Domingo, 22 de diciembre de 2024

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Otro punto de vista sobre "50 sombras de Grey"

Otro punto de vista sobre "50 sombras de Grey"

por Duc in altum!

 Desde el estreno del trailer de la película “50 sombras de Grey” que se basa en la trilogía del mismo nombre, las redes sociales se han visto prácticamente “tomadas” por los fans. De entrada, aclarar que nuestro artículo -basado únicamente en la sinopsis en cuestión- no es un ataque a la libertad que cada uno tiene sobre sus gustos literarios y/o cinematográficos, sino la exposición de otro punto de vista acerca del mensaje que deja en el conjunto social. Si bien es cierto que se trata de una historia ficticia; es decir, inventada, el impacto que ha tenido entre las nuevas generaciones no es poca cosa y de ninguna manera podemos dejar de preguntarnos si una obra que exalta los abusos en el campo de la afectividad y de la sexualidad, puede llamarse romántica o, en su caso, digna de un aplauso acrítico. Muchos argumentan que se trata de una obra para pasar el rato y que no hay que exagerar; sin embargo, quienes apuestan por esta vía, ignoran la psicología humana, pues una historia sin ton ni son, también puede influir en el comportamiento de las masas. Si viviéramos en una sociedad marcada por los valores, sería exagerado decir que se trata de una trilogía que trastorna la dimensión antropológica de la relación entre hombre y mujer; sin embargo, tomando en cuenta que actualmente el sentido común es -valga la redundancia- el menos común de los sentidos, llamar romance al masoquismo, provoca nuevas confusiones, escándalos y tensiones en el interior de muchos. Es como si a una persona que se encuentra internada en una clínica para controlar su adicción al alcohol, se le ofreciera un frigo bar con toda clase de bebidas embriagantes. El problema no es la copa, sino dársela a quien no está en c0ndiciones para consumirla con moderación. Entre personas maduras se verá como una ficción, pero ¿qué pasará con el alto porcentaje de adolescentes y jóvenes que todavía no tienen las cosas en claro? Es una pregunta más bien educativa, preventiva. En estos casos no vale la censura, sino la formación para poder distinguir entre lo que construye (bien) y lo que destruye (mal).  

Volviendo al tema que nos ocupa, si estamos indignados ante tantos abusos que sufren las mujeres, ¿cómo es posible aprobar una relación basada en el maltrato? Lo positivo que pudiéramos sacar de la ficción, es que al menos sirva para enseñar sobre lo que no llena al ser humano, porque el querer experimentar cosas nuevas o desinhibirse en temas tabú, nunca justifica presentar patrones de conducta en los que la violencia se vuelve algo normal, casi parte del paisaje. La sexualidad es un atributo del ser humano. Es decir, algo bueno de forma y fondo; sin embargo, puede distorsionarse, confundiendo libertad con libertinaje, consentimiento con abuso, placer con adicción, etcétera. ¿Para querer a una persona hay que dejarse pisotear? La respuesta es que no, pues sería aceptar de facto el lamentable “pégame pero no me dejes” que continúa arraigado en muchas sociedades de nuestros países. Los abogados somos testigos de eso, cuando -por ejemplo- una mujer que ha sido maltratada decide darle una segunda y tercera oportunidad al hombre que la golpea en vez de presentar la denuncia correspondiente. Una historia que hace de la relación entre hombre y mujer un sometimiento de alguno de los dos, se aleja del amor, la justicia y, por supuesto, de la verdad. El matrimonio, como institución civil o canónica, no ha fracasado. Lo que falla es la manera en la que se llega al altar, pues a menudo la presentación de los futuros esposos viene tras una relación turbulenta, fuera de un noviazgo sano, consciente, maduro, en el que la diversión también tiene un lugar importante, porque muchas veces pensamos -equivocadamente- que la palabra compromiso es sinónimo de luto, cuando también incluye su buena dosis de ilusión, recreación y aventura en el buen sentido de la palabra.

En resumen. Favorecer en medio del machismo, una perspectiva según la cual el sexo femenino queda como objeto, trastorna la complementariedad -que no es sumisión- entre hombre y mujer. Para entender mejor lo que es el amor, un recurso valioso puede ser leer la encíclica “Deus Caritas est”. Los matrimonios que han perseverado hasta el final, lejos de usarse, aprendieron a complementarse. Por lo tanto, dejemos a un lado toda reducción de lo que significa la vida en pareja. Siendo algo tan grande, ¿por qué habríamos de conformarnos con una visión pobre, deshumanizada y contraria a la felicidad? No hay que tener miedo al compromiso.

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