Papa Francisco: protejamos con amor lo que Dios nos ha dado

Es curioso que la responsabilidad ambiental se suele asimilar a una culpa y no a una llamada a dejar a nuestros hijos una sociedad más sostenible y justa. Aunque es cierto que desentendernos de la responsabilidad ambiental conlleva cierta omisión, de lo que se trata es de sentirnos parte de la solución de la preservación de los dones que Dios nos ha legado. 

Llevamos poco tiempo con el Papa Francisco, pero en sus intervenciones nos podemos dar cuenta que nos señala este camino de una forma clara. En concreto en la homilía de la misa de comienzo del Ministerio Petrino, el Papa Francisco nos señalo nuestra función de custodios de nuestros hermanos y de la creación: 

“Pero la vocación de custodiar no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a todos. Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos. Es custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón. Es preocuparse uno del otro en la familia: los cónyuges se guardan recíprocamente y luego, como padres, cuidan de los hijos, y con el tiempo, también los hijos se convertirán en cuidadores de sus padres. Es vivir con sinceridad las amistades, que son un recíproco protegerse en la confianza, en el respeto y en el bien. En el fondo, todo está confiado a la custodia del hombre, y es una responsabilidad que nos afecta a todos. Sed custodios de los dones de Dios. 

Y cuando el hombre falla en esta responsabilidad, cuando no nos preocupamos por la creación y por los hermanos, entonces gana terreno la destrucción y el corazón se queda árido.” 

Unir la preocupación por el prójimo a la preocupación por la creación, es muy interesante, ya que conforma un binomio que nos define como seres humano unidos entre sí y con todo lo creado por Dios. Si olvidamos la creación, generaremos situaciones de indefensión y pobreza en los demás. La creación está íntimamente ligada a nosotros mismos y a nuestra relación con Dios. 

“Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos «custodios» de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro. Pero, para «custodiar», también tenemos que cuidar de nosotros mismos. Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida. Custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura.” 

Sin duda los “poderosos” son una fuerza importante en el mundo, pero no hemos de menospreciar la fuerza que tienen un conjunto de personas que deciden actuar de forma responsable. Aquellos que tienen poder, tienen la responsabilidad de formar a las personas para que ejerzan su libertad de forma plena. Esto conlleva saber qué consecuencias tienen nuestros actos y la necesidad de ser responsables de ellos. Por desgracia los legisladores tienen poco interés en crear personas realmente libres y responsables.

Creo que la Iglesia debería introducir el deber de custodia de la creación como parte de las diferentes catequesis que se imparten. No podemos quedarnos al margen de la formación en la responsabilidad ambiental, ya que vendrán otros y nos impondrán su ideología mientras nos forman. 

El Papa Francisco lo tiene claro y llega a definir su ministerio de una forma totalmente novedosa: 

“Custodiar a Jesús con María, custodiar toda la creación, custodiar a todos, especialmente a los más pobres, custodiarnos a nosotros mismos; he aquí un servicio que el Obispo de Roma está llamado a desempeñar, pero al que todos estamos llamados, para hacer brillar la estrella de la esperanza: protejamos con amor lo que Dios nos ha dado” 

Pero no sólo el Papa es quien debe asumir esta responsabilidad: “todos estamos llamados, para hacer brillar la estrella de la esperanza: protejamos con amor lo que Dios nos ha dado”