Domingo, 22 de diciembre de 2024

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Necesidades humanas

por El Blog de Juan del Carmelo

           Cubrir nuestras necesidades…, es el primer impulso que todo ser creado siente y que le mueve al plano de su actuación. Desde luego que las necesidades humanas son más complejas y distintas de las de los animales, porque las humanas son de dos clases: materiales y espirituales y los animales carecen de necesidades espirituales, porque ellos al carecer de alma, carecen de la necesidad de acercarse a su Creador y no están dotados de un libre albedrío, en la ejecución de sus actos por lo que no pueden escoger entre el bien y el mal, ellos en su actuación se guían solo por los impulsos de su instinto y sus actos nunca rompen la Ley divina ni en su aspecto físico ni en el moral.

 

             Pero en el ser humano las cosas son mucho más complicadas, porque necesitan satisfacer dos clases de necesidades; las que le crean su cuerpo y las que le demanda su alma, es decir tiene que satisfacer necesidades de orden material y de orden espiritual. El ser humano esta dotado por su Creador de una libre capacidad de elección entre el bien y el mal, y también de un conocimiento de la Ley moral. En relación al quebrantamiento de la Ley moral, Dios le ha dotado al hombre, de un… llamémoslo comprobador que le dice al hombre en su interior si ha cumplido la ley o la ha quebrantado y este comprobador se llama conciencia, y si el hombre ha actuado entra en función un segundo… llamemos también comprobador, de todo lo cual como es lógico, carecen los animales.

 

             Las necesidades de los hombres, sean materiales o espirituales, se remedian con al adquisición de bienes, sean estos de carácter material o espiritual. Cuando el hombres siente la necesidad de adquirir un bien sea de la naturaleza que sea, le nace enseguida el deseo de adquirirlo, y este deseo, mueve a su mente a analizar las ventajas, inconvenientes, posibilidades que tiene de adquisición…etc. Cuando ve posible la adquisición del bien deseado, pone en movimiento su voluntad para que la adquisición se realice. En síntesis el proceso es este, pero son muchas las dificultades, para la adquisición de bienes materiales, con las que el hombre puede tropezar, y entonces la adquisición no se realiza. En el orden material, el medio para la adquisición de los bienes es esencialmente el dinero, al cual son muchos los que lo han convertido en un nuevo dios pagano, al que hay que lograrlo como sea. Decía San Pablo a Timoteo: “Los que quieren enriquecerse caen en tentaciones y trampas y se dejan dominar por deseos insensatos y funestos, que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición”. (1Tm 6,9) Y también San Pablo escribía: “…, los que usan de este mundo no se detengan en eso, porque los atractivos de este mundo pasan”. (1Cor 7,31).

 

             Escribe Georges Chevrot diciendo: “Ninguno de los bienes de la tierra, es ni puede ser malo en si mismo, pues son dones del bien de la luz; pero llegan a ser peligrosos si se acaparan para poder disfrutar excesivamente de ellos, si se los desvía de su fin o si se los separa del trabajo y del esfuerzo del que son el acompañamiento providencial. Solamente el uso ilegitimo de las cosas las hace malas, en este caso ya no son bienes de la tierra sino bienes del “mundo”, porque una voluntad perversa los ha desviado de su destino final”. Y el polaco Slawomir Biela, también en esta línea de pensamiento nos dice: “Las cosas de este mundo han de estar al servicio de nuestra santificación. Por este motivo, es necesario que las tratemos no como un fin en si mismas, sino como medios, como meros instrumentos. Así nos relacionaremos con ellas con la distancia apropiada, la distancia de la pobreza espiritual. Debemos de hacer un uso apropiado de todo, es decir, conforme a la voluntad de Dios. Todo lo que Dios nos da es solo un medio, del que Él se sirve para que podamos unirnos más profundamente con Él. Su fragilidad y corta duración ha de recordarnos que al margen de Dios, no es nada. Por eso nuestra relación con todo lo que nos da, debería de ser la de un caminante que se dirige hacia Dios”.

 

             Con referencia a las necesidades de bienes espirituales, San Pablo escribía: “Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde esta Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra”. (Col 3,4). Y si nos preguntamos: ¿Cuáles son los bienes espirituales? Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, nos responde: “Por bienes espirituales, entendemos, “todos aquellos que mueven y ayudan para las cosas divinas y el trato del alma con Dios y las comunicaciones de Dios con el alma. Unos son sabrosos y otros penosos y pueden ser de cosas claras y determinadas o referirse a cosas oscuras y confusas”. Santo Tomás de Aquino nos decía que: “El bien sobrenatural de un solo individuo es mayor y vale más que el bien natural de todo el universo”. El cardenal Ratzinger, antes de convertirse en Benedicto XVI, en uno de sus libros escribía hace ya años: “Mas el bien supremo del hombre no es la posesión material,…. Cuando el hombre no espera nada más elevado que las cosas materiales, el mundo entero se vuelve para el tedioso y vacío. De ahí que en la cultura cristiana los valores morales tengan primacía sobre los materiales”. Slawomir Biela, nos aporta en este tema un importante comentario cuando nos dice: “Los bienes espirituales constituyen un apoyo importante para la persona que trata de vivir la vida interior, pues considera que, en la perspectiva del camino hacia Dios estos bienes le hacen “alguien” y le aseguran una “fuerte posición espiritual”. ¿Pero realmente consiste en esto  el verdadero progreso espiritual? El pobre de espíritu es aquel que no posee ningún otro apoyo fuera de Dios”.

 

             En el orden espiritual, para la adquisición de bienes de esta naturaleza, las cosas funcionan de igual forma en cuanto al proceso de secuencias que han de sucederse tal como antes hemos expuesto, para que se adquiera el bien sea este de la naturaleza que sea. Pero las diferencias entre los bienes espirituales y los materiales, son muy grandes. De entrada la principal es que los bienes espirituales, pertenecen a un orden superior al material y son eternos, en cambio los bienes materiales son caducos y todos fenecen. El espíritu siempre perdura y la materia siempre desaparece por descomposición. La adquisición de bienes materiales es siempre penosa para el hombre. Nos dice el Génesis: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado. Porque eres polvo y al polvo tornarás”. (Gn. 3,19). Mientras que la adquisición de bienes espirituales es absolutamente gratuita. El Señor está ansioso de donárnoslos, es una de las consecuencias de su inmenso amor a nosotros, que tan mal correspondemos.

 

         En ambos órdenes hay un algo especial que los asemeja o iguala, y es que tanto en uno como en el otro, el ser humano es insaciable y conseguido un bien, inmediatamente le parece poco y ya está deseando el siguiente. Y esta ansia  de atesoramiento, es muy positiva en el orden de los bienes espirituales, pero totalmente negativa en el de los bienes materiales. Nos dice el Señor: "No alleguéis tesoros en la tierra donde la polilla y el orín los corroen y donde los ladrones horadan y roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín los corroen y donde los ladrones no horadan ni roban. Donde esta tu tesoro, allí estará tu corazón”. (Mt 6,19-21).

 

          Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

 

          Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.

-       Libro. LOS DESEOS HUMANOS.- www.readontime.com/isbn=9788461316298 

-       Injurias y agravios. Glosa del 23-04-10

-       Bienes materiales, bienes espirituales. Glosa del         09-07-12

-       Apreciar lo que tenemos. Glosa del 23-03-12

 

Si se desea acceder a más glosas relacionadas con este tema u otros temas espirituales, existe un archivo Excel con una clasificada alfabética de temas, tratados en cada una de las glosas publicadas. Solicitar el archivo a: juandelcarmelo@gmail.com

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