan profundizar en la información planteada de manera sintética durante la respuesta a cargo del profesor. El punto es que no dejemos de atender sus inquietudes, pues en esto nos estamos jugando el futuro de la Iglesia y, por supuesto, de la sociedad, ya que la familia -y, por ende, el matrimonio- es su cimiento. La educación basada en la teología y en la filosofía es una de las respuestas que las escuelas católicas deben dar a los desafíos actuales, pero siempre desde la cercanía y el desarrollo integral de los estudiantes.
No dejemos de contestar las dudas que hoy se nos presenten. En caso de no tener una respuesta certera, habrá que investigarla y, posteriormente, responderla con la mayor nitidez posible, sabiendo enseñar lo que acepta la Iglesia. Dejar la inquietud provoca confusión y eso tiene mucho que ver con la crisis por la que atraviesa la familia y que ha despertado la atención del Papa Francisco. Si bien las escuelas no pueden sustituir a los papás, es un hecho que su aporte sigue siendo tan actual como en los primeros siglos de la educación de inspiración cristiana. Evidentemente, han cambiado las formas, pero nunca el fondo, las preguntas más elementales del ser humano. Vale la pena educar para relanzar el matrimonio.
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