Viernes, 22 de noviembre de 2024

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Ladran, luego cabalgamos

por En cuerpo y alma

 
            Uno de los más finos refranes del refranero español, frase lacónica donde las haya, de profundo significado aunque haya que escarbar un poco para encontrárselo.
 
            La frase nos sitúa en un escenario de caza compartido por cuatro especies diferentes: el objeto de la cacería, a determinar, en Inglaterra podría ser un zorro, en España un ciervo o un jabalí; los perros que ladran; los caballos que cabalgan, y los seres humanos que a lomos de los caballos dirigen toda la escena. Es un hecho que en cuanto el ser humano espolea al caballo y éste echa  correr, el perro comienza también la carrera y se echa a ladrar.
 
            ¿Interpretación del adagio? Como todo refrán que se precie, múltiples. Me parece la más acertada aquélla según la cual, cuando ante la iniciativa de una persona todos gritan y vociferan, todos ladran en definitiva, quiere decir que esa persona avanza en la buena dirección, en definitiva que cabalga.
 
            Es generalmente acepado que el refrán tiene su cuna en la gran obra de la literatura española que es el “Quijote”. De hecho, se completa la frase con frecuencia de la siguiente manera: “Ladran amigo Sancho, luego cabalgamos”, puesta en boca del Caballero de la Triste Figura. Nada más erróneo: ninguno de los muchos y divertidos episodios del Ingenioso Hidalgo contienen en lugar alguno la alusión, lo que no quita para reconocer que sería interesante saber quién fue el primero en ponerla en boca de D. Alonso de Quijada aunque no fuera D. Miguel de Cervantes.
 
            Consta en cualquier caso del uso de la expresión, no necesariamente el primero, por Johan Wolfgang von Goethe (17491832), cuyo poema “Kläffer” (“Ladridos”), compuesto en 1815, reza de la siguiente manera:
  
 
Alemán Español (traducido de la versión inglesa)
 
Wir reiten in die Kreuz und Quer 
Nach Freuden und Geschäften; 
Doch immer kläfft es hinterher 
Und bellt aus allen Kräften 
So will der Spitz aus unserm Stall 
Uns immerfort begleiten, 
Und seines Bellens lauter Schall 
Beweist nur, daß wir reiten. 
 
 
  Nuestras caballos en todas direcciones van,
  por trabajo o por placer,
  Y ladridos a nuestro paso asisten
  y aullidos  sin medida alguna.
  El perro que en nuestro establo habita
..y nos persigue pisándonos los talones
..sus estridentes ladridos
..muestran al menos que cabalgamos.
 
 
  
 
            ©L.A.
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