Miércoles, 25 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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Barbastro y el beato Francisco Castelló

por Victor in vínculis

Mossèn Gerard Soler (a la izquierda de la foto) es delegado de Pastoral Litúrgica del Obispado de Lleida y rector de la parroquia de Santa María de Gardeny. Además es vicepostulador de la causa de canonización del Beato Francisco Castelló. Acaba de terminar, hace un momento (10:29) su conferencia en las II Jornadas Martiriales de Barbastro. Nos ofrece su intervención para que podamos meditar con ella. La foto corresponde al verano cuando estuvo impartiendo un taller de liturgia en Tegucigalpa por expreso deseo del cardenal Óscar Andrés Rodríguez Madariaga, que tuvo un gran éxito de participación. No sólo asistió el mismo cardenal, sino que dos obispos –Mons. Darwin y Mons. Bonello– se unieron a las 350 personas que se congregaron en la "Casa de Ejercicios" de la capital hondureña. La Universidad Católica de Honduras y el Canal 48 de televisión también solicitaron la participación del padre Gerard. Le damos las gracias.
 
 
El Beato Francisco Castelló
 
Es preciso que las Iglesias locales hagan todo lo posible por no perder el recuerdo de quienes han sufrido el martirio”.
 
La Iglesia del primer milenio nació de la sangre de los mártires”.
 
Nunca habrían podido garantizar un desarrollo de la Iglesia como el verificado en el primer milenio, si no hubiera sido por aquella siembra de mártires y por aquel patrimonio de santidad que caracterizaron a las primeras generaciones cristianas”.
 
Al término del segundo milenio, la Iglesia ha vuelto de nuevo a ser Iglesia de mártires”.
 
Es un testimonio que no hay que olvidar… En la medida de lo posible no deben perderse en la Iglesia sus testimonios”.
 
Proclamando y venerando la santidad de sus hijos e hijas, la Iglesia rendía máximo honor a Dios mismo; en los mártires veneraba a Cristo, que estaba en el origen de su martirio y de su santidad”.
 
En estos años se han multiplicado las canonizaciones y beatificaciones. Ellas manifiestan la vitalidad de las Iglesias locales, mucho más numerosas hoy que en los primeros siglos y en el primer milenio”.
 
Hombres y mujeres de tantas lenguas y razas, que han seguido a Cristo en las distintas formas de la vocación cristiana” (Juan Pablo II, Tertio Millennio Adveniente, 37).
 
Una gran madre
 
Nació Francisco en Alicante, el 19 de abril de 1914, y murió fusilado en el cementerio de Lleida el 29 de septiembre de 1936. Veinte y dos años de vivir cristianamente, en la oración y la entrega a los demás. Fue beatificado por el Papa Juan Pablo II, el 11 de marzo del 2001. En la vida de Francisco, su madre tiene un papel fundamental. La madre le pidió al Señor que su hijo fuese “muy santo, muy listo y muy guapo”. A los tres meses de su nacimiento murió el padre de una congestión pulmonar. La madre, viuda, con sus tres hijos que le cabían en el regazo: Teresina, tres años, María dos y Francisco tres meses. Había estudiado la carrera de magisterio, pero no había ejercido, para poder seguir a su marido y cuidar de sus hijos. Teresa Aleu, la madre de Francisco, tenía 27 años. Regresan a Lleida y ella se preparó para las oposiciones. Vilamós (Valle de Arán), Sierra de Almós (Tarragona) y Juneda (Lleida). Siempre acompañada por los tres hijos. Decía que “la madre ha de comenzar la educación de sus hijos cinco minutos después de ponerlos en el mundo”. También les decía: “como no tenéis padre yo he de ser para vosotros, padre y madre a la vez”. Era una mujer valiente y fuerte. Supo modelar el alma de su hijo Francisco. Se encuentra ante su hijo pequeño, en sus años de adolescente y jóven, con un temperamento fogoso, irascible y con amor propio. Formó la conciencia de su hijo Francisco, y como ella decía, “una vez formada, ya no se preocupaba, podía ir sólo”. Alguien que conoció a Francisco en los años de su juventud afirmaba que “era el resultado de una abnegación poco corriente; la obra terminada de una educación excepcional”. Hay que hacer el elogio de esta madre, joven viuda, porque está claro y es evidente que para entender quien era y como era el hijo hay que buscar sus antecedentes en la madre.
 
 
La Eucaristía
 
A los ocho años encontramos a Francisco y sus hermanas en Juneda (Lleida). Dos cursos lo tuvo su madre como un alumno más. A los diez años hizo la primera comunión. Preparado en la parroquia y por su madre que intentaba que las verdades cristianas se fijasen en la inteligencia y moviesen la voluntad del chico. El 4 de mayo de 1924 hizo la primera comunión. Se sabe que se emocionó mucho y se asomaron algunas lágrimas en sus ojos. La primera comunión fue el inicio de una participación frecuente en el Sacramento de la Eucaristía y la madre le ayudaba y guiaba para que participase bien. Más adelante, los que serán sus superiores, harán notar que Francisco participaba en la Eucaristía con atención y reverencia.
 
