¿Tiene solución nuestra sociedad?
por Un obispo opina
Naturalmente que tiene solución, pero si vamos como vamos ¿la tiene? Rotundamente, no. ¿Es serio esto que digo? Lo digo muy en serio. Y atiendan también con seriedad, a las razones que voy a exponer.
Todos nos quejamos de lo mal que va el mundo. Y se oyen con frecuencia comentarios sobre ello.
Constantemente hablamos de que hay corrupción por todas partes; miles y miles de millones que se pierden y no los encuentran, sueldos vergonzosos para los trabajadores y escandalosos para dirigentes, amiguismos políticos, favoritismos de todo tipo, partidos políticos en lucha constante entre sí, con personas incapacitadas para desarrollar las responsabilidades de sus cargos, pero sí capacitadas para cobrar sueldos muy cuantiosos.
Vemos también personas insignificantes en su vida privada, que han dado un salto inexplicable en su economía personal después de haberles dado un cargo político y todos los etcs que quieran, que son muchos.
Aparte de todo esto, vemos como una pérdida del sentido moral en la sociedad, una pérdida de valores. Lo mismo da casarse que no casarse para formar una familia; lo mismo da formar una familia entre hombre y mujer que entre dos hombres o dos mujeres; también da lo mismo matar a un niño todavía en el seno de su madre que dejarlo nacer. Y al paso que vamos, lo mismo dará tener un marido o una esposa que catorce. Y a todo eso lo llaman progresismo. Pero ¿hacia dónde?
Y lo peor es que los legisladores dan por bueno y legalizan esos absurdos progresismos, con lo que la sociedad va volviendo de alguna manera a lo que podemos llamar la ley de la selva. Hacia ahí, a mi modo de ver, se va encaminando nuestra sociedad. Y si seguimos así, cualquier día se puede legalizar el matrimonio de un padre con su hija o de una madre con su hijo.
Y me pregunto: ¿Tal como se está orientando nuestra sociedad, es posible un cambio en la orientación de la misma?¿podemos cambiarla? ¿Cómo? Pongamos un ejemplo: Un pueblo aislado en el que todos son ladrones o borrachos, ¿podrá ser cambiado por ellos mismos, o para cambiar van a necesitar de alguien que venga de fuera y que pueda cambiarlos? En otras palabras, ¿pueden los borrachos cambiar a los borrachos, o los ladrones a los ladrones? Es decir ¿puede un hombre, roto interiormente reestructurarse por sí mismo, o necesita de alguien que lo cambie y que lo salve?
Y desde aquí, los cristianos apuntamos a Jesús como único Salvador de todos los hombres. Y me pregunto: Si Jesús es el único que puede salvarnos y no lo aceptamos, no creo que el mundo pueda salvarse. Los no cristianos o los medio cristianos podrán pensar de otra manera. Allá ellos. Pero nosotros, los cristianos, si queremos ser coherentes con nuestra fe, no. ¿Prueba?
La Historia. Los cristianos creemos que Jesús: "Es la piedra que vosotros, los constructores, habéis despreciado y que se ha convertido en piedra angular. Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos". (Hechos, 4,1112). No hay otro Salvador.
Y concretando: Acabamos de celebrar la Pascua. ¿Cuál es el mensaje de la Pascua? Dice San Pablo: “Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. En consecuencia, dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia... Despojaos del hombre viejo, con sus obras, y revestíos del nuevo, que se va renovando como imagen de su Creador… Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión… Y, por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada”. (Col 3,117). Éste es el camino.
¡Qué bonito el ejemplo que nos han dado los dos Papas, San Juan XXIII y San Juan Pablo II recientemente canonizados! Recordemos que los santos no son para ser admirados sino para ser imitados. Ellos, como todos los cristianos que viven su fe en Jesús, nos enseñan el camino para ser santos. ¡Qué bonito también el ejemplo de tantos cristianos que viven su fe con dignidad y con sacrificios, algunos hasta el martirio, también en nuestros días!
Y si tenemos la experiencia de que solos no podemos cambiar, de que todos somos pecadores; de que cuando nos hemos adherido de verdad al Señor es cuando hemos vivido la alegría de la fe; de que cuando hemos vuelto a nuestra vida de hombres y mujeres viejos y nos hemos separado de nuestra vivencia cristiana, hemos intentado esconder lo que estamos haciendo porque nos avergonzaríamos si la gente se enterase de las basuritas o basuras que tenemos en nuestra vida, ¿por qué no nos volvemos al Señor que es el único que puede cambiarnos en hombres y mujeres nuevos, y con nuestro testimonio de vida cristiana llevada con seriedad, mostramos a todo el mundo que vale la pena aceptar a Jesús como amigo, Salvador y Dios, dispuesto a perdonarnos y a darnos la alegría de vivir en paz y de contribuir en la salvación de todos los hombres?
