De la preocupante deriva cristianofóbica de Francia

            …la desde siempre llamada “Hija mayor de la Iglesia”, la primera nación europea de las procedentes de la descomposición del Imperio en convertirse al catolicismo desde el arrianismo. Pues bien, en París ocho feministas de una organización llamada Femen entraron en la catedral de Notre Dâme como si fueran unas turistas más, para una vez dentro del templo proceder a quedar semidesnudas. En estado tal hacían sonar las nuevas campanas de Notre-Dame mientras gritaban en inglés los eslóganes que llevaban pintados en el cuerpo: “No más papa”, “No a la homofobia” y otras de parecido jaez. Evacuadas por los servicios de orden de la catedral, fueron detenidas por profanación, asalto y agresión. La gravedad de los hechos hizo intervenir al ministro de Interior, Manuel Valls, que los consideró una “provocación innecesaria”, como si otras provocaciones sí pudieran ser necesarias, o necesarias fueran muchas cosas pero no esa provocación en concreto. ¡A saber qué le ronda al ministro, de origen español, por cierto, en la cabeza!

 

            No por casualidad casi a la vez, el mismísimo Presidente de la República bromeaba sobre el mismo hecho que motivó la profanación, comentando en tono jocoso en un acto conjunto con el presidente de Nigeria, que Francia “no presentaría candidato” a la sucesión. Algo parecido hacía la ministra para la Tercera Edad, Michèle Delaunay, que informaba de que “Benedicto XVI omitió consultarme antes de tomar su decisión”.

 

            Las cosas como son: por lo que al aspecto cómico de la cuestión se refiere, las dos bromitas revelan escaso ingenio y nula hilaridad. Como falta de respeto, no nos hallamos tampoco ante una afrenta que le deba quitar el sueño a nadie. Evidentemente, los interpelados no pretendían otra cosa que dejar patente el menosprecio que les merecen las creencias y los sentimientos que profesan buena parte de los franceses, muchos de ellos sus votantes, y van acompañadas de consecuencias en modo alguno casuales como la de la “provocación innecesaria” de las muchachitas “progresistas”. Y nada más.

 

            Hechos como los comentados, contrariamente a lo que les gustaría creer a sus protagonistas, no representan ninguna neutralidad respecto de la religión, ni manifestación alguna de aquello con los que se les llena la boca y a lo que llaman “laicismo”. Representan verdadera y notoria animadversión hacia el hecho religioso. Una animadversión, además, nada espontánea y por el contrario, muy calculada, que retrocede y se auto-reprime cuando los ataques antirreligiosos se corresponden con una represalia, como es lo que ocurre cuando las religiones atacadas no son precisamente la cristiana, pero que se envalentona cuando no recibe más respuesta que la queja o la condena verbal, lo que no habla excesivamente bien de unos agresores de los que lo menos que se puede decir es que son unos cobardes. A las activistas de Femen decirles que si de emociones fuertes o de un subidón de adrenalina se trataba, se me ocurren sitios muchísimo más divertidos para realizar sus exhibiciones sin necesidad de salir del mismísimo París, a apenas un par de kilómetros de Notre Dâme.

 

François Holland y Goodluck Jonathan, presidente de Nigeria

           A destacar la complicidad larvada en hechos como estos de determinados gobiernos, muy evidente en el caso que nos ocupa… cuyo presidente, por cierto, vino a gastar las bromitas estando, como estaba, junto al de un país, Nigeria, donde los cristianos sufren con más virulencia la persecución religiosa, con varios cientos de muertos ya, muchos de ellos niños. Lo que constituye la demostración palpable de la sensibilidad que cultiva el Sr. Holland, sólo comparable a la de un rinoceronte en celo suelto en un almacén de cristalería. Una disculpita no vendría mal. No esperen Vds. recibirla.

 

 

            ^©L.A.

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