San Juan Pablo II (12)
25. LOS MISTERIOS LUMINOSOS DEL ROSARIO
Y EL VÍA CRUCIS DE SAN JUAN PABLO II
El 16 de Octubre de 2002, fue presentada la carta apostólica de Juan Pablo II “Rosarium Virginis Mariae” («El Rosario de la Virgen María»). El Papa volvía a sorprender al mundo entero con la inclusión de cinco nuevos misterios para rezar el Rosario.
En 1991 ya había propuesto a los fieles del mundo entero un nuevo Vía Crucis, estrictamente evangélico y que empieza en Getsemaní. El Viernes Santo de aquel año lo rezaría el mismo durante el ejercicio solemne del Vía Crucis en el Coliseo Romano. El Papa no pretendía suplir al anterior, pues de hecho, Juan Pablo II en el rezo del Vía Crucis de los viernes santos en el Coliseo Romano, a veces seguía este nuevo modelo y a veces lo hacía con el tradicional.
Así, tras la iniciativa del Pontífice, la distribución con las nuevas estaciones pasó lógicamente a llamarse “Vía Crucis Bíblico de Juan Pablo II”. La nueva ordenación de las XIV estaciones es la siguiente:
1) Jesús en el Huerto de los Olivos (Mt 26, 36-46).
2) Jesús es detenido traicionado por Judas (Mt 26, 47-50).
3) Jesús es condenado por el Sanedrín (Mt 26, 57-59).
4) Jesús es negado por Pedro (Mt 26, 69-75).
5) Jesús es juzgado por Poncio Pilato (Mt 27, 24-26).
6) Jesús es azotado y coronado de espinas (Mt 27, 27-31).
7) Jesús es cargado con la Cruz (Mt 27, 24-26.31).
8) Jesús es ayudado por el Cireneo a llevar la Cruz (Mt 27, 32).
9) Jesús se encuentra con las mujeres de Jerusalén (Lc 23, 27-32).
10) Jesús es crucificado (Mt 27, 33-35).
11) Jesús promete su Reino al Buen Ladrón (Lc 23, 39-42).
12) Jesús en la Cruz, la Madre y el discípulo amado (Jn 19, 25-27).
13) Jesús muere en la Cruz (Mt 27, 48-50).
14) Jesús es colocado en el Sepulcro (Mt 27, 60).
Los cinco nuevos misterios
En el año 2002, el Papa define el Rosario como un “compendio del Evangelio” orientado “a la contemplación del rostro de Cristo” con los ojos de María a través de la repetición del “avemaría”. Y, sigue diciendo en la carta “Rosarium Virginis Mariae” que “en los quince misterios del Rosario (cada día se contemplan cinco misterios rezando en cada uno diez avemarías) faltaban hasta ahora momentos decisivos de la vida de Cristo”. Por este motivo, considera “oportuna una incorporación que, si bien se deja a la libre consideración de los individuos y de la comunidad, les permita contemplar también los misterios de la vida pública de Cristo desde el Bautismo a la Pasión”. Explica que los llama misterios de la luz (los otros son los misterios de dolor, de gozo y de gloria»), pues en su vida pública, Cristo se manifiesta como “misterio de luz”: “Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo” (Juan 9, 5).
Juan Pablo II presenta el enunciado de cada uno de los cinco misterios luminosos sobre la vida pública de Jesús:
- “Misterio de luz es ante todo el Bautismo en el Jordán. En él, mientras Cristo, como inocente que se hace ‘pecado’ por nosotros (cf. 2 Co 5, 21), entra en el agua del río, el cielo se abre y la voz del Padre lo proclama Hijo predilecto (cf. Mt 3, 17 par.), y el Espíritu desciende sobre Él para investirlo de la misión que le espera”.
- “Misterio de luz es el comienzo de los signos en las bodas de Caná (Jn 2, 112), cuando Cristo, transformando el agua en vino, abre el corazón de los discípulos a la fe gracias a la intervención de María, la primera creyente”.
- “Misterio de luz es la predicación con la cual Jesús anuncia la llegada del Reino de Dios e invita a la conversión (Mc 1, 15), perdonando los pecados de quien se acerca a Él con humilde fe (Mc 2, 313; Lc 47-48), iniciando así el ministerio de misericordia que Él continuará ejerciendo hasta el fin del mundo, especialmente a través del sacramento de la Reconciliación confiado a la Iglesia”.
