Martes, 24 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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De esos dichos populares provenientes del Evangelio y uno sin saberlo (2)

por En cuerpo y alma

 
            Que el lenguaje diario está lleno de modismos procedentes del Evangelio no se le oculta a nadie y es algo en lo que ya hemos tenido ocasión de entrar en esta columna, por cierto con gran acogida por parte de Vds. (pinche aquí si desea verlo). Pues bien, vamos ya con la segunda entrega de la serie y el análisis de otras tres expresiones evangélicas de esas que forman parte de nuestra vida cotidiana.
 
 
Ofrecer la otra mejilla.
 
            Se utiliza cuando habiendo sido uno agredido, no responde al agresor con una nueva agresión, y en ocasiones, hasta se deja agredir una segunda vez, todo con la finalidad de preservar la paz. A menudo constituye incluso una manera de quedar por encima del agresor y obtener frente a él una victoria, moral siempre, pero a veces también real. Inevitable pensar en la resistencia pacífica puesta en práctica por Gandhi, que redundará en la independencia de la India sin pegar un tiro.
 
            Pues bien, se trata de una expresión claramente procedente del Evangelio. Se detienen en ella Mateo, que lo hace en Mt. 5, 38-39, y Lucas, cuya versión nos parece más elocuente, por lo que la traemos aquí:
 
            “Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica” (Lc. 6, 27-29).

            Por cierto, preciosa la última parte del aserto, mucho menos presente en el lenguaje coloquial, por no decir nada, pero no por ello menos bella y elocuente: “al que te quite el manto, no le niegues la túnica” .
 
 
La paja en el ojo ajeno y la viga en el propio
 
            Se utiliza para señalar a aquél que reprocha a los demás un defecto que él mismo tiene en mayor medida. Por cierto algo muy humano, que me lleva a mí a pensar que con frecuencia, criticamos en los demás aquellos defectos que mejor nos caracterizan a nosotros mismos. Lo que podría constituir, a su vez, una manera sencilla y barata de detectar nuestros propios defectos a partir del análisis de los que más detestamos en los demás.
 
            Reparan en la expresión dos de los cuatro evangelistas: Lucas, que lo hace en Lc. 6, 41-42, y Mateo a quien seguimos en esta ocasión por haber seguido en la anterior a Lucas. Y eso que, como tendremos ocasión de comprobar, Mateo es, de todos los evangelistas, el que más frases recoge de esas que han quedado en el lenguaje popular, lo que no tiene nada de particular pues el Evangelio de Mateo es quizás, de los cuatro, el más “díctico”. Nos dice el primero de los evangelistas en el orden de la Iglesia:
 
            “¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo? ¿O cómo vas a decir a tu hermano: ‘Deja que te saque la brizna del ojo’, teniendo la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano” (Mt. 7, 3-5).
 
 
Hay más placer en dar que en recibir
 
            Frase frecuentemente invocada, que expresa una satisfacción que aún siendo cierta, describe algo que sólo unos pocos se hallan en verdadera situación de experimentar, sobre todo en un mundo consumista como el que vivimos. Se recoge efectivamente en los textos canónicos, aunque no propiamente en los evangelios, sino en este caso, en los Hechos de los Apóstoles.
 
            “En todo os he enseñado que es así, trabajando, como se debe socorrer a los débiles y que hay que tener presentes las palabras del Señor Jesús, que dijo: ‘Mayor felicidad hay en dar que en recibir’” (Hch. 20, 35)
 
            Desde el punto de vista exegético, la frase goza de una singularidad: es una de las pocas frases, o por utilizar la palabra que técnicamente hablando se suele utilizar, “dichos” (“logiones”), de Jesús, que se recogen en los Hechos de los Apóstoles y no se contienen en los evangelios, donde las alusiones a “dar” y “recibir” son muchas, pero nunca con la estructura de la que aquí traemos, la cual ha pasado a formar parte del lenguaje cotidiano.
 
 
            ©L.A.
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