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El pasado domingo, en el altar de las beatificaciones pudimos contemplar esta hermosa imagen de la Virgen de Montserrat, reproducción que habitualmente se encuentra en el Palacio Episcopal de Tarragona. La Santa Misa finalizó con el Virolai, interpretado por la Escolanía del Monasterio de Montserrat, -no olvidemos que fueron beatificados 20 monjes benedictinos de esa Comunidad-. Junto a la gigantografía con los rostros de los 522 nuevos beatos, a ambos lados aparecían seis santos.
San Jaime Hilario Barbal, otro hermano de La Salle, martirizado en Tarragona el 28 de julio de 1937.
http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=13360&mes=1&ano=2011
Como estaba anunciado, la beatificación conectaba de una manera visible a los mártires del cristianismo primitivo con los de la persecución religiosa de los años treinta del siglo pasado.
De esta manera, junto con el obispo san Fructuoso y sus santos diáconos Augurio y Eulogio, protomártires hispánicos, quemados vivos en el anfiteatro de Tarragona el 21 de enero de 259, había otros tres santos más: San Inocencio de la Inmaculada, San Pedro Poveda y San Jaime Hilario Barbal. Fueron martirizados en 1934, en 1936 y en 1937, respectivamente.
Bajo el altar en el que se celebró la Santa Misa de beatificación estaban las reliquias de los seis santos, que a pesar de estar separados por casi diecisiete siglos, estaban unidos por la sangre derramada.
De esta manera, junto con el obispo san Fructuoso y sus santos diáconos Augurio y Eulogio, protomártires hispánicos, quemados vivos en el anfiteatro de Tarragona el 21 de enero de 259, había otros tres santos más: San Inocencio de la Inmaculada, San Pedro Poveda y San Jaime Hilario Barbal. Fueron martirizados en 1934, en 1936 y en 1937, respectivamente.
Bajo el altar en el que se celebró la Santa Misa de beatificación estaban las reliquias de los seis santos, que a pesar de estar separados por casi diecisiete siglos, estaban unidos por la sangre derramada.
Los 522 nuevos beatos vienen a sumarse a los 1001 que, hasta ese momento, habían sido beatificados. Once de ellos son ya santos:
Los Santos Mártires de Turón: ocho Hermanos de las Escuelas Cristianas de La Salle (Santos Cirilo Bertrán, Marciano José, Julián Alfredo, Victoriano Pío, Benjamín Julián, Agustín Andrés, Benito de Jesús, Aniceto Adolfo), junto a ellos el Padre Pasionista San Inocencio de la Inmaculada. Habían sido beatificados en Roma, el 29 de abril de 1990.
http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=25662
http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=25539
http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=25570
http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=25662
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San Jaime Hilario Barbal, otro hermano de La Salle, martirizado en Tarragona el 28 de julio de 1937.
http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=13360&mes=1&ano=2011
El 4 de mayo de 2003, durante la V Visita Apostólica del Papa Juan Pablo II a España fue canonizado el sacerdote diocesano Pedro Poveda Castroverde, martirizado en Madrid el 28 de julio de 1936. Había sido beatificado en Roma el 10 de octubre de 1993.
Termino con esta hermosa página de los escritos de San Pedro Poveda. Está sacado del Plan de Vida, que se publicó en 1910. En esa fecha él tenía 35 años. Un comentarista afirma que "aunque no hay pruebas parece como si hubiese vivido gracias místicas... Habla del Calvario como si hubiera estado allí".
Fe
Fe
Sólo faltaba el final: Creo asimismo en la necesidad que tengo de comer este pan divino, si he tener vida espiritual.
Esperanza
Espero, Señor, y confío en vuestra misericordia inagotable que me perdonaréis todos mis pecados, omisiones, negligencias e ingratitudes; que seguiréis ayudándome con le auxilio de vuestra divina gracia y me llevaréis al cielo. Todo lo cual espero conseguir por los infinitos méritos de la Sangre preciosísima de vuestro divino Hijo, y esta confianza es la que me sostiene y alienta para llegar al Sacramento del Altar.
Caridad
Os amo, Dios mío, con todas mis fuerzas y protesto que es mi voluntad amaros eternamente. Deseo que mi amor sea cada día más tierno, más fuerte y más inquebrantable. Quiero vivir por vuestro amor, para amaros y con vida de amor solamente. Por Vos amo a mi prójimo, en el cual veo vuestra divina imagen, y no tengo ni quiero tener otro móvil que me impulse para amarle, fuera de vuestro mandamiento.
Humildad
Postrado humildemente en vuestra soberana presencia, os adoro como a mi Dios y Señor, autor y dispensador de todo bien, al propio tiempo que reconozco mi indignidad y miseria. Mi mayor honra es confesarme por vuestro siervo y esclavo. Por Vos soy cuanto soy y de mí nada tengo que no sea digno de menosprecio. Para vos quiero todo el honor, toda la gloria y todas las alabanzas, y para mí los desprecios, ultrajes y castigos.
Deseo
Deseo, Padre de las misericordias, con todas las fuerzas de que soy capaz, recibir el Cuerpo adorable y la Sangre preciosísima de vuestro divino Hijo, y con tal vehemencia anhelo recibir la Hostia de salud, que prefiero este don celestial a todo otro don y a la vida misma. Concededme la gracia extraordinaria de recibiros todos los días de mi vida, y , a trueque de obtener esta merced incomparable, acepto, desde ahora, todo género de sufrimientos y tribulaciones.
Comuniones Espirituales
Jesús mío, yo quiero recibiros dentro de mi corazón: ven Señor, y santifica a tu esclavo, toma posesión de este ser que es tuyo y lo será eternamente.
Vive en mí, amor mío, y viva yo en ti, ahora y por toda la eternidad.
Dulce sueño de mi alma, saciad los deseos de mi afligido corazón, que anhela recibir vuestro Sacratísimo Cuerpo. Habitad en mi, pero de tal manera que jamás me separe de Vos.
Ven, Esposo de mi alma y no dejes huérfano al que te pertenece por completo.
Quiero, Señor alimentarme de tu Cuerpo y Sangre para unirme a Ti con la más íntima unión.
Prefiero la recepción de tu Cuerpo a todo otro don, y por recibirlo sufriría los más crueles tormentos.
Jesús, vea a mí, yo soy tuyo y Tú mío. La muerte, Señor, antes que la separación.
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