Nadie es inútil o secundario en la Iglesia. Papa Francisco
Nadie es inútil o secundario en la Iglesia. Papa Francisco
¿Somos todos iguales? ¿En qué sentido? Miremos la estructura de una catedral. Todas y cada una de las piedras es necesaria, pero cada una de ellas tiene una función particular. Ninguna piedra es inútil, ya que cada una de ellas tiene que realizar la misión para la que fue creada. Todos los católicos somos Iglesia y el Santo Padre es tan Iglesia como el último bautizado.
Ahora, lo que no es lógico es que todos nos dediquemos a hacer lo que queramos en momento que creamos conveniente. Cada persona, cada católico, tiene un espacio donde desarrollarse y colaborar activamente dentro de un orden lógico y razonable. Por eso no tenemos que tener miedo a que alguien nos diga que sobramos o que no servimos para nada.
«Nadie es inútil en la Iglesia. Si alguien, por casualidad, dice: “vete a tu casa, eres inútil”, no es cierto. Todos somos necesarios para ser Templo del Señor. Nadie es secundario, todos somos iguales a los ojos de Dios»
Este entendimiento de la Iglesia es algo que muchas personas alejadas o enfrentadas con nosotros, no lo terminan de comprender. Encuentran discriminaciones donde sólo existen carismas y misiones diferentes. ¿Por qué sucede esto? Básicamente porque se parte de una visión igualitarista y relativizante del ser humano. Podemos hacernos esta pregunta: ¿A quien elije el Señor para hacer grandes cosas?
Normalmente elije a quienes parecen más indignos e inútiles. ¿Por qué lo hace? ¿No sería más fácil elegir a personas capaces? Veamos lo que nos dice San Agustín:
Si hubiese elegido en primer lugar a hombres revestidos de dignidad, de cualquier clase que ella fuese, se hubiesen atrevido a asignarlo a sus méritos, no a la gracia de Dios... (San Agustín. Sermón 250,1)
En la Iglesia no podemos pensar en términos de poder o influencia temporal. Lo que realmente marca la diferencia entre nosotros es la santidad y la santidad conlleva dejarse transformar por el Señor. Ya sabemos lo que el mismo Cristo nos dijo:
"El que quiera ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos" (Mc 9, 35)
Si unimos esta indicación del Señor, con las palabras del Papa Francisco, nos daremos cuenta que todos debemos ser servidores de Dios y de nuestros hermanos. Por eso, cada cual con su carisma y misión, somos iguales ante el Señor y somos necesarios en la Iglesia.