Lunes, 25 de noviembre de 2024

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Un amigo es un tesoro

por Argumentos para el s. XXI

Hay libros que entretienen, otros que enseñan, otros que hacen pensar y otros que marcan de tal forma que nos hacen cambiar. Hablo, naturalmente, de los buenos libros; los otros prefiero no calificarlos. Cualquier buen libro aporta mucho, pero hay algunos que no sólo nos hacen pasar buenos momentos, no sólo nos ilustran sobre aspectos de la vida que no conocemos bien o sobre experiencias que no alcanzamos a comprender, sino que nos impactan de tal manera que nos animan a un cambio de rumbo, aunque sea pequeño, en nuestros valores o nuestro comportamiento. Claro está que esto es muy personal, a cada uno le impactan unos escritos, pero también podemos afirmar que hay libros universales, que a todos de alguna manera nos "sacuden" de nuestra modorra interior y nos hacen ilusionarnos con la idea de ser mejores. Me parece que uno de esos libros es el "pequeño principe" (el Principito, como lo hemos traducido en las versiones más conocidas en España), una obra maestra del aviador y escrito francés Antoine De Saint - Exupéry, desaparecido en un misión de reconocimiento durante la segunda guerra mundial. El Principito es uno de esos libros que ofrece mucho más de lo que sugiere a primera vista. Está lleno de analogías, de sugerentes imágenes, de contrastes que nos permiten reflexionar sobre valores quizá desvaídos en nuestra vida.
Hoy quería comentar algo sobre reflexiones que el Principito nos propone sobre la amistad, uno de los más profundos sentimientos del ser humano. Me parece que uno de los síntomas de la crisis de valores que vivimos en Occidente es la pérdida del sentido de la amistad, que siempre es amor gratuito, amor generoso. La palabra amigo desgraciadamente hoy se manosea con su recurrente uso en las redes sociales. Se dice sarcásticamente que "eres más falso que un amigo en Facebook". Lástima que las redes utilicen esa palabra para referirse a una relación humana que emulan de manera enormemente superficial. Como es lógico, nadie puede tener 300 ó 400 amigos. Lo que las redes sociales refieren como amigos son sólo personas que, con más o menos cercanía, tienen algún interés en lo que decimos o hacemos. Muy lejos está eso de lo que es realmente un amigo: alguien que siempre está ahí para escucharnos, para ayudarnos, alguien con quien queremos compartir momentos de alegría o tristeza. La amistad requiere tiempo, dedicación, tiene que ser bidireccional: no podemos tener amigos sólo para servirnos de ellos.
Me parece que los pasajes que el Principito dedica a diálogar con el zorro son una magnífica alegoría de lo que es la amistad. El zorro pretende convencerle que le domestique, para que ese niño desconocido pase a ser alguien con significado, alguien a quien ama y por quien es amado. No será ya un niño más, sino su amo, su amigo. Eso requiere un entrenamiento, una repetición de encuentros que fragüe una relación humana. "Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto, descubriré así lo que vale la felicidad. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunca sabré cuándo preparar mi corazón... Los ritos son necesarios". Los ritos, los tiempos, la dedicación. La intimidad require cultivar la amistad. Naturalmente no estoy hablando de nada sensual; el amor de amistad no requiere intercambio corporal: sólo es genuino cuando es espiritual, aunque se base también en favores materiales. La amistad no es el noviazgo, no es el amor esponsal, naturalmente no el amor genital. Todos necesitamos amigos, somos seres sociales y necesitamos expandir nuestro interior con alguien que nos conozca, que nos oriente o simplemente que sepa estar junto a nosotros en los momentos necesarios. Pero el ajetreo cotidiano, las largas distancias, la comunicación incomunicada de las nuevas tecnologías, nuestro creciente materialismo, pueden hacernos perder uno de los mayores tesoros: la amistad, y quien no tiene amigos, me parece que ha perdido buena parte de su vida, aunque aparentemente triunfe. Como dice el zorro al Principito, "Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, los hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo,  domestícame!"
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