Domingo, 22 de diciembre de 2024

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Fátima: los tres secretos

por Vida en abundancia

 “Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, pues van muchas almas al infierno por no haber quien se sacrifique y pida por ellas”.

(4ª. Aparición – 19 de agosto de 1917)

LAS APARICIONES

Los tres misterios de Fátima es el nombre usado para referirse a los tres secretos que la Virgen María confió a tres pequeños pastores portugueses cerca de la ciudad de Fátima, por lo cual se la denomina popularmente como Nuestra Señora de Fátima.

Los tres pastores, Lucía dos Santos y sus primos Jacinta y Francisco, con 10 años de edad Lucía, 7 años Jacinta y 8 años Francisco, después de asistir a Misa el 13 de mayo de 1917 llevaron las ovejas a pastar a Cova de Iría, a dos kilómetros de Fátima, y tras merendar y rezar el Rosario empezaron a jugar.

De repente a los tres les pareció ver un relámpago y, temerosos de que se acercase una tormenta, reunieron el rebaño para regresar a casa pero, tras un nuevo relámpago, vieron sobre la copa de una pequeña encina una visión que la propia Lucía describiría como “una Señora vestida de blanco, más brillante que el sol y esparciendo luz más clara e intensa que un vaso de cristal lleno de agua cristalina atravesado por los rayos de sol más ardientes”.

Las apariciones de la Virgen fueron ocho en total, de las cuales las seis primeras fueron en Fátima a los tres niños, mientras que las dos últimas ocurrieron en Pontevedra (Galicia, España) y en Tuy (Galicia, España), estando presente únicamente Lucía dos Santos, quien estaba recluida en un convento de las Hermanas de Santa Dorotea, Orden donde Lucía tomó los hábitos de religiosa.

Lucía pidió a la Virgen en la segunda aparición que los llevara a los tres al Cielo, a lo que la Virgen dijo: “Sí, a Jacinta y a Francisco los llevaré pronto. Pero tú te quedarás aquí algún tiempo más”. Francisco falleció el 4 de abril de 1919 y Jacinta el 20 de febrero de 1920, los dos con diez años de edad y ambos víctima de una grave enfermedad. Lucía dos Santos, conocida después con el nombre de Sor Lucía de Jesús, murió el 13 de febrero del 2005.

LOS TRES SECRETOS

De las seis apariciones de la Virgen de Fátima ocurridas en Portugal, únicamente en la tercera, el 13 de julio de 1917, la Virgen reveló a los tres niños los secretos.

Primer Secreto

Lucía describió así su visión del infierno que la Virgen les había mostrado:

“Vimos como un mar de fuego y, sumergidos en ese fuego, los demonios y las almas como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas pero con forma humana, fluctuaban en el incendio. Llevados por las llamas que de ellos mismos salían juntamente con horribles nubes de humo, flotaban en aquel fuego y caían por todos lados, igual que las pavesas en los grandes incendios, sin peso ni equilibrio, entre gritos y gemidos de dolor y desesperación que horrorizaban y hacían estremecer de pavor. Los demonios se distinguían por formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes como negros carbones en brasa”.

Segundo Secreto

A continuación la Virgen dijo a los tres pastorcitos:

“La guerra va a acabar, pero si no dejan de ofender a Dios, en el pontificado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando vieres una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre”.

La Virgen prosiguió con estas palabras:

“Para impedirla vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, y la comunión reparadora de los primeros sábados. Si atendieran mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá que sufrir mucho y varias naciones serán aniquiladas. Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz. En Portugal se conservará siempre el dogma de la fe”.

Con estas palabras la Virgen de Fátima se refería, en primer lugar, a la finalización de la Primera Guerra Mundial (1914-1917) y al anuncio de otra mayor y peor, la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), la cual se inició al final del pontificado de Pío XI (1922-1939), y prosiguió durante el pontificado de Pío XII (1939-1958).

