Adviento y la Estrella de Belén
Adviento y la Estrella de Belén
El Adviento lo tenemos delante y confieso que lo esperaba con ganas de verdad. Espero que no se me escape entre los dedos, como otros años me ha sucedido. El último mes del año suele ser un momento duro de trabajo, que nos ciega a la trascendencia del tiempo litúrgico que vivimos.
Para elevar el ánimo traigo a Clemente de Alejandría y su bello himno a la Luz-Cristo. La Luz-Cristo nos recuerda la estrella que guió a los Magos de Oriente y les llevó hasta occidente para ver la Cristo con sus propios ojos. Ya no nos importa si la Estrella de Belén fuese una supernova, un cometa o simplemente una luz espiritual que señaló el camino en las mentes de los Sabios. Resulta secundario que se haya producido un signo físico, que evidenciara el símbolo de llamada, camino y vida que fue la Estrella de Belén para aquellos Magos y para todos nosotros.
Dice Clemente que el «sol de justicia» que atraviesa en su carroza el universo entero, recorre asimismo la humanidad imitando a su Padre «que hace salir el sol sobre todos los hombres» (Mt 5, 45) y derrama el rocío de la verdad. Además El fue quien cambió el occidente en oriente; quien crucificó la muerte a la vida; quien arrancó al hombre de su perdición y lo levantó al cielo.
¿Cómo cambió el occidente en oriente? Señalando el verdadero destino de la raza humana. Camino que es sentido y peregrinar al mismo tiempo. Por eso es tan importante pensar en el Adviento de forma similar al camino que los Magos de Oriente tomaron para siguiendo a la Estrella. El Adviento nos lleva, mediante la Luz, a Cristo que nace en Belén. ¿Qué regalos podemos entregarle? ¿Podremos llevar oro, incienso y mirra?
No es nada fácil. Nuestro corazón está algo ennegrecido, nuestra espiritualidad no huele a incienso y nuestra voluntad no se eleva a Dios como la mirra. Vaya presentes tan como valiosos podemos llevarle al Niño-Dios. Podemos intentar que nuestro camino hacia Belén nos permita llegar con unos presentes algo mejores y para ello debemos vivir el Adviento como un tiempo de Esperanza y preparación, ya que Cristo diviniza al hombre con una enseñanza celeste, «da leyes a su inteligencia y las graba en su corazón»
Que el Señor nos dé inteligencia para entender y grabe en nuestros corazones, que el Adviento es un momento especialmente propicio para llegar a Cristo.