Como acercarse a un alejado sin que salga corriendo

Comparto un texto de San Agustín en el que habla a sus antiguos compañeros maniqueos. Para San Agustín no fue fácil salir del alejamiento crítico del cristianismo e integrarse de forma comprometida dentro de la Iglesia. Necesitó de dos personas que con paciencia le fueron mostrando el camino: San Ambrosio de Milán y su madre, Santa Mónica. Pero no fueron ellos quienes consiguieron vencer en el corazón de Agustín. El verdadero vencedor fue Dios. Leamos que Agustín les dice:

"Pero yo, que, errante por tanto tiempo, pude ver al fin en qué consiste esa verdad que se percibe sin relatos de fábulas vacías de contenido; yo, que, miserable, apenas merecí superar, con la ayuda del Señor, las vanas imaginaciones de mi alma...; yo, que tanto tiempo lloré para que la sustancia inmutable e incapaz de mancillarse se dignase manifestarse a mi interior, testimoniándola los libros divino; yo, en fin, que busqué con curiosidad, escuché con atención y creí con temeridad todas aquellas fantasías en que vosotros os halláis enredados y atados por la larga costumbre y que me afané por persuadir a cuantos pude y defendí con animosidad y terquedad contra otros; yo, en ningún modo puedo ser cruel con vosotros a quienes ahora debo soportar como en otro tiempo a mí mismo, y debo usar con vosotros de la misma paciencia que usaron conmigo mis cercanos cuando erraba, lleno de rabia y ceguera, en vuestra doctrina" (San Agustín, Réplica a la carta llamada del Fundamento, 2-3) 

Hace unos días leía un interesante artículo sobre los escenarios en los que la Nueva Evangelización debe de desarrollarse: Los 5 escenarios de ateos y creyentes en Europa en el Año de la Fe (Massimo Introvigne).  Dice el estudio que en “Italia el cristianismo tiene más éxito, el 63,4% se declara creyente en alguna forma de religión o al menos de espiritualidad, pero alejado de la Iglesia y de la religión organizada” y concluye que los «alejados» son por lo menos tres cuartas partes de la población de los países occidentales. 

Los alejados con un colectivo peculiar, ya que aceptan la cultura cristiana, pero no llegan a comprometersepor diversidad de razones. “La opción por defecto mayoritaria es mantenerse alejado de la Iglesia y de la religión, al tiempo que se afirma creer vagamente”. Son personas que piensan que la vida de hoy, tan dura y frenética, no deja tiempo ni espacio para la religión y para Dios. Son un colectivo que muchos conocemos, porque de una u otra forma hemos militado en sus filas y hemos tenido que esperar el momento de la conversión para dar el salto hacia la Iglesia. 

Quizás lo más interesante del texto de San Agustín sea la vía de acercamiento a los alejados que nos sugiere: “debo usar con vosotros de la misma paciencia que usaron conmigo mis cercanos cuando erraba, lleno de rabia y ceguera, en vuestra doctrina”. No hemos de desesperar, ya que nuestra acción es únicamente preparar el camino al Señor. La conversión es cosa de dos, Dios y cada ser humano.

Pero ¿Dónde está el Ágora donde encontrarnos con los alejados y inicial el diálogo? ¿Dónde hacer uso de la paciencia que nos señala San Agustín? Podríamos responder que estamos rodeados de alejados, ya que tres de cada cuatro personas que pasan junto a nosotros son alejados. Pero no podemos coger al primero que aparezca y raptarlo durante horas o días. 

El caso de San Agustín y de la mayoría de los conversos, existe un compromiso previo de búsqueda de la Verdad, que termina dando con la respuesta. Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá (Mt 7,7). El problema es que los alejados, que se cruzan con nosotros por la calle, suelen mostrar una postura más bien apática y de claro desagrado al diálogo. Quizás estén inmunizados con prejuicios suficientes como para repeler cualquier acercamiento que intentemos. Pero aún así, es posible acercarnos pacientemente y esperar a que, sutilmente, nuestra conversación vaya siendo aceptada. 

Siempre que hablo de este tema, indico que necesitamos un lugar donde llevar a quienes quieren conocer aquello que les contamos. Tenemos que revitalizar las comunidades para hacerlas más acogedoras y activas,  pero eso no es todo. No podemos quedarnos en reductos cerrados, ya que debemos ofrecerles una alternativa creíble basada en valores fuertes. Estos valores fuertes,  son añorados por muchos de los alejados, pero necesitan de algo más que se los propongamos teóricamente, ya que estan seriemente desprestigiados en la sociedad actual. Dicen de ellos que nadie puede vivirlos y defenderlos sin caer en contradicciones. Pero tenemos a los santos como testimonio que es posible. Para Dios nada es imposible.

Más que nunca, necesitamos hacer nuestros estos valores fuertes, vivirlos y dar testimonio de ello. La sociedad está saturada de teorías e ideologías, que no sólo no resuelven nada, sino que desencadenan problemas cada vez mayores. El ser humano actual, necesita que se le muestre que se puede vivir siendo cristiano y además, que esta vida se vuelve mucho más feliz y llena de sentido. 

No se trata de reducir el cristianismo a una variente de la cultura del momento, ya que esto sería una mentira inconsistente. Pero no podemos huir de presentarnos a través de la cultura del momento, estando presentes en ella y dando testimonio de que podemos ser actuales, innovadores y capaces de ser coherentes con nuestra fe.

¿Complicado? No mucho si somos coherentes con lo que creemos. Lo realmente complicado es atreveros a dar testimonio de nuestra fe delante de todo aquel que se acerque a nosotros. Hay que orar al Señor para que nos ayude a ello.