 
Estudiante responsable
 
Había comenzado su formación al lado de su madre en Juneda; la seguirá durante seis cursos en Lleida, y finalmente en Barcelona, en el Instituto Químico de Sarriá. Y en Oviedo obtuvo el título en Ciencias Químicas. Una vez obtenido un trabajo, continúo sus estudios científicos y de lenguas. Toda su vida está enmarcada en un ambiente de estudio serio y responsable. Ingresa al Instituto de Enseñanza Media de Lleida, y alumno interno de los Hnos. Maristas. El director espiritual del colegio decía que “era un estudiante piadoso, admirable por su pureza de vida. Vivía abiertamente bajo los impulsos de la gracia de Dios. Odiaba el pecado, era muy delicado y recto de conciencia. Daba muestras de un criterio superior a su edad”. Junto a todas sus buenas cualidades, recordar también que era de carácter fogoso, de natural irascible y también con mucho amor propio. Francisco trabajó tanto su aspecto intelectual  como su carácter.
 
 
La muerte de la madre. Los tres huérfanos. El buen hermano
            En el cuarto curso de bachillerato. En el Colegio de los Hnos. Maristas, el director le comunica que su madre estaba gravemente enferma. Al llegar a su casa, su madre estaba agonizando y ya no le reconoció. Pocas horas después moría la madre dejando huérfanos a dos hijas, Teresa y María, y a Francisco. Hacía quince años que habían perdido al padre, y ahora quedaban huérfanos del todo. Desde aquel día Francisco perdió el color rosado de su cara, cambiándola por un color pálido notable. Dijo a sus hermanas que, aún siendo él el más pequeño, desde ese momento tomaba la responsabilidad de la familia. “Yo nunca os abandonaré, somos huérfanos: hemos quedado solos. Dios no nos abandonará, como tampoco nos dejará nuestra madre que está en el cielo”.
 
 
La ayuda de un buen sacerdote
 
Teresa, la hermana mayor, se encontró con un jesuita de la residencia de Lleida, el p. Juan Calaf, hombre de una gran personalidad. Él influyó de una manera decisiva en la orientación espiritual de los tres hermanos huérfanos. La comunicación con él, durará años.
 
 
La consagración de los tres huérfanos a María, Madre de Dios
 
La iniciativa partió de Francisco. Pidieron a la Virgen, Madre de Dios que, desde aquel momento, María fuese Madre de ellos, que les ayudase y protegiese. El sentirse huérfanos les hacía sentir la necesidad de buscar la maternidad de otra Madre.


 
 
Acompañamiento espiritual: el p. Román Galán
 
El p. Román Galán, de Oviedo; unos años mayor que Francisco y estudiante como él en el Instituto Químico de Sarriá. El influjo del p. Galán, tanto en el aspecto espiritual como en sus estudios fue notable. Sin duda que fue la persona que intimó más con Francisco, como lo demuestra la carta que le escribió horas antes de ser fusilado. En unos momentos difíciles del primer curso, tuvo lugar la providencial intervención del p. Galán. Aprovechando unos días de vacaciones reunió un grupo de jóvenes para predicarles unos Ejercicios Espirituales. Fueron cinco días, del martes 24 al sábado 29 de marzo, la semana antes del Domingo de Ramos. Fue una verdadera gracia de Dios poder escuchar y meditar la Palabra del Señor. Le había como invadido una dejadez espiritual que no sabemos donde le hubiese llevado. Con estos días de retiro comienza una nueva etapa de su vida.
 
Dice Francisco: “Queridas hermanas  y tía: no os escribí la semana pasada, porque aprovechando unos días de vacaciones, el p. Román Galán, del que ya os he hablado en cartas anteriores, se ofreció para darnos una tanda de Ejercicios a un grupo de amigos, alumnos del Instituto Químico. Los frutos han sido tan buenos que no he perdido ni una idea, ni una palabra. Han sido unos días de gran alegría espiritual; doy gracias al buen Jesús por todos los consuelos que me ha proporcionado y por la saludable reacción que se ha obrado en mi alma. Recibid un abrazo de vuestro Francisco”. Constata una “saludable reacción”, palabras que confirman lo que se ha dicho: la crisis por la que estaba pasando.
 
 
Una carrera terminada y trabajo encontrado
 
Acabada la carrera, peritaje químico en Sarriá y la licencia en la universidad de Oviedo, a los 19 años. Encontró un buen trabajo en la casa “Abonos Químicos Cros, S.A.”.
 
