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Vincent Peillon, ministro de educación francés, con la "Carta de la laicidad" en un colegio. |
Leyendo
Profesionalesetica.org me encuentro con una interesante entrevista al conocido profesor Massimo Borghesi sobre la recién implantada "
Carta de laicidad" que el gobierno del socialista Hollande ha impuesto en Francia. Más allá de las reflexiones de Borghesi se puede advertir en la susodicha nueva "Carta" la consumación del derecho del Estado a que los padres y sus hijos vean violada su libertad de conciencia. Evidentemente esto no es un proceder aislado sino la consumación de un proyecto de fondo. En la era de internet es fácil mapear y reconstruir los pasos. De esta forma nos encontramos con un revelador video donde el ministro de educación francés, Vincent Peillon (el mismo que ayudó a la implantación de la carta de laicidad), dice abiertamente que el problema de la sociedad es la Iglesia católica. Con un prejuicio de entrada no es difícil adivinar hacía quién está especialmente dedicada la "
Carta de la laicidad". El video se puede ver en este enlace
http://actualidadyanalisis.blogspot.ch/2013/09/del-dicho-al-hecho-la-religion-catolica.html.
Si alguno no entiende el francés la traducción es ésta:
"Nunca vamos a poder construir un país libre con la religión católica. Dado que no podemos amoldar el protestantismo en Francia, como se ha hecho en otras democracias, hay que inventar una religión republicana. Esta religión republicana, que debe acompañar a la revolución material, que no es sino la revolución espiritual, es el laicismo. Y esta es también la razón por la que a principios del siglo XX se ha hablado de la fe laica, religión laica, y que el laicismo sería la creación de un espíritu público, de una moral laica y por lo tanto la pertenencia a una serie de valores".
Si el señor Peillon quiere fundar su religión, pues allá él, pero que no la imponga a todos los franceses aprovechando que es el ministro de educación del país. ¿Y esto qué interés puede tener para un latinoamericano, por ejemplo? Pues que hacía allá van las "democracias" de aquellos lares: a imponer por decreto qué deben y qué no creer los ciudadanos.