Miércoles, 04 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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Vivimos en libertad condicional

por La Columna del #CoronelPakez

Y a la mayoría de los seres humanos no les importa en absoluto. Es más, lo desean.

En España, seguimos con el "¡Vivan las cadenas!" de tiempos del rey felón.

Hoy los que gritan eso van de liberales, como los fascistas van de antifascistas y los comunistas de salón van de Armani.

Es un tipo de sopicaldo político tan posmoderno como asqueroso.

Y, sin embargo, es el mismo brebaje maloliente que nos hacen tragar: un cocido de libertades recortadas y pasadas por la sartén de la famosa libertad masónica de la estatua, la única "libertad" que conoce el mundo desde 1789 y desde que un hombre nefasto llamado Juan Jacobo Rousseau acabó con la verdad política, y con ella con el mismísimo ser humano y la mismísima sociedad, para imponer una legitimidad ordinaria, soez y aleatoria a la que bautizaron con el vocablo "Estado". Podrían haberle puesto prisión y se hubiesen acercado más a esa verdad recién violada y aún sangrante.

Vista para sentencia favorable, pues, la cuestión de endiosar al hombre y su obtusa razón que produce monstruos, toca enumerarlos y listarlos como condiciones de la libertad perdida para siempre.

Vean, señorías, que somos libres solo si:

-Abjuramos de Dios y de su Cristo. No faltan maneras de hacerlo: desde el cachondeo al asesinato, y desde el olvido al odio.

-Nos reímos de la Santa Madre Iglesia como jamás nos mofaríamos del islam.

-Consideramos al islam como la única religión de paz verdadera.

-Nos ciscamos en las patrias y en los patriotas.

-Se nos cae la baba con el globalismo y las agendas Moleskine (ojalá) de la ONU. Agendar genocidios no es nuevo, pero hacerlo con toda la jeta ante la audiencia sí lo es. Cosa que nos descubrió el padre Sanahuja (RIP).

-Nos acomodamos a los poderes fácticos, tácticos, estratégicos y maquiavélicos de los esbirros de la luz, según ellos, y según Juan de Patmos, siervos del anticristo.

-Nos ponemos el bozal para intoxicarnos a nosotros mismos con nuestras propias miasmas, o heces bucales, so excusa de solidaridad con el prójimo al que habitualmente ignoramos y despreciamos.

-Nos inoculamos venenos inútiles para su fin y aptos para otros fines inconfesables, bajo pena de muerte civil, obligados como ganado gentil marcado con la marca de la Bestia.

-Nos ponemos el cinturón, no fumamos, no bebemos, no respiramos, no comemos lo que nos da la gana, no estornudamos, no besamos, no bailamos, no abrazamos, no lloramos en el hombro de alguien, no acariciamos, no tocamos, no leemos, no viajamos, no... no... no...

No se crean que exagero. No me hagan caso. Y muy pronto no verán ya mártires porque están siendo liquidados; ni mujeres -ni hombres- de verdad porque están siendo exterminadas por entes transhumanos. 

No me hagan caso y vuelvan a la cárcel. Esta libertad que les trajo el Cristo la perdieron hace muchos años.

Y a Él, es obvio, lo asesinan cada hora por millones.

Paz y Bien.

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