Actividades apostólicas
Junto a su formación intelectual y espiritual, dedicó mucho tiempo al apostolado. A pesar de su juventud, es un militante cristiano. Se puede hablar de su faceta de apóstol. Francisco salió victorioso de una crisis que le llevó, durante un tiempo, a una falta de interés y de fervor por las cosas del espíritu (curso 1930). Des los 16 años hasta los 22, no se encuentra ningún período de su vida que no esté marcado por alguna actividad apostólica. Congregaciones marianas (Barcelona): obras apostólicas, sociales y de tiempo libre. Patronato Obrero de la Sagrada Familia: “Las almas se han de ganar para el cielo con esfuerzo y oración”. En Lleida la Acción Católica. En el barrio del Canyeret, con los pobres. Y en la escuela de María Navés, hacía clases nocturnas a los obreros del barrio. Trabajo con los obreros de la Casa Cros, S.A. En la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña, fue nombrado responsable de la sección de piedad. La Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña fue su obra preferida. Francisco fue un apóstol trabajando con los más humildes, los niños, los obreros y los pobres.
 
 
Se enamoró de Mariona
 
Su relación con sacerdotes y religiosos, y con el p. Román Galán, hizo pensar a sus hermanas que un día ingresaría en la compañía de Jesús, se hiciese jesuita. Pero se enamoró de una joven, Mariona Pelegrí. Francisco era un muchacho atrayente y admirado por muchas chicas. La que mejor habla de esta relación de los dos jóvenes, Francisco y Mariona, es la carta escrita por Francisco a su querida Mariona, desde la cárcel, pocas horas antes de morir. Ahí aparece tanto su gran corazón como su inteligencia. Aparece el ideal del fejocista que cantaba en su himno: “Nuestra arma es la pureza”.
 
Querida Mariona: Nuestra vidas se unieron y Dios ha querido separarlas. A Él le ofrezco, con toda la intensidad posible, el amor que te profeso, mi amor intenso, puro y sincero. Siento tu desgracia, no la mía… Me sucede una cosa extraña. No puedo sentir pena alguna por mi suerte. Una alegría interna, intensa, fuerte, me invade por completo. Querría hacerte  una carta una carta triste de despedida, pero no puedo. Todo yo estoy envuelto de ideas alegres como un presentimiento de gloria. Querría hablarte de lo mucho que te habría querido, de las ternuras que te tenía reservadas, de lo felices que habríamos sido. Pero para mí todo esto es secundario. Tengo que dar un gran paso… No quiero que llores, no quiero. Espero que estés orgullosa de mí. Te quiero. No tengo tiempo para nada más. Francisco”.
 
 
Nada de mediocridad
 
Se constata en la vida de Francisco una mejora persistente, en su vida espiritual y su vida de estudiante. Aquellas frases que él repetía con frecuencia, de “siempre adelante” o “cada día más y mejor en todo lo que hagas”, eran puntos de referencia que él ponía en práctica. Una característica del carácter de Francisco era buscar la perfección. Vemos un progreso, un esfuerzo que no tiene nada que ver con la mediocridad.
 
 
Testimonio valiente en el juicio
 
El fiscal le pregunta “¿Eres católico?”. Francisco responde: “Sí, soy católico”. Pena de muerte. “Si ser católico es un delito, acepto gustosamente ser delincuente, ya que la felicidad más grande que puede encontrar el hombre en este mundo es morir por Cristo… Agradezco la posibilidad que me ofrecéis para asegurar mi salvación”.
 
 
“Todo yo estoy envuelto de ideas alegres como un presentimiento de gloria”
 
Anima a sus compañeros, también condenados a muerte y canta “Arriba, el camino es solo de un día”. Les da fuerza y ánimo, con la fe que él tenía y le alimentaba, como había escrito momentos antes: “Tengo la seguridad que esta noche estaré con mis padres en el cielo”; “Estoy tranquilo y contento, muy contento. Espero poder estar en la gloria dentro de poco rato”. A las 11 de la noche salieron los condenados del Ayuntamiento donde fueron juzgados. Francisco pidió a los guardias si podían cantar. Y de camino al cementerio entonó y cantó la profesión de fe: “Creo en un solo Dios…”.
 
 
“¡Por favor, un momento! ¡Amigos! Yo os perdono, y ¡hasta la eternidad!
 
Puesto Francisco en el paredón del cementerio de Lleida, a medianoche del día de San Miguel, se puso de cara a los jóvenes que lo fusilarían y les dijo: “¡Amigos! Yo os perdono. ¡Hasta el cielo!”. Muere perdonando y abriendo las puertas  del cielo a los que lo mataron.
 
 
Al término del segundo milenio, la Iglesia ha vuelto de nuevo a ser Iglesia de mártires”.
 
Es un testimonio que no hay que olvidar… En la medida de lo posible no deben perderse en la Iglesia sus testimonios”.
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