Ley del Talion y venganza
Es indiscutible el nexo de unión que existe entre la ira y el deseo de venganza. Primeramente aparece la ira y detrás cuando esta pasa surge, aunque no siempre, el deseo de venganza. Desde la ira, es de donde se genera el odio y el deseo de venganza. La ira puede ser sorda o explosiva, pero en ambos casos a continuación, se puede generar el odio y el deseo de venganza. La venganza, ha sido mencionada y regulada desde la antigüedad, por muchos ordenamientos jurídicos, que se inspiraban en la denominada Ley del Talión. En latín el término talión tiene su origen en el término, talis o tale cuyo significado es el de idéntico o semejante. Así, aparece ya este principio, en el Código de Hammurabi del año 1792 a. C.
En la Ley de Moisés, también se recogían preceptos con el carácter de la Ley del Talión. Así por ejemplo, tenemos que en el Éxodo se dice: “Pero si sucede una desgracia, tendrás que dar vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, contusión por contusión”. (Ex 21,23-25). En el Deuteronomio se dice: “…le harán a él lo mismo que él había proyectado hacer contra su hermano. Así harás desaparecer el mal de entre ustedes. Y cuando se enteren los otros, sentirán temor y no volverá a cometerse esta infamia entre ustedes. No tendrás compasión: vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie”. (Dt 19,19-21). Y en Levítico, se dice: “El que hiera mortalmente a un animal, pagará la indemnización correspondiente: vida por vida. Si alguien lesiona a su prójimo, lo mismo que él hizo se le hará a él: fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente; se le hará la misma lesión que él haya causado al otro, el que mate a un hombre, será castigado con la muerte”. (Lv 24,18-20).
Pero es el caso que curiosamente, la Ley del talión, nace como un medio de dulcificar el castigo. Constituye históricamente, el primer intento por establecer una proporcionalidad entre el daño recibido en un crimen y el daño producido en el castigo, siendo así el primer límite a una libre venganza, que es lo que siempre desea el titular de un daño o una ofensa. El misterio de la Redención, cambió todo este panorama, sobre la injusta justicia de los hombres, se impuso la justicia divina. En el sermón de la Montaña el Señor, repudia la Ley del talión y proclama la Ley del perdón y del amor a los enemigos. Y así Él nos dice: “Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo: No hagáis frente al malvado; al contrario, si alguno te abofetea en la mejilla derecha, vuélvele también la otra, y al que quiera litigar contigo para quitarte la túnica, déjale también el manto, y si alguno te requisara para una milla, vete con el dos. Da a quien te pida y no des la espalda a quien desea algo de ti prestado”. (Mt 5,38-42).
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
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