Lunes, 23 de diciembre de 2024

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La ecología humana es un imperativo. BXVI

La ecología humana es un imperativo. BXVI

por La divina proporción


La ecología humana es un imperativo. Adoptar un estilo de vida que respete el medio ambiente y apoye la investigación y la explotación de energías limpias que preserven el patrimonio de la creación y sean inofensivas para los seres humanos, deben ser prioridades políticas y económicas
". (Benedicto XVI. Discurso a seis nuevos embajadores ante la Santa Sede 9/6/2011)

Sin duda, los temas ecológicos son poco tradicionales dentro de la Iglesia y además, tienen un tufillo de modernidad que no se asimila con facilidad. Además, el ecologismo actual tiene mucho de paganismo y de agnosticismo relativista. No es fácil hablar de ecología, medio ambiente y sostenibilidad dentro de la Iglesia, pero creo que de vez en cuando es necesario. ¿Por qué?

Por la necesidad de que la Iglesia sea capaz de dialogar con el mundo de tú a tú, en los temas de actualidad. Si la Iglesia da un paso atrás, el mundo se adueña de aquellos temas que le servirán de bandera para echarnos a un lado. Benedicto XVI lo tiene claro y por eso suele recordarnos de vez en cuando que la creación es responsabilidad de todos y que amar al prójimo, es procurar que los recursos naturales no se agoten ni se destruyan.

Hoy traigo algunos fragmentos de un discurso que Benedicto XVI realizó en junio del 2011, en el que incluyó referencias a la ecología y su comprensión desde el punto de vista católico. Sin duda la Conferencia de Río propició que estos temas se pudieran sobre el tapete

En el discurso el Papa señaló es necesario "un cambio de mentalidad" para "llegar rápidamente a un estilo de vida global que respete la alianza entre el hombre y la naturaleza, sin la cual la familia humana puede desaparecer".

No dudo en la capacidad de los ecosistemas a equilibrar el sistema durante un tiempo, pero tarde o temprano empezaremos a ver que la vida no es tan sencilla como antes y nos daremos cuenta de la importancia de preservar el entorno ambiental donde vivimos. Para que esto no ocurra, es necesario empezar a pensar y vivir en términos de sostenibilidad. Sostenibilidad que es más que una palabra moderna, es una concepto imbuido dentro del cristianismo, aunque nos resulte extraño.

Las sostenibilidad es la capacidad de actuar sobre nuestro entorno, sin que esta actuación lo degrade, de manera que su valor quede intacto para las futuras generaciones. Hay tres dimensiones incluidas dentro de la sostenibilidad: social, ambiental y económica. Las tres son inseparables y conforman un sistema complejo. Podemos pensar el planeta como inmensa red, en la que todos y todo está interconectado. La sostenibilidad de nuestro impacto sobre el planeta va más allá de los aspectos que los medios suelen tomar como bandera: el cambio climático, destrucción de las selvas, etc. Hay ámbitos sociales y económicos que condicionan esta sostenibilidad. La dignidad del ser humano nos lleva a ser responsables, pero no a estar supeditados a las consignas antihumanas que se suelen poner sobre la mesa.

La sostenibilidad es un puente entre la idea de la caridad cristiana y la necesidad de conservar y hacer próspero nuestro entorno natural. La caridad que debemos a nuestros hermanos no sólo es un acto directo entre el y nosotros, también es un acto indirecto que nos une a el a través de el entorno que nos sostiene a los dos. Si daño el entorno donde vivimos, le daño a el. Actuando de forma ecológicamente irresponsable, produzco un daño ambiental, social y económico en quien es mi prójimo. Recordemos el preceptp evangélico de “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”

Esta visión queda muy lejos de la visión paganizante de dar a la naturaleza una dignidad superior al ser humano y entender al ser humano, como una especie de enfermedad del planeta. Por otra parte, el ser humano no debe quedar relegado como un animal más, que debe olvidar su capacidad de transformación del planeta, en aras a la vuelta a un pasado sin tecnología ni impacto ambiental.

El cristiano admira en la naturaleza, la creación de Dios. Acepta la responsabilidad que Dios le ha encomendado y además se involucra en la construcción de una sociedad más justa. Para ello la tecnología es imprescindible, pero no una tecnología cualquiera:

El Santo Padre señaló que "es urgente llegar a conjugar la tecnología con una fuerte dimensión ética. (…) La técnica debe ayudar a la naturaleza a desarrollarse en la línea prevista por el Creador. Al trabajar juntos, el investigador y el científico se adhieren al plan de Dios, que ha querido que el hombre sea la cumbre y el administrador de la creación. Las soluciones basadas en este fundamento protegerán la vida humana y su vulnerabilidad, así como los derechos de las generaciones presentes y futuras".
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