Lunes, 23 de diciembre de 2024

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Evangelizando en el siglo XXI

Evangelizando en el siglo XXI

por La divina proporción

“… hay que hacer notar que los santos apóstoles que predicaron la fe de Cristo, comunicaron algunas cosas que claramente creían necesarias para todos los creyentes, aun para aquellos que se mostraban perezosos en su interés por las cosas del conocimiento de Dios, dejando, en cambio, que las razones de sus afirmaciones las investigaran aquellos que se hubieren hecho merecedores de dones superiores, principalmente los que hubieren recibido del mismo Espíritu Santo el don de la palabra, de la sabiduría y de la ciencia. Respecto de ciertas cosas, afirmaron ser así, pero no dieron explicación del cómo ni del por qué de las mismas, sin duda para que los más diligentes de sus sucesores, mostrando amor a la sabiduría, tuvieran en qué ejercitarse y hacer fructificar su ingenio, esos sucesores, quiero decir, que tenían que prepararse para ser receptores aptos y dignos de sabiduría.”(Orígenes. Tratado sobre los Principios, 3) 

Ayer domingo celebramos la 47 jornada mundial de la Comunicaciones Sociales, que nos ha recordado el lugar principal que tiene la comunicación dentro de la Iglesia. La Iglesia sólo se puede entender a través de la comunicación. Comunicación interna y externa, formación, kerigma, oración, caridad, sacramentos, todo conlleva uno o varios niveles de comunicación entre personas. El compromiso evangelizador que tiene todo bautizado se sustancia a través de la comunicación de la Buena Noticia a los demás. Pero la comunicación eclesial va mucho más allá de los grandes medios de comunicación masiva.

En cuanto a capacidad de comunicación, la sociedad actual es muy diferente que la del siglo I. Disponemos de una inmensa cantidad de canales, formatos, temas, pero tantos medios y niveles comunicativos, dan lugar a dos efectos adversos: la saturación y el ruido. Los seres humanos estamos saturados de mensajes que luchan por ganar nuestra atención durante unos segundos. El ruido mediático nos aturde y nos insensibiliza. 

Es curioso como Orígenes habla de la manera en que los Apóstoles y el mismo Cristo, comunicó los elementos que conforman nuestra fe. Lo necesario fue comunicado claramente, pero las razones que hay detrás, quedaron reservadas para la acción posterior del Espíritu Santo. Orígenes dice la claridad de lo fundamental era suficiente “para aquellos que se mostraban perezosos en su interés por las cosas del conocimiento de Dios”. 

En la sociedad en que vivimos, pocas personas buscan tiempo para buscar las razones que hay detrás de lo que viven diariamente. Se contentan con sobrevivir lo mejor posible a una vida cotidiana que difícilmente les llena y les motiva. Muchas personas prefieren no llegar a plantearse razones y objetivos a largo plazo, ya que esto les genera ansiedad y sienten que la poca libertad que creen tener, se les escapa de las manos. 

Comunicar con estas personas es complicado por dos razones: 

a)    No aceptan que se les propongan más condiciones vitales. (Saturación)

b)    No tienen “amor” ni “preparación” para ser receptores de la sabiduría. La sociedad les ha vacunado e insenibilizado ante el cristianismo(Ruido)

Hoy en día existen propuestas novedosas que buscar llegar a las personas por canales alternativos, normalmente asociados al afecto y la cercanía humana. Todas ellas utilizan un fuerte sesgo afectivo para dar lugar a un “encuentro” que ser aprovecha comunicar aquello de que otra forma sería rechazado sin pensar. 

Para no insesibilizar, ni saturar, Nueva Evangelización no puede utilizar una metodología única ni sesgar los entornos de evangelización a carismas particulares, ya que esto produce una rápida respuesta inmunizadora en la sociedad. Más bien, la estrategia sería similar a la que emplearon los primeros cristianos: cada cristiano, con su ejemplo, evangeliza suscitando preguntas en quienes le rodean. Cada comunidad, es un espacio de acogida y crecimiento para quien se integra en ella. 

Los medios de comunicación masivos tienen una gran importancia, pero es muy difícil que alguien se convierta a través de la televisión, la radio, prensa, revistas, cine, etc. La conversión necesita de una mano que nos ayude y de una comunidad que nos acoja. En la comunidad es donde nos preparamos para recibir los dones del Espíritu y donde empezamos a comprender le Mensaje Cristiano.

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