De Miguel de Servet, quemado vivo en la hoguera por la Inquisición calvinista
por En cuerpo y alma
Sí señores porque hace hoy exactamente 460 años, ardía en una de las muchas hogueras que la intolerancia y la ignorancia ha levantado a lo largo de su historia por todos los rincones de Europa, uno de los grandes sabios españoles de todos los tiempos, descubridor de la circulación pulmonar de la sangre, Miguel de Servet.
Monumento a Miguel Servet en Annemasse (Francia) |
Miguel Serveto y Conesa, más conocido como Miguel Servet, nace en Villanueva de Sigesa, en Huesca en 1511. Hijo de Antón Serveto, noble infanzón y notario del Monasterio de Sigena, y de Catalina Conesa, de linaje judeo-converso, se forma en España, en el castillo de Montearagón, y en Francia, en Tolosa, donde estudia derecho, que une a sus amplios conocimientos de latín, griego y hebreo, así como de todas las materias sobre las que escribirá y disertará: teología, filosofía, anatomía, meteorología, geografía o medicina.
Desde temprano inicia contactos con autores de la incipiente Reforma protestante, como Ecolampadio o Bucer, lo que le lleva a publicar con apenas veinte años de edad, su tratado “De Trinitatis erroribus” (“Errores sobre la Trinidad”), que producirá gran escándalo, no sólo entre los católicos, sino entre los protestantes también. A éste seguirán muy poco después otros dos libros, “Diálogos sobre la trinidad”, y “Sobre la justicia del reino de Dios”.
Inicia correspondencia con uno de los grandes doctores de la Reforma, Calvino, a quien le manda su libro “Restitutio”, donde profesa una herejía muy próxima a lo que se da en llamar el panteísmo, -Dios se halla en todas las cosas-, y donde sostiene también tesis anabaptistas, según las cuales, el bautismo sólo debería recibirse en la madurez y no en la infancia: Jesús mismo, según Servet, había sido bautizado a los 30 años.
Pues bien, precisamente en el libro V de la “Restitutio”, se halla la gran aportación de Servet al mundo de la ciencia, a saber, la función de la circulación pulmonar de la sangre conocida también como circulación menor. Una aportación estrictamente científica que reviste Servet, sin embargo, de implicaciones teológicas, al sostener que el alma era una emanación de la divinidad que residía en la sangre sobre cuya circulación investigaba.
Tras enviar su Restitutio a Calvino, éste, que no comulga con sus tesis, le envía su obra Institución de la religión cristiana, la cual le es devuelta por Servet llena de anotaciones. Ello provoca la santa ira del reformista francés, una indignación no exenta de consecuencias, como veremos.
Publicada la Restitutio en 1553 de manera clandestina y bajo el nombre de Michel de Villeneuve, que hace clara referencia a su lugar de nacimiento, Villanueva de Sigesa, Servet es denunciado a la Inquisición católica que le detiene en Vienne, aunque logra escapar y sufre su condena al fuego en efigie, es decir, no en persona sino representado por un muñeco, algo como sabemos (pinche Vd. aquí para conocer algo más sobre la Inquisición española) habitual en los juicios inquisitoriales.
En su huída, Servet, cuyo carácter debía tener un toque de audacia o de imprudencia, hace una parada en Ginebra, donde es localizado y detenido por aquél a cuyo libro había realizado tan inoportunas anotaciones, Calvino. El resultado es que Servet es juzgado por la Inquisición protestante, que también existió aunque no tuviera dicho nombre y, considerado hereje, es una vez más quemado, sólo que esta vez vivo, un día 27 de octubre como el de hoy (ayer cuando Vd. lo lea), sólo que del año 1553.
Miguel Servet en la hoguera. Biblioteca Nacional de Francia. |
Publicada la Restitutio en 1553 de manera clandestina y bajo el nombre de Michel de Villeneuve, que hace clara referencia a su lugar de nacimiento, Villanueva de Sigesa, Servet es denunciado a la Inquisición católica que le detiene en Vienne, aunque logra escapar y sufre su condena al fuego en efigie, es decir, no en persona sino representado por un muñeco, algo como sabemos (pinche Vd. aquí para conocer algo más sobre la Inquisición española) habitual en los juicios inquisitoriales.
En su huída, Servet, cuyo carácter debía tener un toque de audacia o de imprudencia, hace una parada en Ginebra, donde es localizado y detenido por aquél a cuyo libro había realizado tan inoportunas anotaciones, Calvino. El resultado es que Servet es juzgado por la Inquisición protestante, que también existió aunque no tuviera dicho nombre y, considerado hereje, es una vez más quemado, sólo que esta vez vivo, un día 27 de octubre como el de hoy (ayer cuando Vd. lo lea), sólo que del año 1553.
Más allá de sus aportaciones de tipo teológico y sobre todo fisiológico, la figura de Servet ha representado un icono de la lucha por la libertad de expresión y de conciencia. El gran escritor Stefan Zweig (conozca Vd. algo sobre su figura pinchando aquí) le dedica una de sus obras maestras, “Castalión contra Calvino”, y los monumentos a su persona, así como los hospitales, parques, institutos y calles, proliferan por España y por Europa.
©L.A.
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