El Papa Francisco y las primeras críticas

29 junio 2013 00:00

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Papa Francisco

La elección del cardenal Jorge Mario Bergoglio, como 266 sucesor del apóstol Pedro, ha roto todos y cada uno de nuestros esquemas, nos ha sacudido, provocando un terremoto mediático y eclesial. Muchos -al vernos alcanzados por la radicalidad de sus gestos y palabras- nos hemos asustado; sin embargo, la realidad es que se trata de un buen Papa. Los cardenales supieron tomar una decisión acorde a lo que la Iglesia necesita. ¿En qué baso o fundamento mi afirmación? Me ha bastado con ojear las primeras páginas del libro titulado: “Conversaciones con Jorge Bergoglio”, de Sergio Rubin y Francesca Ambrogetti, para darme cuenta que no se trata de un activista cercano a la Teología de la Liberación o, en su caso, de una persona contraria al magisterio en sus años como arzobispo, sino de un hombre completo, abierto, culto, cercano, austero y, sobre todo, coherente con el Evangelio.

El que esté provocando un “shock” eclesial, ¡es buena señal! Cuando el Espíritu Santo interviene, todo parece tambalearse, se abren puertas y horizontes, pero sin poner en riesgo a la verdad revelada, pues Dios no se contradice a sí mismo. Tenemos a un Papa que habla claro y directo a la vida cotidiana, manteniendo la hermenéutica de la continuidad, como lo hicieron Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI. No hay crisis o contradicción en lo que al magisterio se refiere, sino variedad de personalidades, estilos y dificultades que afrontar. Por lo tanto, dejemos la hipótesis, según la cual, Francisco es mejor o peor que los anteriores.

Cada Papa tiene un desafío capital que encarar. En el caso de Francisco, está la cuestión de los abusos sexuales, la reforma de la curia romana y la reorganización del IOR. Tres temas marcados por las inercias y la burocracia. De ahí que sea un Pontífice autocrítico, firme, austero y audaz. Ahora bien, el que abogue por los excluidos, por los que no tienen trabajo, no lo hace un izquierdista trasnochado, sino alguien que ha reconocido a Cristo en la realidad social. Por desgracia, se le han atribuido palabras que no ha dicho. Estamos en buenas manos. El que busque asesores competentes en materia canónica, fiscal y pastoral, es una prueba de que analizará bien las cosas antes de tomar alguna decisión. Sabe gobernar y, hasta el momento, va viento en popa.

Del desconcierto inicial, tenemos que pasar a la aceptación, dejando a un lado las comparaciones que siempre resultan odiosas: “que si Benedicto era mejor”, “que si Francisco no fue al concierto”, “que si la Teología de la Liberación está de regreso”, etcétera. Me parece bien analizar y seguir de cerca el pontificado en curso, pero hay que tener los pies sobre la tierra, evitando distorsionar las cosas. Afortunadamente, el Papa Francisco, no se identifica ni con los conservadores, ni con los progresistas que lo han convertido en su slogan publicitario. Al día de hoy, resulta imposible clasificarlo en alguna categoría, lo que -a decir verdad- es una muy buena noticia.