Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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De flores, floreros, florerías, floristas, floristerías y otras florituras

por En cuerpo y alma

 
 
           Permítanme hoy un pequeño excursus en esta columna, que no siempre vamos a hablar de las mismas cosas, en la línea de cuando hablábamos del origen de la palabra “mermelada” (véalo aquí si lo desea), o del común origen de dos palabras tan en principio poco relacionadas como “Caribe” y “caníbal” (pinche aquí si desea conocerlo).
 
            Así que la cuestión que les propongo hoy es: ¿debemos decir "florero" o "florista"? ¿"florería" o "floristería"?
 
            Lo primero que debería decirles es que en el Diccionario de la Real Academia en la red a la voz “florería” responde:
 
            “1. f. Tienda donde se venden flores y plantas de adorno.”
 
            Y si va Vd. a la voz “floristería” la respuesta es:
 
            “1. f. Florería”.
 
            Lo que ya nos está dando una pista, que es la primacía del vocablo “florería”, que recoge una descripción, respecto de la palabra “floristería”, que apenas recoge un sinónimo que no es otro que “florería”, donde se aporta la descripción.
 
            Y así es como yo retengo la historia del término porque, efectivamente, cuando yo era un niño no recuerdo se usara la rebuscada palabra “floristería”, y para comprar flores acudíamos simplemente a la florería. De flor “florería”, como de pastel “pastelería”; como de pescado, “pescadería”; como de fruta "frutería"; como de confite, “confitería”; como de droga, droguería… Y no “pastelestería”, ni “confitestería”, ni “pescadistería”, ni “frutestería”, ni “droguestería”. De todo lo cual no cabe obtener otra conclusión que la de que si “florería” es el lugar en el que se venden flores, floristería debería ser el lugar donde se vendieran floristas, y la verdad, en pleno s. XXI que uno pueda ir a una tienda y comprar un florista me parece muy feo y poco apropiado.
 
            ¿Dónde radica el origen de ser de la extraña, larga e inapropiada palabra “floristería”? Pues bien, dos son las posibles razones del mismo. La primera tiene que ver con una cuestión cacofónica semejante a la que nos encontramos en la palabra “verdura”, que para evitar la difícil pronunciación de dos eres seguidas, cambia “verdurería” por “verdulería”. De ser así, “florería” habría dado “flolería”, en donde, sin embargo, vuelve a concurrir una cacofonía, incluso más malsonante y de difícil pronunciación, cual es la de las dos eles seguidas.
 
            Pero más probablemente la cosa vaya mejor encaminada por la polisemia que para el Diccionario de la RAE tiene la palabra “florero”, que tanto significa “persona que vende flores”, como “vaso para poner flores”, lo que ha hecho caer en desuso la acepción referida a la persona frente a la referida al objeto -y ello, aún a pesar de ser anterior, pues es la segunda frente a la del objeto, que es la tercera-, haciendo que la acepción profesional de la palabra “florero” haya caído en desuso frente al neologismo “florista”, definido también en el Diccionario como “persona que vende flores” exactamente igual que “florero”, pero también la que “prepara adornos florales para su venta”.

            A partir de ahí, el resto del proceso es el esperable, y de parecida manera que el pastelero vende en la pastelería, el verdulero en la verdulería, el frutero en la frutería, el florista debería realizar sus transacciones comerciales en la floristería.
 
            Si a ello añadimos todas las connotaciones despectivas a las que la palabra “florero” ha dado lugar en los últimos años, -ninguna de las cuales todo sea dicho, recogidas en el DRAE-, y referidas a la condición servil de la mujer (véalo aquí si quiere) u otras relacionadas con la homosexualidad, tenemos el cóctel preparado y servido.
 
            Ahora bien, para mí siempre serán florerías. Mucho más sencillo; mucho más tradicional; mucho más racional; mucho más español.
 
 
            ©L.A.
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