Del V Congreso Mundial contra la pena de muerte, que se celebra en Madrid esta semana
por En cuerpo y alma
Desde el próximo día 12 de junio hasta el 15 tendrá lugar en Madrid el V Congreso Mundial contra la pena de muerte con el patrocino de muchos gobiernos del mundo entre los cuales el español.
En estos momentos, 97 países del mundo han abolido absolutamente la pena de muerte para todo caso; otros 8 para todo delito de derecho común; 35 la mantienen pero respetan una moratoria en su aplicación desde hace por lo menos diez años; y 58 estados todavía la conservan entre las penas aplicables por su derecho sancionador. Durante el año 2011, 676 personas han perdido la vida en una ejecución, frente a las 527 que lo hicieron en 2010. Una cifra que supera en un 28,3% a la del año anterior, frente al de condenas a muerte sin ejecutar, que han pasado de 2024 en 2010 a 1.923 en 2011, con una reducción en este caso del 5%. Lo que por otro lado quiere decir que de cada tres condenas a muerte que se pronuncian en el mundo sólo una se ejecuta.
Una ojeada sobre el mapa de la pena de muerte en el mundo arroja algunas conclusiones curiosas. Así, el único país europeo que mantiene la pena capital es Bielorrusia. En Estados Unidos, la pena de muerte existe en función del estado del que se trate, ya que en 17 de ellos ha sido abolida. El país donde más penas de muerte se aplican es Yibuti, con un 21% de las que se produjeron en todo el mundo. Curiosamente en las dos grandes potencias mundiales del momento, Estados Unidos y China, existe pena de muerte, y se aplica con frecuencia. En América del Sur, aunque algunos países la mantienen en sus códigos, no se ha aplicado una sola pena de muerte. De los 21 países componentes de la Liga Arabe en trece se mantiene la pena capital.
Son muchos los argumentos que se utilizan contra una pena que a muchos nos parece encerrada en la noche de los tiempos. Todos son buenos, todos son válidos contra una sanción tan barbárica. A mí el que me más me gusta es que todas las personas, hasta las más pérfidas y malvadas, tienen derecho a la conversión y al arrepentimiento. Acostumbramos a identificar a una persona por su nombre, a pensar que bajo un nombre sólo existe una única persona. Lo cierto, sin embargo, es que todos evolucionamos a lo largo de nuestra vida, muchos hacia peor, es cierto, pero otros muchos hacia mejor. Hasta llegar a ser “muchas” personas a lo largo de una sola vida y bajo un solo nombre... y no diré apariencia porque hasta la apariencia de las personas cambia a lo largo de su vida.
Uno de los derechos del ser humano, no por no escrito menos inalienable, es su derecho a arrepentirse y a llevar a cabo un proceso auténtico y verdadero de autoexpiación. Un derecho que, aunque tampoco tiene porqué representar premios exorbitantes, como por desgracia, hemos llegado a creer en España, no se puede negar a nadie. Y despojarle de la vida a una persona es la peor de las maneras de hacerlo.
©L.A.
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