Domingo, 22 de diciembre de 2024

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Yo tampoco quiero que las que abortan vayan a la cárcel

por Un obispo opina

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No sé por qué, cuando se habla del aborto, vienen los partidarios de despenalizarlo a decirnos que la madre es dueña de su cuerpo y no tienen por qué se las castigue con la cárcel y que si no abortan en clínicas irán a abortar a sitios donde no tienen seguridad de que salga la cosa bien etc. etc.

No hablan del primer tema del que se debería hablar, es decir, del niño que se mata. Sus opiniones no resisten a cualquier argumento sobre la indignidad de esa acción, porque todos lo que puedan darse palidecen y se esfuman ante el hecho de que lo que está en juego es la vida de un niño. Es un asesinato; no es como un asesinato. Lo es realmente. Hay varias maneras de matar y ésta es una de ellas. Y además, con las agravantes de que se trata de una vida inocente y que es la propia madre quien lo pide para su hijo.

Y ¿qué ley puede autorizar la supresión, no ya sólo de una vida humana, sino la de millones de vidas segadas por una ley abortista?

Lo que no acabo de comprender es que los partidarios del aborto sigan poniendo en juego las sinrazones basadas en la dignidad de la mujer. Se comprende que, a fuerza de insistir, sobre todo en los medios de comunicación, en poner en primer plano la dignidad de la mujer, haya ido calando en la opinión pública que el aborto, sobre todo, en algunos casos, pueda permitirse.

Lo que tampoco acabo de comprender es que desde el gobierno actual, con mayoría absoluta, no se empleen los medios de comunicación para ayudar a la gente a comprender que el aborto hay que verlo desde el hijo, más que en la voluntad de la madre.

Y otra de las razones que en absoluto puedo comprender, es que el ministro del ramo diga que no pueden permitir que una mujer que aborta vaya a la cárcel. Acaba de decir: «Por primera vez en España no habrá reproche penal para la mujer que aborte, porque nosotros la consideramos como una víctima y no culpable». O sea que la mujer que aborta es inocente y víctima. ¿No se habrá confundido y habrá querido decir que es el niño la víctima y el inocente? ¿Con qué autoridad moral despenaliza un crimen? Porque el aborto lo es, ¿no? ¿Cree el Sr. Ministro que podría despenalizar el hecho de que una mujer maltratada por su marido, lo asesine?

No, Sr. Ministro. Ante un asesinato de un hijo por su propia madre, el gobierno no puede quedarse de brazos cruzados. El gobierno no puede promulgar leyes que despenalicen el asesinato de inocentes.

Pero resulta que a mí tampoco me parece bien que todas las mujeres que abortan tengan que ir a la cárcel. Hay quien aborta sabiendo bien lo que hace; hay quien lo ha hecho presionada por personas o por determinadas circunstancias; hay quienes hacen grandes negocios con los abortos… Creo que no se puede decir que todas las mujeres que abortan deban ir a la cárcel, ni tampoco que no vaya nadie. ¿No se estará olvidando que estamos tratando de un crimen? Por tanto, creo que deberían ser los jueces quienes determinasen la culpabilidad y las causas agravantes o atenuantes del crimen. Porque no se me diga que no es un crimen. Y ante un crimen ni siquiera el Estado puede considerarlo como algo autorizado y que fomenta el bien común. No tiene autoridad para autorizarlo, porque el mayor bien a tutelar por el Estado es la vida.

Son los jueces quienes habrán de sopesar la culpabilidad de quien ha abortado y sentenciar en consecuencia. Lógicamente, podrá haber causas de ignorancia de la maldad intrínseca del hecho y, aparte de la cárcel, habrá alguna otra manera más positiva y eficaz de reparar el daño causado, como por ejemplo, que asista a unos cursos de formación sobre la dignidad de la vida humana y de la indignidad del aborto, u otros medios para lograrlo.

Y no es una cuestión de Iglesia; es cuestión también de moral natural y de sentido común. Estoy convencido de que cualquier madre que presencia un aborto, si su conciencia está viva, es incapaz de pedirlo para su hijo; y si su conciencia está muerta, se le puede aplicar aquello del Evangelio: "¿Teniendo ojos no veis y teniendo oídos no oís? (Mc. 8, 18).

"Ha cegado sus ojos, ha endurecido su corazón; para que no vean con los ojos, ni comprendan con su corazón, ni se conviertan, ni yo los sane" (Jn. 12, 40). Son palabras duras, pero para los creyentes son, a la vez, palabras muy serias, aplicables más que a las madres que abortan, a los que montan los grandes negocios y a los políticos que, muchas veces por cobardía, legalizan acciones absurdas en que están en juego vidas humanas inocentes e indefensas.

El Papa Francisco acaba de dar su apoyo a la iniciativa popular «Uno de nosotros», de recogida de firmas para proteger legalmente al embrión humano en los 27 países de la Unión Europea prohibiendo financiar actividades que destruyan embriones, modifiquen la herencia genética, promuevan la clonación, etc. El Santo Padre invitó a sumarse a las firmas y felicitó también a los participantes en la «Marcha por la Vida» recientemente celebrada en Roma. Algo nos debe decir a los católicos que queremos ser coherentes con nuestra fe.

José Gea
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