- “Misterio de luz por excelencia es la Transfiguración, que según la tradición tuvo lugar en el Monte Tabor. La gloria de la Divinidad resplandece en el rostro de Cristo, mientras el Padre lo acredita ante los apóstoles extasiados para que lo escuchen”.
- Misterio de luz es, por fin, la institución de la Eucaristía, en la cual Cristo se hace alimento con su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y del vino, dando testimonio de su amor por la humanidad “hasta el extremo” (Jn13, 1) y por cuya salvación se ofrecerá en sacrificio.
El Papa sugiere -respetando la libertad del creyente en este campo- que los “misterios luminosos” sean contemplados el jueves. Propone, entonces, que el lunes y el sábado los cristianos recen a partir de ahora los “misterios gozosos”; el martes y el viernes los “dolorosos”; el miércoles, y el domingo los “gloriosos”.
Todo esto sucedió durante el llamado Año del Rosario, desde octubre de 2002 hasta octubre de 2003. Juan Pablo II aclaró que esta convocatoria celebraba tres momentos significativos: los 25 años de su pontificado; los 120 años del aniversario de la encíclica “Supremi apostolatus officio” de León XIII que comenzó una serie de documentos sobre el Rosario; y el apéndice del Año Santo de 2000.
26. SANTOS Y BEATOS DE DIOS
Sucedió un 12 de marzo de 1622. El lugar, la Basílica de San Pedro en el Vaticano. El Pontífice que regía los destinos de la Iglesia, que era Gregorio XV, sólo lo haría a lo largo de tres años (16211623). Una ceremonia única recogía el corazón embargado de todos los presentes. Se trataba de la canonización de Teresa de Ávila, Ignacio de Loyola, Francisco Javier, Isidro Labrador y Felipe Neri. Cuatro españoles -¡y qué cuatro!- y un italiano subían a la gloria de los altares.
Casi cuatrocientos años después, el 4 de mayo de 2003, en el marco de la V visita apostólica de Juan Pablo II a España, se repitió una nueva jornada histórica teniendo esta vez por cúpula el cielo de Madrid. En la Plaza Colón, donde ya había sido canonizado Enrique de Ossò en 1993, fueron canonizados cinco españoles: Pedro Poveda, José María Rubio, Ángela de la Cruz, Genoveva Torres Morales, y Maria Maravillas de Jesús. Los santos de nuestro siglo XX no desmerecen de aquel tan floreciente Siglo de Oro de la santidad española.
A lo largo de su pontificado el Beato Juan Pablo II celebró 147 ceremonias de beatificación -en las que proclamó 1338 beatos (490 españoles)- y 51 canonizaciones, con un total de 482 santos (de ellos 24 españoles). Proclamó a santa Teresa del Niño Jesús Doctora de la Iglesia.
Celebró la canonización y la beatificación más numerosas de la Historia: 120 santos mártires en China, el 1 de octubre de 2000. Y el 11 de marzo de 2001, beatificó a 233 mártires de la persecución religiosa en la España de 1936.
La primera beatificación que presidió tuvo lugar el 14 de octubre de 1979 y fue la del dominico español Francesc Coll, fundador de las Dominicas de la Anunciata. La última canonización, el 16 de mayo de 2004, también fue la de un español, José Manyanet y Vives, fundador de los Hijos de la Sagrada Familia y promotor, junto al arquitecto Siervo de Dios Antonio Gaudi, del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia.
Aunque las normas establecidas por la propia Santa Madre Iglesia hacen esperar con precaución el paso de un quinquenio para iniciar cualquier investigación para declarar la santidad de cualquier católico, Juan Pablo II presidió el 19 de octubre de 2003, la beatificación de Madre Teresa de Calcuta, tan sólo seis años después de su muerte. Y esta excepción también se cumpliría con el Papa Polaco.
La propia muerte del Pontífice nos llevó durante las solemnes exequias en la Plaza de San Pedro a retrotraer nuestra memoria a la Iglesia primitiva cuando se declaraba a los santos por aclamación popular. Por todas partes empezaron a levantarse pancarta en las que se podía leer Santo subito! (¡Santo ya!) y a la vez miles de gargantas aclamaron: Santo subito!, Santo subito!
Benedicto XVI a lo largo de su primer año de pontificado en sus discursos evocó a menudo la figura de Juan Pablo II, y de él decía que era un gran Papa, un llorado y venerado predecesor. En la Misa de inauguración de Pontificado, el 20 de abril de 2005, dijo: Parece como si él me tuviera agarrado fuerte de la mano, veo sus ojos sonrientes y escucho sus palabras, que en aquel momento me dirige a mí de forma particular: ¡No tengas miedo!
