Una serie de verdades en tiempo de titubeos
Como no quiero que se me acuse de ser un perro mudo, permitidme afirmar algunas cosas no lo como persona sino como pastor de la Iglesia Católica.
El aborto es un crimen abominable.
La Eutanasia es un asesinato y su aprobación en España es un retroceso.
Hombre y mujer, teniendo la misma dignidad, somos diferentes y complementarios.
La ideología de género pretende soslayar las diferencias evidentes entre hombre y mujer y adoctrinar a los niños.
Las inclinaciones no justifican actos que son objetivamente desordenados.
En todas las religiones hay elementos de verdad, pero la plenitud de los medios de salvación está solo en la Iglesia Católica.
No puede haber una religión única mundial, a no ser que sea el catolicismo.
Satanás existe, es un ser real y personal, y actúa si se lo permitimos.
El Valle de los Caídos es espacio sagrado y debe ser respetado.
La bendición de relaciones entre personas del mismo sexo está prohibida y no es del agrado de Dios.
En igualdad de condiciones, es preferible la adopción por parte de un matrimonio heterosexual y no de una pareja homosexual.
El cuidado de la tierra es un deber divino del ser humano, pero la creación está al servicio del hombre y no al revés.
No se puede forzar ni presionar a nadie para que se vacune.
No se debe discriminar por este motivo.
Que se penalice la oración ante un abortorio atenta contra la libertad de expresión y la libertad religiosa.
Las uniones entre personas del mismo sexo no son equiparables al matrimonio.
El verdadero matrimonio es para toda la vida.
Las relaciones sexuales están reservadas al matrimonio
A los sacerdotes que escandalizan por las Redes por difundir doctrinas contrarias al Magisterio debería llamárseles al orden.
La admisión a la comunión eucarística de políticos que defienden públicamente el aborto u otras aberraciones está prohibida porque induce a escándalo.
¡ Los divorciados que llevan una vida conyugal con otra pareja viven en situación objetiva de pecado grave y no puede recibir la comunión eucarística ni la absolución sacramental a no ser que decidan vivir en castidad.
Creo que es mi deber, como pastor de la Iglesia, no callar y manifestar esto claramente no como opinión personal sino como exponente de la doctrina de la Iglesia sobre fe y moral. Yo no me callo. Y sé que los fieles necesitáis que rompamos este silencio. Solo Dios es mi Juez.