Ellas enseñaron sus cuerpos, él les enseñó que existe Dios
No es la primera vez que le pasa aunque en esta ocasión definitivamente se ha podido captar algo más. En 2011 le embarraron pastel en dos ocasiones en la universidad de Lovaina, la universidad «católica» de Bélgica. Y ya entonces respondió como ha vuelto a responder ahora que unas pirujas (por favor, usar el diccionario antes de reducir palabras a determinado uso regional) lo rociaron con agua durante una conferencia, a modo de protesta por el pensamiento de la Iglesia católica sobre la homosexualidad y el aborto.
Me refiero a Mons. André Leonard, arzobispo de una de las capitales más importantes de Europa: Bruselas. Se podría decir mucho: podríamos decir que esto no hubiera sucedido en un país musulmán (y de haber sucedido ahora las gamberras estarían sepultadas en algún cementerio), que las imágenes más que provocativas resultan grotescas y estéticamente repugnantes (¡a donde se ha tenido que llegar para “ganar” visibilidad!), que si esto lo hubiera hecho una monja (vestida, desde luego), en alguna conferencia pro aborto la Iglesia estaría hoy en el punto de mira de la inquisición laica, que si se pide tolerancia por qué no se comienza por ponerla en práctica, etc.
Besando uno de los recipientes -con forma mariana- usados para agredirle. |
Yo quiero fijarme en algo más profundo: estas doncellas venidas a menos usaron conscientemente unos recipientes con agua con la figura de la Virgen María. Tras verter el contenido sobre el arzobispo de Bruselas, quien pacientemente se recogió en oración durante el incidente mismo, las feministas dejaron tirados los recipientes en el suelo (no sólo para tratar de huir después de su crimen sino también a modo de desprecio contra la Virgen María). Al cabo de unos minutos, empapado, Mons. Leonard tomó uno de los frascos, se lo acercó a la boca y lo besó. Con su actitud, Mons. Leonard ha enseñado no sólo que es un hombre paciente sino también que Dios existe. Y esto, más que un pensamiento pío, significa que también hay un Dios que juzga. También a estas doncellas venidas a menos.
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