El nuevo Papa tan sólo esperó a que se cumpliera el primer año y llegar a una fecha muy significativa como era en la vida de Juan Pablo II el 13 de mayo para iniciar de forma oficial el proceso de canonización de su antecesor. La Causa comenzó oficialmente el 28 de junio en Roma y el 4 de noviembre en Cracovia.
Todo esto sucedió durante el llamado Año del Rosario, desde octubre de 2002 hasta octubre de 2003. Juan Pablo II aclaró que esta convocatoria celebraba tres momentos significativos: los 25 años de su pontificado; los 120 años del aniversario de la encíclica “Supremi apostolatus officio” de León XIII que comenzó una serie de documentos sobre el Rosario; y el apéndice del Año Santo de 2000.
26. SANTOS Y BEATOS DE DIOS
Sucedió un 12 de marzo de 1622. El lugar, la Basílica de San Pedro en el Vaticano. El Pontífice que regía los destinos de la Iglesia, que era Gregorio XV, sólo lo haría a lo largo de tres años (16211623). Una ceremonia única recogía el corazón embargado de todos los presentes. Se trataba de la canonización de Teresa de Ávila, Ignacio de Loyola, Francisco Javier, Isidro Labrador y Felipe Neri. Cuatro españoles -¡y qué cuatro!- y un italiano subían a la gloria de los altares.
Casi cuatrocientos años después, el 4 de mayo de 2003, en el marco de la V visita apostólica de Juan Pablo II a España, se repitió una nueva jornada histórica teniendo esta vez por cúpula el cielo de Madrid. En la Plaza Colón, donde ya había sido canonizado Enrique de Ossò en 1993, fueron canonizados cinco españoles: Pedro Poveda, José María Rubio, Ángela de la Cruz, Genoveva Torres Morales, y Maria Maravillas de Jesús. Los santos de nuestro siglo XX no desmerecen de aquel tan floreciente Siglo de Oro de la santidad española.
A lo largo de su pontificado el Beato Juan Pablo II celebró 147 ceremonias de beatificación -en las que proclamó 1338 beatos (490 españoles)- y 51 canonizaciones, con un total de 482 santos (de ellos 24 españoles). Proclamó a santa Teresa del Niño Jesús Doctora de la Iglesia.
Celebró la canonización y la beatificación más numerosas de la Historia: 120 santos mártires en China, el 1 de octubre de 2000. Y el 11 de marzo de 2001, beatificó a 233 mártires de la persecución religiosa en la España de 1936.
La primera beatificación que presidió tuvo lugar el 14 de octubre de 1979 y fue la del dominico español Francesc Coll, fundador de las Dominicas de la Anunciata. La última canonización, el 16 de mayo de 2004, también fue la de un español, José Manyanet y Vives, fundador de los Hijos de la Sagrada Familia y promotor, junto al arquitecto Siervo de Dios Antonio Gaudi, del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia.
Aunque las normas establecidas por la propia Santa Madre Iglesia hacen esperar con precaución el paso de un quinquenio para iniciar cualquier investigación para declarar la santidad de cualquier católico, Juan Pablo II presidió el 19 de octubre de 2003, la beatificación de Madre Teresa de Calcuta, tan sólo seis años después de su muerte. Y esta excepción también se cumpliría con el Papa Polaco.
La propia muerte del Pontífice nos llevó durante las solemnes exequias en la Plaza de San Pedro a retrotraer nuestra memoria a la Iglesia primitiva cuando se declaraba a los santos por aclamación popular. Por todas partes empezaron a levantarse pancarta en las que se podía leer Santo subito! (¡Santo ya!) y a la vez miles de gargantas aclamaron: Santo subito!, Santo subito!
Benedicto XVI a lo largo de su primer año de pontificado en sus discursos evocó a menudo la figura de Juan Pablo II, y de él decía que era un gran Papa, un llorado y venerado predecesor. En la Misa de inauguración de Pontificado, el 20 de abril de 2005, dijo: Parece como si él me tuviera agarrado fuerte de la mano, veo sus ojos sonrientes y escucho sus palabras, que en aquel momento me dirige a mí de forma particular: ¡No tengas miedo!
El nuevo Papa tan sólo esperó a que se cumpliera el primer año y llegar a una fecha muy significativa como era en la vida de Juan Pablo II el 13 de mayo para iniciar de forma oficial el proceso de canonización de su antecesor. La Causa comenzó oficialmente el 28 de junio en Roma y el 4 de noviembre en Cracovia.
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