Miércoles, 18 de septiembre de 2024

Religión en Libertad

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Sí, la quemaron y estos días se ha contado por todos los medios una hermosa historia...

Las lágrimas del Niño Jesús de la incendiada Basílica del Pino de Barcelona

por Victor in vínculis

Acaba de publica Religión en Libertad esta sorprendente noticia sobre la historia de un atleta británico en la Barcelona del 20 de julio de 1936 y el conmovedor hallazgo de la imagen del Niño Jesús en medio de los escombros, "con los ojos fundidos a causa del fuego, que hacía parecer que las lágrimas corrían por el rostro".

Niño Jesús salvado por un galés en la Guerra Civil vuelve a Santa María del Pi 88 años después - ReL (religionenlibertad.com)

Sorpresivamente ha sido publicada por La Sexta, El Punt Avui, El Nacional.cat, La Vanguardia... ya saben grupos incontrolados anticlericales que, a veces, no estaban tan incontrolados...

El capítulo 24 de INSPIRADOS POR SATANÁS está dedicado a la basilica del Pino

[Capilla del Sagrado Corazón de Jesús en la basílica de Santa María del Pino, antes de que fuera profanada e incendiada en 1936 por las hordas rojas].

La basílica de NUESTRA SEÑORA DEL PINO de Barcelona de estilo gótico catalán, fue declarada basílica menor en 1926. Está situada en la calle Cardenal Casañas, frente a la plaza del Pino. Según la tradición, el nombre de Santa María del Pino por el que es popularmente conocida, viene de haberse encontrado la imagen de la Virgen en el tronco o corazón de un pino, por lo cual fue plantado uno de estos árboles frente a la puerta principal.

Consta de una sola nave de grandes dimensiones (54 metros de longitud por 15,50 metros de anchura y 27 metros de altura), con ábside poligonal y capillas laterales situadas entre los contrafuertes góticos. El ábside está cubierto por una bóveda radial que toma también el primer tramo de las capillas, que son siete más en el resto de la nave.

En la excelente página web de la basílica, en la que se pueden ver todos los retablos desaparecidos, podemos leer:

«El 20 de julio de 1936, grupos de incontrolados anticlericales entraron en varias iglesias de Barcelona con la intención de incendiarlas. Una de ellas fue Santa Maria del Pi. Nunca, en toda su historia, el Pi había sufrido una destrucción tan devastadora y una pérdida de patrimonio tan grande como la que tuvo lugar ese día funesto: el fuego consumió totalmente el altar mayor y la sillería, los portales y algunas capillas laterales, así como el órgano mayor del coro elevado.

El rosetón y los vitrales del presbiterio estallaron por el calor y el edificio sufrió muchos daños estructurales, especialmente en la cubierta y las claves de bóveda. La sacristía y la rectoría también fueron incendiadas y saqueadas. La capilla de la Sangre quemó tan rabiosamente que el techo se derrumbó, poniendo en peligro el importantísimo archivo que se encontraba encima. Afortunadamente se pudo salvar en su mayor parte, gracias a la acción heroica de unos funcionarios de la Generalitat, entre los que estaba Jordi Rubió i Balaguer.

Al terminar la guerra, la iglesia se encuentra en un estado realmente precario. Será necesario un gran esfuerzo por parte de la comunidad y de sus rectores para restaurarla, poner en marcha la vida parroquial de nuevo y, poco a poco, recuperar la dignidad de este templo, que en definitiva, es un tesoro de la ciudad de Barcelona y de todos aquellos que aman la fe, el arte y la cultura».

[Retablo de san Pancracio antes de 1928. La imagen de san Pancracio, enormemente venerada por ser patrón del trabajo, fue de las pocas esculturas que se salvaron de la quema de 1936. Se cuenta que los milicianos estuvieron a punto de lanzarla a la hoguera, pero en el último momento alguien gritó: ¡Este no, que es trabajador!, entonces le arrancaron el dedo de la mano y quedó con el puño alzado, ¡Ahora sí que es de los nuestros!, dijeron, y gracias a eso no se quemó].

[Lecho de la dormición para la fiesta de la Asunción. Se observa el esplendor de templo. Según Víctor Balaguer en Las calles de Barcelona (1866),1 a fines de siglo X ya existía en este sitio una iglesia, que debió ser derribada para erigir la actual. La construcción se prolongó durante muchos años y fue inaugurada el 17 de junio de 1453].

