El sucesor de Rouco

Una de las noticias más importantes de esta semana, al menos en lo que a España se refiere, ha sido la noticia difundida por un periódico de que el Papa habría aceptado ya la renuncia del cardenal Rouco como arzobispo de Madrid. Según parece, el anuncio oficial sería hecho el próximo día 28 y ese mismo día también se daría a conocer el nombre del sucesor.

 Como la noticia no es oficial todavía, prefiero esperar a que se confirme para hacer una valoración sobre el aún arzobispo de Madrid. Tengo mucho que agradecerle y no quiero que mis palabras suenen a un elogio que busque algún tipo de interés cuando aún está en activo. Prefiero comentar, en cambio, lo que he estado leyendo acerca de su posible sucesor.

Sinceramente, y con pocas excepciones, me ha parecido deprimente. Desde comentarios despectivos ligados a alguna característica física de alguno de los nombres que están en las quinielas, hasta ofensas y descalificaciones por supuestas querencias conservadoras o progresistas. No sé quién será el sucesor de Rouco, pero, sea quien sea, no me parece que esa sea la manera cristiana e incluso bien educada de acogerle. La inmensa mayoría de los que opinan sobre el asunto no sólo están carentes de un espíritu de fe y de caridad, sino que no tienen ni siquiera buena educación. Sus comentarios ofensivos les descalifican totalmente. Tanto que vienen ganas de decir: el más adecuado es justamente aquel al que esos tipejos desprecian y humillan tanto.

El problema real de Madrid, como el de la Iglesia en su conjunto, está en la apostasía masiva que se ha producido entre los feligreses. Ciertamente que Madrid está mejor que otras diócesis, pero ese es un pobre consuelo. No estamos bien, aunque otros estén peor. ¿Alguno de los que han criticado tan agria y maleducadamente a los posibles sucesores del cardenal Rouco, considera que eso es útil para la nueva evangelización que necesita la Diócesis? ¿Burlarse y menospreciar al futuro obispo es el mejor camino para facilitarle la difícil tarea de gobernar Madrid? Y lo peor es que muchos de los denigradores se autoconsideran y proclaman perfectos guardianes de la más estricta ortodoxia, mientras que con sus desprecios están haciéndole el mejor servicio al enemigo de la Iglesia.

No sé quién será el futuro arzobispo de Madrid, y por eso escribo ahora. No sé quién será, pero sea quien sea le acogeré con los brazos abiertos, le brindaré todo mi apoyo y desde ahora mismo le ofrezco mi pobre oración. Sólo unidos, sólo sumando esfuerzos desde las distintas tendencia legítimas que hay en la Diócesis, podemos afrontar el gran reto de la nueva evangelización. Unidad no significa uniformidad, pero desde luego no tiene nada que ver con la calumnia, la maledicencia o el chismorreo.