Miércoles, 25 de diciembre de 2024

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De Creixell al Cielo

por Victor in vínculis

De páginas webs y de las vidas de los mártires
¡Qué gozo la gloria dada a los mártires! 77 años después, ¡ni imaginárselo podrían!... La historia de sus vidas y martirio corre por la red como reguero de pólvora, cuya explosión espiritual es imparable. Si en el último post hablamos de los santos que se asomaban a la celebración del pasado domingo, desde el retablo infográfico del altar mayor, para recordar la palabra ex catedra de los papas anteriores con la canonización de algunos de nuestros mártires, hoy, podemos recordar las excelentes páginas webs creadas con motivo de la beatificación del 13 de octubre de 2013.
O la del Arzobispado de Tarragona:
 
 
Creixell en el Tarragonés
Creixell es un municipio de la provincia de Tarragona, en la comarca del Tarragonés. Situado en la Costa Dorada, a 18 kilómetros de Tarragona. Como curiosidad su fiesta grande se celebra el tercer domingo de septiembre, en honor al Santísimo Sacramento, las famosas Minervas, nombre que viene de la Cofradía homónima.
La iglesia parroquial está dedicada a San Jaime. Su construcción se inició en 1559 por orden del Arzobispo de Tarragona. Es de estilo gótico con algunos elementos barrocos. En su interior se conservan unas pinturas murales del siglo XVII en las que aparecen Santa Tecla y Santa Lucía. Destaca también la cripta de 1663. El campanario se construyó con posterioridad, en 1771. Fue reformado en 1917 por Josep Maria Jujol. Se le añadieron cuatro imágenes (Santo Domingo de Guzmán; San Francisco de Asís; San Luis, rey de Francia y San Juan de Mata) de 3 metros de altura y una cúpula.
 
 
Los dos nuevos beatos de Creixell
El primero, era hijo del pueblo. El beato Pau Bertran Mercadé nació en Creixell el día 21 de enero de 1875. Fue ordenado presbítero por el arzobispo Tomás Costa y Fornaguera en septiembre de 1899. Cuando era ecónomo de Passanant se distinguió por una gran devoción a la patrona del pueblo, la Virgen de Passanant. Era muy madrugador y trabajador. Decía a menudo: “Los brazos abiertos significan paz”. También había sido rector-arcipreste de Sant Martí de Maldà.

Era rector de la Selva del Camp cuando estalló la revuelta del 36. De momento estuvo escondido en diferentes casas de la parroquia, edificando a los feligreses con su gran conformidad a la voluntad de Dios. Para liberarlo de quienes lo buscaban para matarlo, dos buenos vecinos, con su coche, lo llevaron hasta su pueblo natal, Creixell, donde pudieron llegar por una providencia especial. Se ocultó en casa de su hermano, José, junto con el rector de Creixell, Francisco Vives Antich.
El beato Francisco Vives Antich había nacido en Valls (Alt Camp) el día 22 de marzo de 1876. Fue bautizado en la parroquia de San Juan Bautista de Valls el 25 de marzo de 1876. Recibió la ordenación sacerdotal el 21 de mayo de 1900. En 1915 fue nombrado regente de Belianes. Era el ecónomo de la parroquia de Creixell al estallar la revuelta del 36. Los dos nuevos beatos se distinguieron por su piedad, humildad y caridad, y por su gran celo sacerdotal. Mosén Francisco Vives ponía un gran interés en la enseñanza de la doctrina cristiana a todos los niños.

 
Así pues, los dos sacerdotes pasaban horas y horas rezando.
El 6 de agosto, cuando pasaba por la carretera el “coche fantasma”, sus ocupantes preguntaron a un vecino de Creixell si allí ya habían muerto todos los curas. Al decir que el alcalde todavía tenía dos escondidos, los acompañó hasta casa Bertran. Iban unos dieciséis patrulleros y con horribles blasfemias y graves insultos exigieron que salieran los dos presbíteros. Ante aquel alboroto se presentó Mosén Pau Bertran frotándose pacíficamente las manos, y dijo:
-¿Quieren algo, estos señores?
Sin decir palabra lo detuvieron, pero Mosén Pau aún les preguntó:
-Bueno, ¿y por qué me quieren matar?
Le respondieron:
-Porque eres cura.
-Si es así, está bien.
A continuación se presentó Mosén Francisco Vives, y en medio de insultos y blasfemias los llevaron a la plaza y los hicieron subir a un camión. Mientras se iban, Mosén Francisco saludaba a sus feligreses y les decía:
-¡Adiós, adiós!
Llegados a Torredembarra, ante la fábrica Refractarios Llovet, los hicieron bajar y los mataron a tiros por el solo hecho de ser presbíteros. Antes, los dos presbíteros se habían dado mutuamente la absolución.

          
En 1940, una vez terminada la guerra civil, los restos mortales de los dos humildes nuevos Beatos, fueron reconocidos y, tras ser exhumados del cementerio de la villa de Torredembarra, donde habían sido enterrados, fueron trasladados al cementerio de la municipio de Creixell, en la que uno había nacido y el otro había sido rector.
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