Viernes, 22 de noviembre de 2024

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Del efecto medicinal del egoísmo sobre la envidia

por En cuerpo y alma

 
 
            Tuvimos ocasión de comentar hace no muchos días sobre los parecidos y las diferencias existentes entre dos de los grandes pecados que esclavizan a los seres humanos, egoísmo y envidia (pinche aquí si le interesa el tema). Pocos días después comparamos cómo reaccionaba un pecado y otro ante un mismo supuesto, algo a lo que nos ayudaron dos simpáticos médicos de la seguridad social, el uno egoísta y el otro envidioso (pinche aquí para conocer cómo reaccionaba cada uno). Pues bien, me propongo hoy dar una vuelta de tuerca y comentarles la benéfica relación que uno de esos pecados puede llegar a tener sobre el otro. Juzguen Vds. si es así, y como siempre, en la casilla de comentarios pueden expresar, si lo desean, su opinión que nos sirve a todos para aprender.
 
            Y es que según sosteníamos, el envidioso puro puede hasta mostrarse tan generoso, tan desprendido y tan desinteresado en la administración del mal hacia la persona envidiada, que no le importe ni siquiera sufrir él mismo las consecuencias de ese mismo mal que procura, con tal de que el ser envidiado las sienta también.
 
            Muchos de Vds. conocerán una historia de esas con moralina que tiene por protagonista al envidioso que pierde en una competición, con tan mala suerte que el ganador de la misma es precisamente el ser envidiado. Preguntado por el jurado cuál es el premio que desea recibir por ser segundo bajo la premisa de que el ganador recibirá el doble, responde: “que me quiten un ojo”. Les voy a decir más: algún envidioso hasta estaría dispuesto a perder los dos ojos con tal de que el ser envidiado perdiera aunque sólo fuera uno.
 
            Pues bien, todo esto dicho, se demuestra que el egoísmo, como decimos en el título de esta entrada, puede llegar a mostrarse hasta medicinal en el caso del envidioso, induciéndole a poner límites a su actos destructores aunque sólo sea en la medida en la que puedan resultar también autodestructores y atemperando así los efectos que está dispuesto a conseguir por virtud de la envidia. Parece extraño ¿verdad? pero no lo es tanto: en la naturaleza también hay enfermedades, la anemia falciforme por ejemplo (¿a que habían oído Vds. hablar de ella?), que protegen contra otras, la malaria en este caso. Real como la vida misma.
 
            Y bien esto es todo por hoy amigos. Como siempre les digo, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos. Hoy más que nunca.
 
 
            ©L.A.
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De la envidia y del egoísmo
Del médico egoísta y el médico envidioso: real como la vida misma
De la envidia en los Evangelios
De los Siete Pecados Capitales: breve reseña histórica
Hoy, una historia con naranjas y moraleja
 
 
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