Blanca, no pudiste vencer el gran eslalon de la vida
Blanca, no pudiste vencer el gran eslalon de la vida
Blanca, no pudiste vencer el gran eslalon
La vida es una carrera emocionante, con todas sus grandezas e inconvenientes, con pistas
-Pistas verdes. Son las más fáciles.
– Pistas azules. En este segundo nivel de pistas, la cosa se empieza a complicar para los debutantes.
– Pistas rojas. Son pistas de nivel intermedio y difícil –no todas tienen el mismo nivel de dificultad, depende de la orografía de la estación y, como hemos apuntado antes, de las condiciones del día y la nieve. debutantes.
– Pistas negras. Sólo para expertos. Es el nivel máximo de dificultad en una pista de esquí, con pendientes que pueden superar el 50% y, por tanto, son espacios reservados para esquiadores muy experimentados que saben defenderse ante cualquier situación.
Blanca supo vencer toda clase de pistas. Era una campeona a nivel mundial. Pero en la última etapa le tocó una pista negra, muy negra, que ella a pesar de su optimismo natural no pudo vencer. No juzgamos los motivos que tuvo para buscar ese “idílico” lugar en la cumbre de una montaña. No había nieve. No podía vencer a la montaña sin su instrumento favorito que era el esquí. Llegó un momento de su vida que se vio despojada de sus defensas. Era verano y la nieve no le salió a su encuentro. Me duele que alguien que tanto luchó por ser medalla de bronce, no pudiera al final de su carrera recibir de la vida la medalla de oro. Dios sabe más, y dejamos en sus manos el misterio de esta vida.
Estamos en una sociedad complicada, influenciada por una “espiritualidad secularizada”. Somos conscientes de que tenemos un resorte interior que provoca en nosotros la pasión por lo bello. La naturaleza, los colores, el paisaje, las altas montañas… Todo ello nos emociona si dejamos libre al corazón. El peligro está en quedarnos en la imagen, sin buscar al artista que la ha hecho posible. Necesitamos caldear el alma y, por tanto, la mente para buscar la Verdad.
Dice un proverbio chino “Quien pisa con suavidad va lejos”. Es decir, quien trata con delicadeza la vida ella te premia con la felicidad. Dar calor a la vida. Cuenta la teóloga y filósofa Jutta Burggraf la fábula del sol y del viento. “Ambos discutieron a ver quien era mas fuerte. ¿Ves aquel chico envuelto en una capa? Te apuesto a que le haré quitar la capa más rápido que tú. Comenzó soplar, con una fuerza enorme, hasta ser casi un ciclón. Pero cuanto más soplaba, tanto más el chico se envolvía en su capa. Por fin el viento se calmó y se declaró vencido. Entonces salió el sol y sonrió benignamente sobre el chico. No pasó mucho tiempo hasta que este, acalorado, se quitó la capa”.
No es el ruido y la fuerza bruta lo que nos hace vencer, sino el calor que envuelve el corazón, y nos hace pensar en positivo.
¿Qué le falló a Blanca? Tal vez ese calor humano y espiritual que nos hace pensar más allá del frio de la nieve. La vida es un don, y es sagrada. En este eslalon que estamos ejercitando con ilusión, lo importante es llegar al final habiendo vencido los obstáculos. Que el alma de Blanca reciba de Dios los que le corresponda. Nosotros nos quedamos con su recuerdo y su sonrisa.