De esos dichos populares que creemos evangélicos pero no lo son: "De todo hay en la viña del Señor"
por En cuerpo y alma
Si hasta ahora hemos dedicado ya algunos artículos a aquellos dichos populares que provienen directamente del Evangelio, vamos a dedicar a partir de ahora un capítulo también a aquellos dichos populares que, como dice el título, parecen provenir del Evangelio, y sin embargo, o no proceden de él o no se corresponden con su contenido real.
Son varios. Hoy traigo aquí uno de ellos: “De todo hay en la viña de señor”.
Las menciones a la vid, a la viña son continuas en el Evangelio, varias decenas diría. Sin embargo en ningún momento se cita la viña del Señor como sinónimo de la viña de Dios, ni mucho menos se recoge la expresión que da título a nuestra entrada de hoy.
Lo que no quita para que haya referencias muy tangenciales, de las cuales quizás sea ésta que recoge Mateo, una parábola de Jesús, concretamente la del viñador. la más parecida
«En efecto, el Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña. Habiéndose ajustado con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. Salió luego hacia la hora tercia y al ver a otros que estaban en la plaza parados, les dijo: ‘Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo’. Y ellos fueron. Volvió a salir a la hora sexta y a la nona e hizo lo mismo. Todavía salió a eso de la hora undécima y, al encontrar a otros que estaban allí, les dice: ‘¿Por qué estáis aquí todo el día parados?’ Dícenle: ‘Es que nadie nos ha contratado’. Díceles: ‘Id también vosotros a la viña’. Al atardecer, dice el dueño de la viña a su administrador: ‘Llama a los obreros y págales el jornal, empezando por los últimos hasta los primeros’. Vinieron, pues, los de la hora undécima y cobraron un denario cada uno. Al venir los primeros pensaron que cobrarían más, pero ellos también cobraron un denario cada uno. Y al cobrarlo, murmuraban contra el propietario, diciendo: ‘Estos últimos no han trabajado más que una hora, y les pagas como a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el calor’. Pero él contestó a uno de ellos: ‘Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No te ajustaste conmigo en un denario? Pues toma lo tuyo y vete. Por mi parte, quiero dar a este último lo mismo que a ti. ¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?’” (Mt. 20, 115)
©L.A.
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