Rezar con el Papa y por el Papa
Mientras Alepo, una histórica ciudad, es objeto de lucha sin cuartel entre los rebeldes sirios y el ejército gubernamental, mientras Homs lame sus cicatrices incurables, mientras Líbano, Irak e incluso Palestina siguen despertándose todos los días con noticias de atentados, dos hombres buenos van a reunirse en Tierra Santa para hacer algo que saben hacer bien y que es lo más útil que pueden hacer para ayudar a resolver los gravísimos problemas de la región: rezar.
Porque aunque no sea sólo para eso, rezar es el principal objetivo del viaje que el Papa Francisco y el patriarca de Constantinopla, Bartolomeo, llevarán a cabo este fin de semana a la patria de Jesús. La iniciativa partió del patriarca ortodoxo y fue acogida inmediatamente por el Papa católico. Ambos son hombres de fe y saben que, más allá de los desaguisados que hagan los hombres, al final es Dios quien escribe la historia, aunque sea con renglones torcidos.
Seguro que será un viaje rico en gestos que darán que hablar. Seguro que habrá apelaciones a la paz y algún discurso memorable. Pero lo que de verdad importa, aunque no sea lo que prefieran destacar los medios de comunicación, serán los momentos en que ambos líderes religiosos dedicarán a rezar. El sitio no puede ser más extraordinario: los lugares sagrados pisados por el mismo Hijo de Dios. Pero ni siquiera eso es lo más importante, porque no sólo en la Tierra de Jesús y de María se puede orar con la seguridad de que Dios nos escucha. Francisco, que ya convocó un gesto inédito de oración por la paz en Siria hace casi un año, sabe que el Señor está cerca de los que lo buscan con sincero corazón y que Él es capaz de obrar maravillas.
Acompañemos al Papa en estos días con nuestra plegaria. Pidamos, con él, por la paz y por la unión de los cristianos. Y sigamos pidiendo, porque él así nos lo ruega, por él mismo, para que pueda seguir confirmando en la fe a los discípulos del Hijo del Dios vivo.