Las lágrimas de Su Santidad
Hace unas semanas se estrenaba en España la película Cristiada (For Greater Glory). No necesita presentación. Es un gran acierto haberla rodado y haberla difundido para dar a conocer a la Historia a los miles de heroicos católicos mexicanos que se opusieron al brutal presidente Plutarco Elías Calles, haciéndolo tambalear contra todo pronóstico.
Después de verla me he quedado con “ganas” de saber más cosas... Y leyendo me he quedado estupefacto al conocer que un año después del fin de la Guerra Cristera el Papa Pío XI lloraba amargamente al conocer las noticias de los asesinatos de los inermes cristeros que habían depuesto las armas… por orden de sus obispos.
Recurriré al libro “Cristiada, For Greater Glory” escrito por Rubén Quezada y que constituye la guía oficial de la película. Está escrito de manera muy amena, con preguntas y respuestas. Vayamos a su página 76:
Pregunta: ¿Hubo una fecha oficial para terminar la Guerra Cristera?
Sí, hubo una fecha oficial. El 23 de junio de 1929 es la fecha oficial en que se firmó la tregua (los llamados “Arreglos”) entre los Obispos y el Gobierno, negociada por el embajador estadounidense Morrow y el Padre Burke. En ese momento los Obispos ordenaron a la Liga Nacional para la Defensa de la Libertad Religiosa (fundamentalmente formada por seglares) que cesaran sus actividades políticas y militares y a los Cristeros que depusieran sus armas
Pregunta: ¿Estuvieron a salvo los Cristeros después de la tregua?
Desgraciadamente la tregua que firmaron el Gobierno mexicano y la Iglesia Católica era de hecho una trampa para los Cristeros. Aunque no estaban obligados, la mayoría obedeció las órdenes de abandonar el campo de batalla y entregar las armas. Rápidamente el gobierno quebrantó su promesa y durante los tres primeros meses después de que se firmara el acuerdo Calles mató a más de quinientos líderes y a 5.000 cristeros. Murieron más líderes durante tres meses que durante toda la guerra…
¿Cómo pudo suceder esto?
El General cristero Degollado Guizar dijo al respecto unas palabras terribles: “los Cristeros desaparecen no vencidos por los enemigos, sino abandonados por aquellos que debían recibir los primeros el fruto de su sacrificio y abnegación”.
En mi opinión, y esto puede que levante algunas ampollas, este es un caso de torpe intromisión en las cosas propias de los seglares. Siendo la Iglesia tan eficaz en la enseñanza del Dogma, la Doctrina, etc., que se han enseñado y preservado de maravilla, sin embargo en ocasiones (como en esta de los cristeros) se yerra al confundir el enseñar (“confirma a tus hermanos”, “id por todo el mundo”…) con el dirigir.
Y, ojo, que digo en ocasiones. Porque, por poner un caso de lo contrario, en la comunista Polonia de los 80 la Iglesia alentó, apoyó y animó a Solidaridad y a Lech Walesa, pero no los dirigió y dejó que los seglares lo hicieran como mejor creyeran. Y ahí están los magníficos frutos.
Entonces…
Athos