Lunes, 23 de diciembre de 2024

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¿Oímos sólo lo que queremos escuchar? San Basilio

¿Oímos sólo lo que queremos escuchar? San Basilio

por La divina proporción

 
Dios Nuestro Creador, nos ha dado el uso de la palabra para que descubramos a los demás los designios del corazón; ya que somos de una misma naturaleza, quiere Dios que, comunique cada uno con su prójimo, sacando como de unas alacenas, las intenciones de los escondrijos del corazón. Si contásemos únicamente de alma, pronto nos entenderíamos con los demás por medio de lo que pensamos. Pero como nuestra alma elabora los pensamientos revestida con el traje de la carne, tiene necesidad de palabras y nombres para publicar lo que dentro tiene. Y así, luego que nuestro pensamiento toma una voz significativa llevado por la palabra como en una barca, cruzando el espacio, pasa del que habla al que oye. Si encuentra profunda calima y silencio, entra como en puertos tranquilos e imperturbados en los oídos de los que escuchan. Pero si como enfurecida tempestad, sopla contra el alboroto de los oyentes, naufragará disolviéndose en medio del espacio. Haced, pues calima a la palabra con el silencio. Porque tal vez aparezca conteniendo algo útil que podáis llevar con vosotros (San Basilio, Introducción de la Homilía sobre Deuteronomio 15, 9 “Atiéndente a ti mismo”) 
 

Evangelizar tiene mucho que ver con la comunicación. Ya los Primeros Padres de la Iglesia, como San Basilio, tenían claro los problemas que conlleva comunicar con otra persona. 

Hace un par de días tuve una conversación con un amigo ateo, en la que se reprodujo la plantilla de dificultades comunicativas que son habituales. El me decía algo, yo le contestaba acotando lo que me parecía aceptable de sus premisas y el se quejaba de que tergiversaba sus palabras. 

Hay muchos conceptos en que el litigio del significado aparece, pero la palabra: Amor es paradigmática. ¿A qué amor nos referimos cuando la pronunciamos? Me comentaba: 

Cuando fui educado en el cristianismo me enseñaron como idea fundamental el mandamiento único de Cristo: "...que os améis unos a otros...". Ese es, según aprendí, el contenido real y fundamental de la fe cristiana, y todo lo demás si no tuviera ese contenido sería un envoltorio de ritos y creencias vacío de fundamento. 

Es evidente que quedarnos la premisa "...que os améis unos a otros..."como idea única y fundamental del cristianismo conlleva muchos problemas para quien lo acepta y para quien intenta delimitar el contexto y el significado. Cualquier limitación de un concepto borroso, conlleva definirlo y crear conflictos de significado. 

Al definir qué amor es el que Cristo señala y en qué contexto está insertada la premisa, es lógico que mi amigo dijera que le estaba malinterpretando. Simplemente, al definir amor, impedía que la frase fuese utilizada como un comodín que justificara lo que fuese necesario. 

Podemos preguntarnos ¿Cómo propiciar la calima que San Basilio nos señala? Calima, para quien no lo sepa, es una situación metereológica en donde nos existe viento alguno y la humedad ambiental crece. Además hay presentes partículas muy pequeñas de polvo, cenizas, arcilla o arena en suspensión. Esto produce que los ruidos tiendan a atenuarse y todo parezca más silencioso. 

Indudablemente, es imprescindible convencer a la persona con quien hablamos de que no queremos atacarle y que lo que estamos intentando es sintonizar nuestro lenguaje. Esto no se suele producir con facilidad, ya que los prejuicios que llevamos dentro producen que salten las alarmas y nos sintamos acorralados. La mayoría de las personas prefieren dejar la conversación antes que someterse a un paciente proceso de sintonía del lenguaje. 

Dice el Papa Francisco en la recién publicada Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium. “Nuevas culturas continúan gestándose en estas enormes geografías humanas en las que el cristiano ya no suele ser promotor o generador de sentido, sino que recibe de ellas otros lenguajes, símbolos, mensajes y paradigmas que ofrecen nuevas orientaciones de vida, frecuentemente en contraste con el Evangelio de Jesús 

Estos nuevos lenguajes y paradigmas no dejan de releer el Evangelio utilizando significados y entendimientos nuevos para las antiguas palabras. Entendimientos y significados que se sienten atacados si les señalamos la Tradición que debe ser utilizada para comprenderlos en su totalidad y profundidad. Algo similar esta sucediendo con el libro “Cásate y se sumisa”, que está siendo rechazado sin llegar a leer una página. Se solicita que se retire sin intentar comprender los que la autora quiere decir, principalmente porque el título tiene la palabra “sumisa” y esté dirigido a las mujeres. Se interpreta la palabra sumisa desde una visión sado-masoquista y a la mujer, desde el modelo ideológico imperante. Esto conlleva que sea inaceptable para la comprensión de nuestros políticos y otras muchas personas. 

¿Cómo evangelizar entonces? Hago alguna propuesta: 

  • ¿Traducimos los evangelios y toda la literatura católica al lenguaje de cada momento y cultura imperante? Cada pocos años la cultura cambia, esto sería una locura y nos dejaría agotados y confundidos. Pocos leería aquellos escritos que sus prejuicios le dicen que son irrelevantes para la vida actual.
  • ¿Nos embarcamos en una misión educadora de magnitud planetaria, para que todos entiendan lo que nuestra fe les dice? En el momento actual, la Iglesia no tiene capacidad de hacer esto. Incluso en su máximo apogeo de poder civil, la Iglesia no pudo más que dar finas capas de barniz evangélico a la mayoría de la población
  • Comunicar con las actitudes y el ejemplo. Esto ha sido propuesto tanto por Benedicto XVI como por el Papa Francisco para facilitar el primer llamado. No cabe duda que es la forma más sencilla de comunicar lo más elemental de la fe, pero nos encontramos con el problema de comunicar lo que está más allá de las actitudes y las apariencias. La trascendencia necesita de un lenguaje más elaborado y profundo. Lenguaje, que nuestra sociedad actual desconoce y desdeña como improductivo y vacío.

Para salir de este atolladero necesitamos pistas que sólo el Espíritu Santo puede darnos. Leamos lo que el Papa Francisco nos propone en la recién editada Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium: 

La pastoral en clave de misión pretende abandonar el cómodo criterio pastoral del «siempre se ha hecho así». Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades. Una postulación de los fines sin una adecuada búsqueda comunitaria de los medios para alcanzarlos está condenada a convertirse en mera fantasía. Exhorto a todos a aplicar con generosidad y valentía las orientaciones de este documento, sin prohibiciones ni miedos. Lo importante es no caminar solos, contar siempre con los hermanos y especialmente con la guía de los obispos, en un sabio y realista discernimiento pastoral 

Este párrafo me conduce a otro texto de Benedicto XVI, que resuelve en gran parte el puzzle planteado: 

Diría que a menudo son minorías creativas las que determinan el futuro, y, en este sentido, la Iglesia católica debe entender que es una minoría creativa que tiene un patrimonio de valores que no son algo del pasado, sino una realidad muy viva y relevante. La Iglesia debe modernizarse, debe estar presente en el debate público”. 

Creatividad fiel a la Verdad, que se adapta a la circunstancias de cada persona que se acerca a nosotros. Audacia a la hora de plantear soluciones particulares que vayan cambiando junto con el cambio de la cultura que nos rodea. Utilizar los medios adecuados a cada interlocutor y dejar espacios para que todos podamos participar en el desafío evangelizador que tenemos por delante.

 

 

 

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