Finalmente, el desolador espectáculo tras la destrucción del templo.

ESTE ES EL TEXTO QUE PUEDE LEERSE EN LA WEB DE LA BASÍLICA:

El Jesuset de la Olimpiada Popular - Basílica del Pi (basilicadelpi-cat.translate.goog)

A finales del pasado mes de mayo, recibimos en el Pi un correo de la señora Maralyn Westbury, desde Gales, en el que nos contaba una historia extraordinaria protagonizada por su padre, Philip Arthur Dee.

El hombre había muerto, y la familia, al recoger sus pertenencias, encontró entre ellas una caja que contenía una pequeña imagen de vestir de un niño Jesús. Una imagen de esas llamadas de “cabeza y piernas”. En la caja también había un documento escrito por el propio Philip, que contaba la historia y circunstancias de aquel Niño Jesús.

El texto nos traslada en julio de 1936, pocos días antes de iniciarse la Guerra Civil, cuando el equipo de atletas ingleses que debían participar en la Olimpiada Popular de Barcelona se encontraba entrenando en el estadio de Montjuïc. El equipo se alojaba en el Hotel Internacional de la Rambla, junto al Pla de l'Os, esquina con la calle Boqueria, muy cerca de Santa Maria del Pi.

El correo que la señora Maralyn nos envió a Pi resumía la historia que su padre había dejado escrita en la caja del Jesuset, junto con la imagen.

El texto decía:

“Philip fue elegido para participar como uno de los 41 atletas del equipo británico en la Olimpiada Popular de Barcelona en julio de 1936. Él y los miembros de su equipo hicieron entrenamientos en el estadio de Barcelona unos días antes de el inicio de los juegos. Desgraciadamente, los juegos no salieron adelante a causa de la Guerra Civil Española. El equipo se alojaba en un hotel junto a la Basílica Santa María del Pi. El equipo pudo ver desde su hotel que la basílica estaba ardiendo y se les dijo que no salieran del hotel, pero más tarde se animaron a salir. Lo que vieron les sorprendió: la iglesia todavía estaba ardiendo y las imágenes y objetos religiosos fueron arrojados a la calle, dañados por el fuego y la destrucción. Philip vio una imagen de Jesús en la cruz en el suelo y estropeada, y también la pequeña imagen del Niño Jesús con los ojos fundidos a causa del fuego, que hacía parecer que las lágrimas corrían por el rostro. Sintió que debía salvarle de cualquier daño más y darle a alguien para que lo guardara. Quería asegurarse de que fuera a parar a personas adecuadas que no le destruirían. Antes de que pudiera encontrar a la gente adecuada, el equipo británico fue repatriado deprisa, marchando de Barcelona en barco hacia Francia y después hacia el Reino Unido. Estos detalles se encontraron después de su muerte en una caja con la imagen del Niño Jesús.”

El señor Philip Arthur Dee nació en 1915 en Cross Keys, South Wales, en Reino Unido. De joven, practicó distintos deportes e incluso había ganado la medalla de plata y la de oro en las carreras de una milla. En 1935 empezó a trabajar como enfermero en un hospital de Londres y formó parte de una asociación deportiva amateur, justo cuando fue elegido para participar en la Olimpiada Popular de Barcelona.

Participó en la II Guerra Mundial como enfermero y, después de la guerra, continuó trabajando en la asistencia sanitaria en el mismo hospital de Londres hasta 1976, cuando se jubiló.

El deporte y el cuidado de su jardín fueron sus ocupaciones preferidas.

Philip murió en Carshalton, en el sur de Londres, en octubre de 2001.

La señora Maralyn, junto con su familia, consideró que era necesario restituir la imagen del Jesuset salvado por su padre en el lugar al que pertenecía, y por esta razón nos contactó.

Naturalmente, nosotros desde el Pi quedamos muy sorprendidos y agradecidos por la historia que nos llegaba y aceptamos, como no podía ser de otra forma, el ofrecimiento de Maralyn.

Desde la Basílica, hemos pensado que esta maravillosa historia está llena de emoción. La imagen del pequeño Jesuset no tiene mucho valor material, es una de tantas imágenes de vestir que eran habituales en nuestro país, pero su valor simbólico es inmenso, comparable quizá con la  Cruz de claves de Coventry  o la  Virgen de Nagasaki , conocida también como la Virgen Quemada, por su espíritu de reconciliación de un tiempo y unos hechos todavía bastante dolorosos.

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