Del Papa Francisco y la secesión catalana
por En cuerpo y alma
Ha realizado el Papa Francisco unas declaraciones relativas a Cataluña sobre cuya posible secesión de España ha afirmado, dentro del contexto europeo de secesionismo del que no sólo España participa, cosas como que “toda división me preocupa”, “la secesión de una nación sin un antecedente de unidad forzosa hay que tomarla con muchas pinzas y analizarla caso por caso”, “habrá casos que serán justos y casos que no serán justos”...
Con muy buen criterio y muy oportunamente, este mismo medio que tan hospitalariamente acoge a este columnista, ha realizado una encuesta en la que puede Vd. participar si lo desea y que ofrece hasta cinco posibles interpretaciones de las palabras del Papa, entre las cuales dos muy especiales que me han llamado la atención. Primera, “‘hay que tomarla con muchas pinzas’ luego no cierra la puerta del todo al secesionismo, gana el ‘derecho a decidir’”; y segunda y sobre todo, “no me gusta, tendría que haber apoyado explícitamente la unidad de España”, las cuales se llevan entre las dos más de un 33% de los votos, es decir, uno de cada tres, y la segunda, particularmente, un 25%, es decir, un voto de cada cuatro.
Particularmente, soy de los que cree que las instancias internacionales, y a los efectos incluyo entre ellas al Vaticano y su máximo representante, el Papa, han observado y están observando respecto del caso catalán un comportamiento calificable como de “impecable”, siendo muy poco más lo que de dichas instancias cabe esperar y muy poco igualmente lo que les podemos reprochar quienes creemos (quienes sabemos) que España es una y que Cataluña forma parte de esa unidad. La Unión Europea lo ha repetido por activa y por pasiva: una Cataluña independiente no forma parte de la Unión. Ahora el Papa ratifica: “toda división me preocupa”, “la secesión de una nación sin un antecedente de unidad forzosa hay que tomarla con muchas pinzas”, “habrá casos que serán justos y casos que no serán justos”. ¿De verdad les podemos pedir más?
Donde por desgracia sí echo en falta una respuesta es en mi propio país, en el que hasta la fecha no hemos sido capaces de formular más argumento a favor de la permanencia de Cataluña en España que el muy manido de que si los catalanes abandonan España, se quedarán fuera de la Unión Europea y del euro. ¡¡¡Y nada más!!! En cuanto al principal partido de la oposición… ¡sin comentario! Cinco siglos de historia reciente juntos, dos milenios (y más) enteros participando en un mismo proyecto… ¡¡¡no dan para otro argumento que el señalado!!!, de una pobreza y de un derrotismo que justifica, por sí solo, toda acción unilateral que se pueda llevar a cabo desde Cataluña.
Cada día nos despertamos los españoles con una nueva ofensa, con un nuevo insulto proferido desde ese visionario chalado, corrupto y consentido que gobierna los destinos de Cataluña, sin que una sola de las autoridades españolas lo consideren de entidad suficiente como para ni siquiera responderle, ni en el Gobierno ni, menos aún, en la oposición. Antes al contrario, cada insulto acompañado de una nueva prebenda que para colmo, ni siquiera agradece.
Por eso me llama tanto la atención que todavía haya españoles que reprochen a los extranjeros no llevar a cabo una conducta que nosotros mismos hemos sido incapaces de articular, como si fueran ellos los que tienen que solucionar nuestro problema, cuando incluso ellos han sido más claros de lo que nosotros mismos estamos siendo. Yo no le puedo pedir a la Unión Europea que haga más de lo que ya ha hecho. Tampoco puedo pedírselo al Papa. Ni a Naciones Unidas, ni a la OTAN, ni al Congreso Judío Mundial, la Liga Arabe o la Cámara Internacional de Novelistas Aficionados. Yo se lo exijo a las autoridades de mi propia nación, cuyo silencio, cuya inacción, cuya inoperancia, cuya indiferencia, me ofenden cada día, y me castigan como español que me siento, incluso más de las payasadas del mesías atolondrado y corrupto ese que le ha salido a Cataluña y de cuantos antes que él le precedieron en el cargo, como aquel clown que exigía a los demás que hablaran catalán cuando él no lo hacía y dedicaba sus mañanas (en horario de trabajo y a cargo del erario público) a aprenderlo con un profesor particular... Eso sí, mientras mandaba sus hijas a estudiar a un colegio alemán.
Que hagan mucho bien y que no reciban menos.
©L.A.
Si desea suscribirse a esta columna y recibirla en su correo cada día, o bien ponerse en contacto con su autor, puede hacerlo en encuerpoyalma@movistar.es
Otros artículos del autor relacionados con el tema
(haga click en el título si desea leerlos)
¿Ha sido España una buena patria?
De la asimetría en el discurso imperante en España
De la unidad de España según San Pablo
Hoy es el V Centenario de la Unidad Española. ¡Felicidades España!
¿Son la independencia vasca y catalana la solución al problema nacionalista de España?
Comentarios