Rolando Rivi, mártir cristiano del comunismo
Allí acaba de ser beatificado Rolando Rivi. Una beatificación gozosa y que lleva a los altares al joven seminarista italiano que fue asesinado, en odio a la fe, por partisanos comunistas el 13 de abril de 1945, un hecho que no fue aislado pero que difícilmente se encuentra en la historiografía oficial.
El cardenal Amato, en la homilía de la ceremonia, recordó que “las ideologías humanas caen, pero el Evangelio del amor no pasa nunca”, y no dudó en referirse a “hienas que habían olvidado los mandamientos del Señor y que habían sido atiborrados de odio e indoctrinados para combatir el cristianismo, humillar a los sacerdotes, asesinar a los párrocos y destruir la moral católica”. Estaban viviendo ya el alba de la revolución bolchevique que querían extender al resto de Europa y que, providencialmente, fue detenida. Frente a estos partisanos comunistas, Rolando Rivi ofrece perdón y fortaleza para permanecer unido a Cristo. Por cierto, el destino de sus asesinos es revelador: condenados por un juez que, en su sentencia, escribía del nuevo beato que era “jovencísimo, de conducta piadosa e irreprensible y que con sus virtudes cívicas tenía simpatía por los partisanos católicos y se oponía a la difusión del comunismo”, fueron rápidamente amnistiados (indispensable la lectura de El Caballo Rojo, de Eugenio Corti, para entender lo que ocurrió en Italia en aquellos años).
Meritorio también el trabajo de quienes han promovido su causa de beatificación, que han debido superar mil y una trabas por la presunta inconveniencia de un caso que pone en cuestión el relato oficial impuesto tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Finalmente se abrió paso la verdad y la Iglesia cuenta con otro testigo de Cristo que nos recuerda que la victoria es del Señor, que la muerte ha sido ya derrotada y que somos llamados a unirnos con Él en la patria celestial. Lo mismo que nos recordarán nuestros más de quinientos compatriotas beatificados el próximo 13 en Tarragona.