Siempre con alegría, os deseo a todos Felices Pascuas.
José Gea
Todos nos quejamos de lo mal que va el mundo. Y se oyen con frecuencia comentarios sobre ello.
Constantemente hablamos de que hay corrupción por todas partes; miles y miles de millones que se pierden y no los encuentran, sueldos vergonzosos para los trabajadores y escandalosos para dirigentes, amiguismos políticos, favoritismos de todo tipo, partidos políticos en lucha constante entre sí, con personas incapacitadas para desarrollar las responsabilidades de sus cargos, pero sí capacitadas para cobrar sueldos muy cuantiosos.
Vemos también personas insignificantes en su vida privada, que han dado un salto inexplicable en su economía personal después de haberles dado un cargo político y todos los etcs que quieran, que son muchos.
Aparte de todo esto, vemos como una pérdida del sentido moral en la sociedad, una pérdida de valores. Lo mismo da casarse que no casarse para formar una familia; lo mismo da formar una familia entre hombre y mujer que entre dos hombres o dos mujeres; también da lo mismo matar a un niño todavía en el seno de su madre que dejarlo nacer. Y al paso que vamos, lo mismo dará tener un marido o una esposa que catorce. Y a todo eso lo llaman progresismo. Pero ¿hacia dónde?
Y lo peor es que los legisladores dan por bueno y legalizan esos absurdos progresismos, con lo que la sociedad va volviendo de alguna manera a lo que podemos llamar la ley de la selva. Hacia ahí, a mi modo de ver, se va encaminando nuestra sociedad. Y si seguimos así, cualquier día se puede legalizar el matrimonio de un padre con su hija o de una madre con su hijo.
Y me pregunto: ¿Tal como se está orientando nuestra sociedad, es posible un cambio en la orientación de la misma?¿podemos cambiarla? ¿Cómo? Pongamos un ejemplo: Un pueblo aislado en el que todos son ladrones o borrachos, ¿podrá ser cambiado por ellos mismos, o para cambiar van a necesitar de alguien que venga de fuera y que pueda cambiarlos? En otras palabras, ¿pueden los borrachos cambiar a los borrachos, o los ladrones a los ladrones? Es decir ¿puede un hombre, roto interiormente reestructurarse por sí mismo, o necesita de alguien que lo cambie y que lo salve?
Y desde aquí, los cristianos apuntamos a Jesús como único Salvador de todos los hombres. Y me pregunto: Si Jesús es el único que puede salvarnos y no lo aceptamos, no creo que el mundo pueda salvarse. Los no cristianos o los medio cristianos podrán pensar de otra manera. Allá ellos. Pero nosotros, los cristianos, si queremos ser coherentes con nuestra fe, no. ¿Prueba?
La Historia. Los cristianos creemos que Jesús: "Es la piedra que vosotros, los constructores, habéis despreciado y que se ha convertido en piedra angular. Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos". (Hechos, 4,1112). No hay otro Salvador.
Y concretando: Acabamos de celebrar la Pascua. ¿Cuál es el mensaje de la Pascua? Dice San Pablo: “Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. En consecuencia, dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia... Despojaos del hombre viejo, con sus obras, y revestíos del nuevo, que se va renovando como imagen de su Creador… Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión… Y, por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada”. (Col 3,117). Éste es el camino.
¡Qué bonito el ejemplo que nos han dado los dos Papas, San Juan XXIII y San Juan Pablo II recientemente canonizados! Recordemos que los santos no son para ser admirados sino para ser imitados. Ellos, como todos los cristianos que viven su fe en Jesús, nos enseñan el camino para ser santos. ¡Qué bonito también el ejemplo de tantos cristianos que viven su fe con dignidad y con sacrificios, algunos hasta el martirio, también en nuestros días!
Y si tenemos la experiencia de que solos no podemos cambiar, de que todos somos pecadores; de que cuando nos hemos adherido de verdad al Señor es cuando hemos vivido la alegría de la fe; de que cuando hemos vuelto a nuestra vida de hombres y mujeres viejos y nos hemos separado de nuestra vivencia cristiana, hemos intentado esconder lo que estamos haciendo porque nos avergonzaríamos si la gente se enterase de las basuritas o basuras que tenemos en nuestra vida, ¿por qué no nos volvemos al Señor que es el único que puede cambiarnos en hombres y mujeres nuevos, y con nuestro testimonio de vida cristiana llevada con seriedad, mostramos a todo el mundo que vale la pena aceptar a Jesús como amigo, Salvador y Dios, dispuesto a perdonarnos y a darnos la alegría de vivir en paz y de contribuir en la salvación de todos los hombres?
Siempre con alegría, os deseo a todos Felices Pascuas.
José Gea
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