5º Dom. de Cuaresma: Salir fuera
“Y dicho esto, gritó con voz potente: ‘Lázaro, ven afuera’. El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario” (Jn 11, 43-44)
Este domingo, tan próximo ya a la Semana Santa, el Evangelio nos invita a meditar acerca de la resurrección de Lázaro. Este pasaje del Evangelio nos muestra, como pocos, la gran humanidad de Jesús, su dolor ante la muerte de un amigo y también el hecho de que acudiera a ayudarle poniéndose en peligro, pues sabía que le buscaban para matarle y que ir a casa de Lázaro era acercarse demasiado a sus enemigos.
Esta constatación nos debe llenar de alegría, al sabernos objeto del interés de alguien que de verdad nos ama. Además, debemos darnos cuenta de que el milagro de la resurrección de Lázaro sólo ocurre porque hay fe y eso mismo será lo que ocurrirá con nosotros: sólo nos salvaremos, sólo nos convertiremos, si tenemos fe en Jesús, si estamos a su lado, si creemos en su fuerza. En tercer lugar, este Evangelio nos enseña que el milagro se puede producir con una "fe prestada"; las obras no se pueden traspasar, pero sí la fe. Lázaro estaba muerto y Cristo no le pidió a él que tuviera fe, sino a su hermana. También nosotros podemos pedirle al Señor que haga milagros en los demás, aunque ellos no tengan fe en esos milagros. Además, esa fe tiene que traducirse en gratitud, como sin duda tuvieron Marta, María y el propio Lázaro, pues de lo contrario no es verdadera fe.
Por último, Cristo nos invita a salir fuera de nuestra tumba, del pecado, mediante una resurrección que está a nuestro alcance cada día: la confesión. Y a dar testimonio de que es Cristo quien nos ha liberado, quien nos ha salvado.