Corazón de Padre está muy, muy bien
Últimamente hacemos broma en casa: ¡solo vamos al cine a ver películas de santos!
De acuerdo, en la cartelera hay alguna otra película que merece que nos rasquemos el bolsillo, pero es que la cosecha de pelis de Goya es espectacular. No sé si habrá influido lo de la pandemia y se han acumulado las películas, pero si el mes pasado no podía dejar de recomendarles Petra de San José, este mes tengo que avisarles de que no se pierdan Corazón de Padre.
En esta ocasión la atención se pone en San José, la figura escondida y callada que Dios elige para que sea el padre de su Hijo y el cabeza de la Sagrada Familia. Da vértigo, ¿no? Su importancia es crucial: desde las grandes decisiones a la vida cotidiana en la que iba educando a Jesús (cuántos gestos y expresiones de Jesús no serían reflejo de José), una grandeza que solo es superada por su discreción, por su humildad, por su silencio. Tanto que durante siglos de vida de la Iglesia, si bien siempre estuvo ahí, quedó como en un segundo plano. Son precisamente nuestros tiempos los que han puesto a san José en primer plano (patrono de la Iglesia, de la familia, del Concilio Vaticano II)… y es que la Divina Providencia sabe bien que san José es el remedio para los males que afligen a nuestro mundo.
Mis hijas, cuando vamos a este tipo de películas, me preguntan: ¿vamos a ver una película o un documental? Ya se entiende: la película tiene una trama, unas actuaciones, el documental es una serie de explicaciones y testimonios. Y como bien sospechará el lector, cuando respondo que un documental no suelen reaccionar con gritos de entusiasmo. Pues bien, Corazón de Padre es un documental… ¡del que mis hijas salieron entusiasmadas!
No sé si es porque ya llevan unos cuantos a sus espaldas o porque con esto de la pandemia han tenido más tiempo para pulirlo, pero lo cierto es que les ha quedado un documental espectacular. Con ritmo, bien trabado, con un buen equilibrio entre historias y testimonios y unas imágenes preciosas. Un producto a la altura de las mejores producciones en su categoría. Es difícil destacar un testimonio porque todos los que se presentan merecerían que nos detuviéramos en ellos (pero para eso está la película, que harán bien en ir a ver cuanto antes), pero no puedo dejar de mencionar a los Jóvenes de San José (¡qué increíble labor y cómo demuestran que no hay nadie tan alejado que no pueda recibir la gracia de Dios!), a las monjas del IVE, a los dos escultores que aparecen, a la Madre Paloma (esta vez dando la cara)…
Es además una película con la que incluso los católicos más devotos descubrirán aspectos que desconocían: José como modelo de paternidad y masculinidad, José como rector del primer “seminario”, aquel en el que se formó el Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza, la impresionante la explosión de peregrinaciones a Cotignac, el lugar del sur de Francia donde se apareció San José, la desconocida historia del Hermano André y su obra en el Quebec, que está en el origen del mayor santuario del mundo dedicado a San José o la heroica insistencia de los católicos georgianos por erigir un lugar de culto en el que San José fuera especialmente venerado.
No sigo porque se trata de que vayan al cine. Dicen quienes han producido esta película en la web de Corazón de Padre que “Queremos tocar los corazones con los hechos reales que vamos a mostrar, generalmente desconocidos, y enriquecer la fe y la vida de millones de personas”. Doy testimonio de que lo han conseguido.
Gracias de nuevo a Andrés Garrigó, Josepmaria Anglés, Pablo Moreno y todo el equipo por esta película que nos hace redescubrir aún más a San José, quererlo y darnos cuenta de que es el modelo que necesitamos, de forma muy especial en nuestros turbulentos tiempos.