Jueves, 21 de noviembre de 2024

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¿Quién tiene razón? ¿Netanyahu o el papa Francisco?

¿Quién tiene razón? ¿Netanyahu o el papa Francisco?

por Mientras el mundo gira

El viaje del Papa a Tierra santa nos ha dejado, entre otras cosas, la anécdota de la discrepancia “lingüística” entre el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y el Papa Francisco.

Netanyahu afirmó en su discurso ante el Papa, incidiendo en la cercanía entre judaísmo y cristianismo, que “Jesús estuvo aquí, en esta tierra. Habló en hebreo”, a lo que el Papa replicó: “Arameo”. “Hablaba arameo, pero sabía hebreo”, respondió Netanyahu.

Una vez más, todo lo relativo a Israel se muestra complejo y delicado, con sensibilidades a flor de piel y facilidad para la generalización desorientadora.

La verdad es que el arameo, a lo largo de los siglos, se fue extendiendo desde su cuna en la zona de Damasco y convirtiéndose en lengua franca en la región, una lengua en la que la mayoría podía entenderse aunque el grado de dominio de la misma variase mucho. Fue clave también la adopción por parte del emperador Darío I del arameo como lengua oficial del Imperio Persa Aqueménida en el año 500 a.C. Su consolidación fue tan grande que, incluso tras la caída de este imperio, el arameo siguió siendo el idioma dominante en la región, eso sí, con diferentes dialectos. De  hecho, parece ser que en tiempos de Jesús se hablaban siete dialectos del arameo en Israel y sus territorios colindantes.

De este modo, parece que convivían en Israel en tiempos de Jesús cuatro idiomas: latín, griego, hebreo y arameo, con todas sus variantes dialectales.

He encontrado un texto preparado por profesores de la Universidad de Navarra que me parece que ayuda a comprender la situación lingüística en la que vivió Jesús.

Allí encuentro que “la oficial y a la vez la menos empleada era el latín. La usaban casi exclusivamente los funcionarios romanos al conversar entre sí, y la conocían algunas personas cultas. No parece probable que Jesús hubiera estudiado latín ni que lo emplease en su conversación ordinaria o en su predicación”.

El griego, en cambio, introducido por Alejandro Magno y luego por sus sucesores seléucidas, era utilizado también como lengua administrativa (dice Flavio Josefo que los escritos oficiales, aunque redactados en latín, siempre se acompañaban de una traducción al griego) y como lengua comercial en determinadas ocasiones: “Por lo que respecta al griego, no sería sorprendente que Jesús se sirviese alguna vez de él, ya que muchos de los campesinos y artesanos de Galilea conocían esta lengua, al menos los rudimentos necesarios para una sencilla actividad comercial o para comunicarse con los habitantes de las ciudades, que eran en su mayoría gentes de cultura helénica. También se empleaba en Judea: se calcula que, de los habitantes de Jerusalén, hablarían en griego entre el ocho y el quince por ciento. Pese a todo, no se sabe si Jesús empleó el griego alguna vez, ni es posible deducirlo con certeza de ningún texto, aunque tampoco cabe desechar esa posibilidad. Es probable, por ejemplo, que Jesús hablara con Pilatos en esa lengua” (Jesucristo habló con Pilatos sin traductor y no es probable que Pilatos se hubiera tomado la molestia de aprender ni la lengua hebrea ni la aramea).

Lo que sí es seguro es que Jesús sabía hablar hebreo, que era el idioma de los cultos en las sinagogas y el Templo: “las repetidas alusiones de los evangelios a la predicación de Jesús en las sinagogas y a sus conversaciones con fariseos sobre textos de la Escritura hacen más que posible el que conociera y empleara en algunas ocasiones la lengua hebrea”. De hecho, el hebreo, declinante desde el exilio en Babilonia y superviviente como lengua litúrgica, había experimentado un cierto resurgir poco tiempo antes del nacimiento de Jesús de la mano de los esenios.

El arameo, la lengua franca en la zona, era seguramente la lengua que Jesús utilizaba cotidianamente: “aunque Jesús conociera y usara a veces el hebreo, parece que en la conversación ordinaria y en la predicación, Jesús hablaría de ordinario en arameo, que era la lengua más normal para el uso diario entre los judíos de Galilea. De hecho, en algunas ocasiones el texto griego de los evangelios deja en arameo algunas palabras o frases sueltas puestas en boca de Jesús: talitha qum (Mc 5,41), corbán (Mc 7,11), effetha(Mc 7,34), geenna (Mc 9,43), abbá (Mc 14,36), Eloí, Eloí, ¿lemá sabacthaní?(Mc 15,34), o de sus interlocutores: rabbuni (Mc 10,51).”

En definitiva, Jesús hablaba cotidianamente arameo, dominaba y usaba en ocasiones el hebreo, muy probablemente hablaba también griego y hay dudas, aunque no podamos afirmarlo a ciencia cierta, sobre que hablara el latín.

Ah, y encuentro un escrito de Luis Antequera, en el que, entre otras cosas interesantes, sugiere que es muy probable que Jesús hablara también las lenguas usadas en Egipto, el lugar en el que transcurrió su primera infancia (en aquellos años convivía el egipcio demótico, que iba poco a poco perdiendo terreno, con el griego, cada vez más presente en la vida cotidiana). Parece razonable. Como ven, Jesús era bastante políglota.

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