Lunes, 23 de diciembre de 2024

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Oración, ayuno y misericordia, sin elitismos ni rankings

Oración, ayuno y misericordia, sin elitismos ni rankings

por La divina proporción

 
Tres son, hermanos, los resortes que hacen que la fe se mantenga firme, la devoción sea constante, y la virtud permanente. Estos tres resortes son: la oración, el ayuno y la misericordia. Porque la oración llama, el ayuno intercede, la misericordia recibe. Oración, misericordia y ayuno constituyen una sola y única cosa, y se vitalizan recíprocamente. 
 

El ayuno, en efecto, es el alma de la oración, y la misericordia es la vida del ayuno. Que nadie trate de dividirlos, pues no pueden separarse. Quien posee uno solo de los tres, si al mismo tiempo no posee los otros, no posee ninguno. Por tanto, quien ora, que ayune; quien ayuna, que se compadezca; que preste oídos a quien le suplica aquel que, al suplicar, desea que se le oiga, pues Dios presta oído a quien no cierra los suyos al que le súplica. 

Díctate a ti mismo la norma de la misericordia, de acuerdo con la manera, la cantidad y la rapidez con que quieres que tengan misericordia contigo. Compadécete tan pronto como quisieras que los otros se compadezcan de ti. En consecuencia, la oración, la misericordia y el ayuno deben ser como un único intercesor en favor nuestro ante Dios, una única llamada, una única y triple petición. 

Tú que ayunas, piensa que tu campo queda en ayunas si ayuna tu misericordia; lo que siembras en misericordia, eso mismo rebosará en tu granero. Para que no pierdas a fuerza de guardar, recoge a fuerza de repartir; al dar al pobre, te haces limosna a ti mismo: porque lo que dejes de dar a otro no lo tendrás tampoco para ti. (San Pedro Crisólogo. Sermón 43: PL 52, 320. 322) 

El miércoles de ceniza es la puerta de entrada para al Cuaresma. La Cuaresma es el tiempo litúrgico correspondiente a los 40 días previos a la Semana Santa. El número 40 tiene un significado purificación, cambio, conversión. La fe, la esperanza y la Caridad, se evidencian como camino hacia Dios. La cuaresma es un tiempo que está lleno de signos y símbolos que es fácil que se nos escapen o los malinterpretemos. 

San Pedro Crisólogo nos habla de las tres columnas que deben sustentar nuestro camino cuaresmal: ayuno, oración y misericordia. No podemos decir que una de estas columnas sea más importante que las demás, ya que son como las tres patas de una mesa. Si cortamos una de ellas, porque pensemos que es menos importante, la mesa se cae. Si alargamos una y acortamos otra, la mesa queda inestable. Pero si la mesa debe estar en un suelo irregular, el carpintero ajustará las patas a la longitud adecuada para que la mesa sea estable. 

El enemigo es astuto y sabe agrietar el camino de la virtud, sesgando y priorizando aquello que sólo es coherente si se practica unido. “Quien posee uno solo de los tres, si al mismo tiempo no posee los otros, no posee ninguno 

Nuestra soberbia nos lleva a simplificar el camino dando más importancia a un aspecto y tentándonos a olvidar de los demás. Después, la envidia nos predispone a juzgar con prepotencia a nuestros hermanos. Quien da más importancia la ayuno, desdeña a quien actúa de forma misericorde, porque no se mortifica. Quien es misericorde, se ríe de la inutilidad real de la oración. Quien ora todo el día, señala que el ayuno no aporta nada positivo a su oración. No se trata de elegir lo mejor, sino de vivir la plenitud, en la armonía que Dios desea para cada uno de nosotros. 

Es frecuente que nos encontremos con rankings donde se elige “lo mejor”, sin pensar en que la Voluntad de Dios hace que cada uno de nosotros tenga un carisma propio único. Carisma que tiene el mandato de multiplicarse y de complementarse con los de los demás. Toda comparación, por muy justificada que parezca, propicia que aparezcan grietas entre nosotros y la diversidad se convierta en diferencia. Las grietas producen que las comunidades se conviertan en colectivos faltos de afecto y armonía. 

Un experto Maestro de Obra sabe elegir el tipo de piedra óptimo para cada lugar de la construcción. Elegirá el duro y robusto corindón para los cimientos. El corindón es tan duro que no es adecuado para utilizarlo en paredes u ornamentos. Utilizará el granito para los fundamentos que requieran un acabado pulido. Para las paredes interiores y exteriores utilizará la piedra arenisca. Esta piedra puede esculpirse con facilidad, es impermeable, pero se desgasta con facilidad. Para los acabados,  ornamentos más delicados y las esculturas, el mármol es el más adecuado. 

El Maestro de obra asigna a cada piedra la mejor función que puede realizar. Nunca elegirá un fantástico trozo de corindón para una delicada escultura. Aunque alguien pueda decir que el mármol tiene la función más “excelsa”, el corindón no deja de ser necesario y su labor tan importante como la de la figura más impresionante realizada en mármol. ¿Qué es lo mejor para el corindón? Ser cimiento robusto y duradero. ¿Qué es lo mejor para el mármol? Ser esculpido con esmero y arte. Lo mejor depende de la Voluntad de Dios sobre cada uno de nosotros. 

Es necesario aceptar los talentos que Dios nos ha dado sin creerlos superiores  a los de los demás. Tener claro que, como regalos de Dios, son lo mejor para nosotros. Dar valor a los talentos de los demás sin entrar en banas excelencias. Sin los talentos de los demás los nuestros dejan de tener sentido. 

El propósito para esta Cuaresma debería se orar, ayunar y actuar con misericordia, en la Proporción Divina que Dios ha querido para cada uno de nosotros, sin centrarnos únicamente en una o dos de ellas y sin querer medir a nuestro hermano según nuestro carisma. Como si Dios no desease lo mejor para cada uno de nosotros. 

La oración, la misericordia y el ayuno deben ser como un único intercesor en favor nuestro ante Dios, una única llamada, una única y triple petición.

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