Viernes, 22 de noviembre de 2024

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¿Por qué es importante la castidad en el noviazgo?

¿Por qué es importante la castidad en el noviazgo?

por Convertidos Católicos

Muchos jóvenes hoy en día, se preguntan el por qué la iglesia enseña que se deba vivir la virtud de la castidad en el noviazgo, pues consideran es sólo una estricta limitación a la libertad para mostrar afecto entre dos personas que se aman y que la práctica del sexo también forma parte de estas demostraciones, por lo que no habría que esperar hasta el matrimonio.

Sin embargo, la realidad demuestra otra cara, pues cada vez son más las parejas que practican sexo extramatrimonial y suelen ser menos duraderas en sus relaciones y otras ni siquiera llegan a consolidar el compromiso del matrimonio, debido a que los sentimientos son dejados de lado y el centro de sus vivencias se reduce solo al acto carnal, tendiendo muchas veces a la falta de amor y a la infidelidad.

¿Qué nos dice la iglesia sobre la castidad?

El Catecismo de la Iglesia Católica en varios numerales nos habla y profundiza sobre esta virtud, de los cuales solo mencionare algunos:

2341 La virtud de la castidad forma parte de la virtud cardinal de la templanza, que tiende a impregnar de racionalidad las pasiones y los apetitos de la sensibilidad humana.

2345 La castidad es una virtud moral. Es también un don de Dios, una gracia, un fruto del trabajo espiritual (cf Ga 5, 22). El Espíritu Santo concede, al que ha sido regenerado por el agua del bautismo, imitar la pureza de Cristo (cf 1 Jn 3, 3).

2348 Todo bautizado es llamado a la castidad. El cristiano se ha “revestido de Cristo” (Ga 3, 27), modelo de toda castidad. Todos los fieles de Cristo son llamados a una vida casta según su estado de vida particular. En el momento de su Bautismo, el cristiano se compromete a dirigir su afectividad en la castidad.

2350 Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia. En esta prueba han de ver un descubrimiento del mutuo respeto, un aprendizaje de la fidelidad y de la esperanza de recibirse el uno y el otro de Dios. Reservarán para el tiempo del matrimonio las manifestaciones de ternura específicas del amor conyugal. Deben ayudarse mutuamente a crecer en la castidad.

Los Santos también nos dan algunas orientaciones sobre ella:

"Si queremos guardar la más bella de todas las virtudes, que es la castidad, hemos de saber que ella es una rosa que solamente florece entre espinas; y, por consiguiente, solo la hallaremos, como todas las demás virtudes, en una persona mortificada" (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la penitencia).

"Hace falta una cruzada de virilidad y de pureza que contrarreste y anule la labor salvaje de quienes creen que el hombre es una bestia."(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino 121).

"Solo el hombre y la mujer casta son capaces del verdadero amor ". (SAN JUAN PABLO II)

¿Qué consecuencias puede traer el faltar a esta virtud en el noviazgo?

El faltar a la virtud de la castidad en el noviazgo, puede traer penosas consecuencias no solo en el aspecto espiritual, sino también biológico, psicológico y hasta social. Entre algunas de ellas tenemos:

En lo espiritual, se produce un alejamiento de Dios y de la vida sacramental-eclesial, ya que la persona es consciente que ha vulnerado este mandamiento y ha cometido el pecado de fornicación (sin deseos de arrepentimiento), abandona la práctica de la misa dominical, la confesión y cualquier tipo de participación en la comunidad parroquial. Este es el caso más común de muchos jóvenes, que una vez iniciada su vida sexual fuera del matrimonio ya no se consideran católicos o viven la fe a su propia manera.

En lo biológico, algunas jovencitas debido a la práctica sexual temprana, pueden desarrollar frigidez en épocas posteriores. También se producen los embarazos no deseados, pues, aunque la mayoría de los novios recurren a la anticoncepción (añadiendo una mayor gravedad a su pecado de fornicación), y ya sea por descuido o falla de los mismos métodos anticonceptivos, en muchos casos el embarazo es inevitable. Otras en cambio, a causa de la inestabilidad amorosa o promiscuidad, son foco seguro de enfermedades venéreas al quedar contagiadas por sus parejas.

En lo sicológico, se da una centralidad al goce sexual que se deja de lado el plano afectivo y espiritual de la relación. También provoca una especie de esclavitud o desigualdad entre la mujer y el varón, pues nadie puede negar que en las relaciones prematrimoniales quien lleva la peor parte es la mujer. Esta al perder la virginidad, se siente subordinada al novio que busca tener relaciones cada vez con mayor frecuencia; no puede decirle que no, porque tiene miedo que él la deje, reprochándole que ella ya no lo quiere. En otros casos, surgen temores de infidelidad o miedo a que la pareja pueda encontrar mejores satisfacciones sexuales con otras mujeres, temor al embarazo no deseado, promiscuidad en ambos, baja autoestima, inclinaciones homosexuales, etc.

En lo social, se producen los casamientos precipitados que en algunos casos pueden decaer en ruptura, por carecer de la debida madurez para enfrentar esta nueva etapa. También a causa de los embarazos no deseados y abandono de la pareja que no asume la responsabilidad, surgen las familias monoparentales (madres solteras).  En casos peores, debido a la presión social, familiar e incluso de la misma pareja, muchas recurren al aborto tras producirse un embarazo no deseado, el cual como sabemos, sería la más grave y espantosa consecuencia.

Vivir la castidad es un actor de amor más que una obligación

Por consiguiente, como podemos darnos cuenta, la castidad es un elemento esencial dentro de la etapa del noviazgo que busca caminar en santidad y sirve como tiempo preparatorio para el sacramento del matrimonio, el en cual también se está llamado a vivir esta virtud, pero bajo la figura de la fidelidad en la pareja.

Guardar la castidad en el noviazgo, debe ser visto como un acto de amor a Dios y a nuestra pareja, a quien nos entregaremos total e incondicionalmente al casarnos. No debemos verla por ello como una carga pesada, una norma rigurosa, sino como decía San Josemaría Escrivá, que, si decidimos vivirla con firmeza, esta será nuestra corona triunfal.

Yasmín Oré

 

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