Tercer Secreto

Fue revelado por la Virgen en Fátima el mismo 13 de julio de 1917, si bien no fue hecho público por el Vaticano hasta el 13 de mayo del 2000, a pesar de que Sor Lucía lo escribió en el convento donde se hallaba en 1944, por órdenes del Obispo de Leira (Portugal), quien hizo llegar el texto al Vaticano en 1957, durante el pontificado de Pío XII.

Dos años después Juan XXIII consultó el texto del Tercer Secreto, pero no reveló su contenido. Después, Pablo VI hizo exactamente lo mismo en 1965. Pero Juan Pablo II abrió el sobre después del atentado que sufrió el 13 de mayo de 1981 en la Plaza de San Pedro y, tras su lectura, hizo un acto solemne de consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María.

El propio Juan Pablo II encargó dar a conocer el Tercer Secreto de Fátima el 13 de mayo del 2000 al Cardenal Ángelo Sodano, quien lo hizo público el 26 de junio del 2000 por medio de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

El Papa Juan Pablo II comentó en 1981 que sus antecesores no revelaron el Secreto “por no alentar el poder del mundo comunista a hacer ciertos movimientos”.

El texto íntegro del Tercer Secreto de Fátima es el siguiente:

"Después de las dos partes que ya he expuesto, hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él; el Ángel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia! Y vimos en una inmensa luz qué es Dios: ´algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él´ a un Obispo vestido de Blanco ´hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre´. También a otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los Obispos sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la Cruz había dos Ángeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los Mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios".

COMENTARIO AL TERCER SECRETO

Según la propia Sor Lucía, este tercer secreto consiste en una visión profética comparable a las de la historia sagrada. La visión se refiere sobre todo a la lucha del comunismo ateo en contra de la Iglesia y los cristianos, y describe el inmenso sufrimiento de las víctimas de la fe en el siglo XX. Afirmó también que, sin duda alguna, el obispo vestido de blanco era el Papa Juan Pablo II, quien estaba sufriendo, y que fue la Virgen la que desvió la bala que le fue disparada en el atentado de la Plaza de San Pedro, con el fin de evitar su muerte.

A pesar de que hay grupos cuyas opiniones han dado lugar a múltiples interpretaciones y comentarios, la perspectiva desde la fe es muy distinta. El 13 de mayo de 1982 el Papa Juan Pablo II destacó la dimensión del amor materno en los mensajes de Fátima, un amor que no sólo abarca los caminos del hombre a Dios sobre la tierra, sino también los que van más allá. Lo que está en el centro es la voluntad de Dios, que quiere que todos los seres humanos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. El pecado aparta al hombre de Dios, fuente de la vida, y acaba por condenarle.

Y decía el Papa Juan Pablo II: “Por eso, el mensaje de Nuestra Señora de Fátima, tan maternal, se presenta al mismo tiempo tan fuerte y decidido; hasta parece severo”. Este mensaje de la Virgen no es otra cosa que una llamada a la conversión urgente, porque en ello nos va la vida.

Benedicto XVI explicó en su viaje a Fátima en mayo del 2010, que en esta tercera parte del secreto de Fátima se indican realidades del futuro de la Iglesia, las cuales se desarrollan y se muestran paulatinamente. A través de un lenguaje simbólico y profético se reitera que la Iglesia tendrá que sufrir siempre, de diversos modos, hasta el fin del mundo. Por ello, añadió el Papa: “La respuesta de Fátima no tiene que ver sustancialmente con devociones particulares, sino con la respuesta fundamental; es decir, la conversión permanente, la penitencia, la oración, y las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad”.

CONCLUSION

El mensaje de Fátima es una luz celestial y una ocasión para la gracia y la salvación; un mensaje y un evento sin paralelo en la historia de la Iglesia; el evento más importante y trascendente de nuestra época, que sigue revelándose hasta el día de hoy.

 

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