Dejar respirar a los sacerdotes
Dejar respirar a los sacerdotes
por Duc in altum!
Muchos de nosotros nos hemos encontrado con varios sacerdotes de verdad, personas cercanas, audaces, creativas, preparadas y, sobre todo, felices de ser lo que son. Es normal que nos dé gusto saludarlos o platicar con ellos, pues su consejo siempre llega en buen momento; sin embargo, hay quienes abusan, tratándolos como si tuvieran algún derecho de exclusividad. Los cercan, les quitan espacio y, por ende, tratan de marginarlos de los demás, incluso se valen del confesionario para ganar tiempo, desplazando a los otros que quizá tengan problemas más urgentes.
Lo mismo sucede con el Papa. Hace poco, se vio claramente a una religiosa que se abalanzó para darle la mano, tensionando a su equipo de seguridad. Nadie discute la emoción de ver al obispo de Roma, pero empujarlo resulta contrario a la prudencia, al sentido común. Fr. Yves Congar O.P. (19041995), uno de los grandes teólogos del Concilio Vaticano II, decía que -a menudo- Dios pasa a un segundo plano, viéndose sustituido por la devoción papal. Congar jamás puso en duda el primado de Pedro. Simple y sencillamente, señaló la importancia de mejorar el enfoque pastoral sobre el tema en cuestión. De ahí que el Papa Francisco haya pedido que –en lugar de gritar su nombre- dijeran: ¡Jesús, Jesús, Jesús!
Volviendo al tema, hay que dejar respirar a los sacerdotes, entender que son personas de carne y hueso. Tratarlos como si fueran unos amuletos de la buena suerte, choca con el Evangelio. En el fondo, es una cuestión de poder: “me llevo con el párroco, soy de los que sabe hasta dónde se va de vacaciones”. Hace poco -el que esto escribe- se topó con una persona que en su perfil, no tiene una sola fotografía en la que no salga retratada con un sacerdote. Todos los ministros ordenados, deberían darse su lugar, hacerlo con educación y moderación, pero sin permitir que alguien los maneje a su antojo. Tienen que ser tratados con más naturalidad.