Domingo, 22 de diciembre de 2024

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Seguir los deseos y cuidar el amor

"¡Ya no siento nada por él!", "¡Se acabó el amor entre nosotros!", "¡Fue bonito mientras duró!". Oímos frases similares con frecuencia y a base de repetirlas, parece que acaban constituyendo en todos los casos un motivo real, una causa justificada.

Ya hemos dicho que los sentidos y los sentimientos siguen la ley de los rendimientos decrecientes que dice que aquello que gusta, cuanto más lo gozamos, termina gustando cada vez menos. Es una de las razones de que nos guste tanto una comida especial que se come pocas veces: si se comiera con frecuencia, ya no sería especial.

En una relación de pareja todo lo que tiene que ver con la afectividad, de alguna manera tiene que ver con los sentidos. Cuando uno se deja llevar solo por los sentidos, es muy fácil que la ilusión termine pronto y aquello que emocionaba, cada vez emocione menos. Los sentidos piden con impaciencia: ¡ya, ahora!

Para tener un cierto dominio de uno mismo y no marchitar los amores, hay que tener una cierta sobriedad que no reprimirá las emociones, sino que buscará su equilibrio. Sin esta sobriedad, lo “grande” –inteligencia y voluntad- quedará a merced de lo “pequeño” –pasiones e instintos-.

Para que un amor dure hay que cuidarlo, tratarlo con delicadeza. Implica cierta renuncia en el terreno de los sentimientos y los afectos, y esta renuncia no está de moda. Está bien visto realizar las mayores renuncias para adelgazar o para ganar más dinero; pero pocas veces nos encontramos con personas que realicen sacrificios para intentar que la calidad de su cariño sea mayor cuando ya no hay sentimiento. Yo siempre que me encuentro con personas así, me alegro y les animo aunque -bien pensado- debería ser lo normal.

No olvidemos que el sacrificio es renunciar a lo inferior para conseguir lo superior. Eso está en contra de “lo que se lleva”. Quizá esa falta de dominio de la inteligencia y la voluntad sobre los instintos, está conduciendo a mucho sufrimiento en el terreno amoroso.

- “En los amores, lo que me pida el cuerpo” decía el otro día una celebrity.

Y aunque sea un poco fuerte yo pensé: “Es una buena forma de fracasar como persona”.

Las cosas antes de llegar al corazón, tienen que pasar por la cabeza. El corazón no entiende de templanza, de sobriedad, por eso le tiran tanto las pasiones, los instintos. Utilizar la cabeza – inteligencia y voluntad- hace que no se desboque el corazón. De esa manera, lo educamos, lo hacemos capaz de amar cada vez con más intensidad.
contreras@jmcontreras.es
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