Miércoles, 30 de octubre de 2024

Religión en Libertad

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Saquemos consecuencias

por Consideraciones sin importancia

 

La aceptación del aborto en la mentalidad, en las costumbres y en la misma ley es señal evidente de una peligrosísima crisis del sentido moral, que es cada vez más incapaz de distinguir entre el bien y el mal (Juan Pablo II)

Pensaba escribir el primer post contando la experiencia de este verano en el Bronx, pero la actualidad manda. Además, desde que se anunció la retirada del ante-proyecto de la nueva la ley del aborto, no dejo de vueltas al tema.

En primer lugar, porque el aborto se ha convertido en una cuestión política. Y la perversión de la política ha hecho de la democracia una dictadura de las mayorías. Por eso, afirmar que hay que buscar el consenso en una ley del aborto es pura demagogia. Toda ley del aborto, por el hecho mismo de legitimar el asesinato de un inocente, es perversa.

En segundo lugar, me pregunto, ¿qué ha sucedido en este país para que triunfe la cultura de la muerte? ¿Qué ha sucedido para que sólo una minoría defienda la vida, mientras muchos miran hacia otro lado? ¿Qué ha sucedido para que muchos jóvenes, incluso los que se dicen católicos, no tengan ningún problema en defender el aborto en determinadas circunstancias?

En New York el índice de abortos es del 60%. En el Bronx, donde estuve este verano, del 80%. Eso significa que abortar es como tomarse una aspirina y que el aborto se ha convertido en un método anticonceptivo. Esto es lo que, poco a poco, se está consiguiendo en España. Desde que se aprobó la primera ley del aborto, no sólo ningún gobierno la ha derogado, sino que cada vez se ha hecho más y más permisiva hasta el punto de tener, en la práctica, aborto libre. Esto ha penetrado en la mentalidad común, de tal forma que el aborto se ha convertido en una solución aceptable y normal ante un embarazo no deseado.

Todo esto pone en evidencia que hay mucho camino por recorrer. Es necesario revertir un proceso de autodestrucción. Es fundamental fomentar y formar a las futuras generaciones en una cultura de la vida que haga de la vida y de la familia el valor fundamental. La defensa del no nacido debería estar al margen de ideologías, confesiones religiosas, partidos, culturas, etc., porque hay mucho en juego.

Él dice: "Aunque la madre olvidase a su hijo, Yo no te olvidaría. Te he grabado en la palma de mi mano." Todos estamos grabados en la palma de sus manos; el niño que fue abortado, también está grabado en la palma de su mano desde el momento de concepción y es llamado, por Dios, para amar y ser amado, no solo ahora en esta vida, pero para siempre. Dios no nos olvida nunca…

¿Cómo podemos convencer a una mujer de no tener un aborto? Como en todo, debemos persuadirla con amor y nos recordamos que amar significa dar hasta que duela. Jesús dio hasta su vida por amarnos. Así es que, la madre, que esté pensando en tener un aborto, debe ser ayudada a amar, o sea dar hasta que le duelan sus planes, o su tiempo libre, para que respete la vida de su hijo[1]



[1] Madre Teresa de Calcuta, Discurso de Madre Teresa de Calcuta en el desayuno de Oración Nacional, Washington, DC, (3 febrero 1994)

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