Margaret Thatcher: Una lección política.
Margaret Thatcher: Una lección política.
por Duc in altum!
El pasado 8 de abril murió la baronesa Margaret Thatcher (1925-2013). Al mirar en retrospectiva, nos encontramos con un ejemplo de coraje, superación, visión y, sobre todo, conciencia de la responsabilidad recibida al frente de Gran Bretaña. Se trata de una lección política, tomando en cuenta la mediocridad con la que muchos aspiran a un cargo de elección directa o indirecta. En efecto, actualmente el ser y quehacer de los políticos se ha visto ensombrecido por la falta de candidatos preparados, coherentes y eficientes en el servicio público. De ahí que la ex primera ministra, sirva como un buen punto de referencia de lo que significa entregarse por una causa social trascendente, fortaleciendo la economía de una de las potencias del mundo, denunciando abiertamente las mentiras del socialismo que -por desgracia- sigue cautivando a no pocos ciudadanos, bajo el slogan de la “opción por los pobres”, a los que -dicho sea de paso- son los primeros en olvidar una vez que llegan al poder. Sobre esto, acostumbraba decir: “el socialismo fracasa cuando se les acaba el dinero…de los demás”. Si bien es cierto que no le fue fácil reestablecer la economía británica, tuvo razón al cerrarle las puertas al Estado paternalista, privatizando -en el nombre de la eficiencia- aquellas empresas estatales que habían perdido competitividad, con el objetivo de rescatarlas y, desde ahí, elevar el número de empleos. Entre ellas, British Airways y Rolls-Royce.
Ha sido la única primera ministra de Gran Bretaña, habiendo permanecido en el cargo de 1979 a 1990, lo que demostró el éxito de su gestión, siendo alguien que llegó desde abajo, pues no tenía un origen aristócrata o definido por el poder. Lo anterior, refleja la visión y el coraje de una mujer que aplicó “medidas extremas a situaciones extremas”. De ahí que recibiera muchas críticas dentro y fuera de Inglaterra. Aún en el caso de la guerra de las Malvinas en 1982, hay que reconocer que no tenía muchas opciones y que la crisis la llevó a tomar decisiones que le costaron el sueño, sin embargo, todo jefe de Estado debe saber que se encuentra expuesto a situaciones límite. Es fácil juzgar a un personaje, cuando no nos encontramos en sus zapatos. El que haya sido tan perseguida -no obstante sus triunfos políticos- es un síntoma inequívoco de su audacia y visión. Normalmente, se descalifica a los que lejos de hacer lo que dicta la mayoría, tienen una mejor idea en base a la experiencia adquirida. Por algo decía: “la misión de los políticos no es la de gustar a todo el mundo”.
Como en todo gobierno, hubo errores deplorables, sin embargo, conviene rescatar el peso de sus argumentos en materia económica. Por ejemplo, el hecho de evitar que el tema de la pobreza se instrumentalizara ideológicamente para justificar la mediocridad de los ciudadanos, esperando que todo les llegara -a manos llenas- por parte del Estado. El desarrollo social de los pueblos requiere de valor en la toma de decisiones y ella corrió ese riesgo. La política tiene que ser autocrítica y abrir nuevos horizontes, favoreciendo la paz y, por supuesto, la justicia social de la que el comunismo supo poco o casi nada. Por otro lado, además de ser la “dama de hierro”, era sensible a los valores trascendentales: “la economía es el método. La finalidad es cambiar el corazón y el alma”.