¿Destrucción?
La esperanza dice: terminará bien; más concreta y propiamente: el hombre terminará bien; más exactamente: terminaremos bien nosotros y yo mismo (Josef Pieper)
Si ha comprado un décimo o una participación en la lotería de Navidad, ya lo puede tirar a la basura. No se moleste, no va a tocarle a nadie. Los mayas han profetizado que el mundo se acaba, y el día será el 21 de diciembre del 2012. Sí, como lo está leyendo, el día anterior al sorteo de lotería de Navidad.
¡Ya es mala suerte, hombre! Podían haber profetizado otro día. No sé, a partir del 26, por ejemplo, así si no toca la lotería, al menos uno puede celebrar la fiesta de Navidad en familia. O también podía ser a partir del 7 de enero, ya que el día anterior han venido los Reyes Magos. Al menos, si llega el fin del mundo, hemos tenido la sorpresa de los regalos.
Espero que los mayas, o sus descendientes, no se enfaden, lo que sucede es que estoy cansado de profetas de calamidades. Desde hace un tiempo, y siempre por estas fechas, aparecen profecías, leyendas, o similares, siempre acompañadas por guionistas expertos, que nos pintan un final de la historia terrorífico. Destrucción, guerras, terremotos, cambio climático, y un largo etcétera. Un final negro, sin ninguna posibilidad de esperanza.
A mí, sinceramente, me cuesta creerlo. Pensemos un poco, que para eso Dios nos ha dado la razón. Desde que el hombre está sobre la tierra, ¿cómo ha actuado el Señor con nosotros? Primero, el pecado de Adán y Eva, llamado también pecado original. Es cierto que el hombre fue expulsado del paraíso, pero no fue destruido, sino que hubo una promesa de salvación. Después, el diluvio. Tampoco nos borró de la faz de la tierra y posiblemente no le faltasen motivos. Una nueva alianza con los hombres.
Podemos seguir con la alianza que Dios hizo con Abraham. Después con Moisés. A continuación con el rey David. Y todas ellas culminan en la gran alianza que Dios hace con el hombre mediante la sangre de Cristo. Es decir, que a pesar de todos nuestros pecados, maldades, mezquindades…, que hemos tenido con Dios y otras tantas entre nosotros, siempre ha establecido una alianza de perdón. Mira si no ha tenido oportunidad de cansarse de nosotros y mandarnos a paseo (por ser suave).
Valemos toda la sangre de Cristo. Hemos sido rescatados a un precio muy alto. Y después de todo lo que Dios ha hecho por nosotros, ¿al final de la historia nos va a destruir? Sería absurdo. Tanto esfuerzo no habría valido la pena, ¿o es que Dios es como Saturno que devora a su hijo? Tengo la seguridad y la confianza de que eso no será así.
Desde los orígenes del cristianismo, la Iglesia siempre ha vivido con la seguridad de que el mal, el pecado, la muerte…, no tienen la última palabra, sino que la creación sería restaurada y el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, participaría de la incorrupción.
La promesa de Dios, es cierto, no se basa en nuestros méritos, que no son muchos por no decir ninguno. Tampoco la esperanza de salvación se fundamenta en el propio hombre, sino en Cristo que me amó y entregó su vida por mí.
Has, pues, de saber que así como la causa por que amó Cristo al hombre no es el hombre, sino Dios, ansí también el medio por que Dios nos tiene prometidos tantos beneficios al hombre no es el hombre, sino Cristo. La causa por que el Hijo nos ama es porque se lo mandó el Padre, y la causa por que el Padre nos favorece es porque se lo pide y merece su Hijo[1].